Capítulo Cuatro

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Sus miradas estaban conectadas, fijas la una a la otra.  Mientras una buscaba percibir los sentimientos ajenos, la otra sólo intentaba llenarse de la belleza frente a ella, preguntándose si era suficiente para aceptar llevar a cabo aquella locura.

Margaret era preciosa, sin duda. Sexi, elegante, intrigante. Era oscura.

Y a Dylan le seducía aquella oscuridad.

Mientras pensaba, sus dedos se apretaban contra el colchón de la cama con barrotes, tiras y restricciones de cuero.

Podía imaginarse haciendo el amor en aquella cama, utilizando los intrincados artilugios que coronaban las paredes y que sabía también, que estaban escondidos en los cajones de las comodas que adornaban las estancia.

- No estoy seguro. - dijo en voz baja.

- ¿De qué no lo estás? - Le respondió Margaret.

- No estoy seguro de querer hacer esto.

- ¿Lo has hecho antes, cierto?

- Si, pero yo...

- Tu eras el dominante. - Terminó por él.

- Si, lo era.

- ¿Y te gustó?

- Es algo nuevo, tal vez refrescante, tampoco es que no pueda vivir sin hacerlo.

- ¿Sabes por qué piensas aquello?

- Lo sé, es porque no me gusta.

- No, raggazo mio. Piensas esto porque no ocupaste el papel que te correspondía.

- Eso es...

- Eso es cierto. Dylan, no eres dominante, eres sumiso.

- Eso es ridículo.

- ¿Ridículo? - Parecía molesta al repetir sus palabras.

- Lo siento. - Se disculpó de inmediato.

- No eres dominante, eres sumiso. - Repitió. - Y que mejor manera para descubrir que tanta vocación tienes como sumiso que dejarte entrenar por una dominatriz experta.

- Maggie...

- Aquí adentro soy Margaret, más adelante seré sólo mi señora.- Aquello le molestaba, que ella hablara como si ya hubiese aceptado.  Dando por echo que ya era su sumiso.

- Debo pensarlo. - Dijo. Miró la puerta por la que habían entrado he hizo ademán de dirigirse a ella.

- Si te vas ahora no volveré a verte. - Eso lo hizo detenerse y girarse hacia ella. - No puedo esperar más, llevo meses sin compañía y una mujer tiene sus necesidades. Como viste al entrar, llamé la atención de muchos hombres, sé distinguir entre un sumiso y un dominante y allí habían alrededor de diez sumisos expertos que esperan ser elegidos... por mí. Es ahora o nunca. Te he dado demasiadas oportunidades.

- Nos hemos acostado una vez. - Le dijo molesto. - Me has dejado pensarlo pocos días.  Me sueltas de sopetón que crees que soy un sumiso y luego esperas...

- No creo que seas sumiso. Eres un sumiso.

- Basta.

- Esta bien. - Margaret también pareció molestarse. Fue ella quien se dirigió a la puerta, Dylan se adelantó y la agarró por el brazo para detenerla, la acercó y colocó una  mano en su mejilla.

- Yo sólo quiero...

- No quieres una relación. - Afirmó.

- No tengo tiempo para eso.

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2019 ⏰

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EL SUSURRO DEL SUMISO-PAUSADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora