july forever

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Porque tomó las riendas de su vida cuando estaba al borde del risco, liberó las alas prisioneras y saltó a lo desconocido. Porque era un diamante en bruto que aún tenía una oportunidad de pulirse. Porque su espíritu prístino estaba preparado para fulgurar. Porque el reloj se movía en sentido contrario y ya no quería ir contra corriente. Porque se lo merecía. Porque cortaría las riendas que le unían a su titiritero.

Era dueño de sus decisiones, de sus palabras, de su rumbo.

Se arrojaría a los brazos del destino despidiendo al agujero que le consumió por años, desintegrando su alma y envenenando su pureza.

Adiós, diría con una sonrisa, una de sinceridad palpable. Sin máscaras, sin placebos.

- ¡Los vuelos están copados Boseon! ¡Qué haremos! -Gritó la madre histérica a su progenitor cuando Jimin apareció en el salón. Llevaba una mochila consigo, una que repletó con las botellas de alcohol que su padre exhibía como trofeos.

- ¿Jimin qué carajos haces? -Preguntó el hombre, viendo como su hijo vestía la ropa que tanto aborreció, que tanto le prohibió. Su cabello estaba de un rubio oxigenado, digno de un ser impúdico. Era horrendo, tan desagradable que le ardían los ojos en furia.

- ¿Y esto? Jimin cuantas veces... -Hizo amago de levantar la mano, pero la mujer tuvo coraje por primera vez desde que el muchacho nació y se interpuso entre ellos, - Déjalo ir. -Dijo, con el rostro empapado en charcos de llanto salado, las noticias en la televisión daban a entender la razón de su desconsuelo.

- Que haga lo que quiera, ya nada más importa. -Intentaba parecer segura.

Le temblaba el labio.

Era la última chance que tenía de mover un dedo por el hijo que nunca quiso, y no la desaprovechó, quizás para admitirse sin culpa el aborrecimiento que sentía hacia ese niño de mirada perdida. Jimin le agradeció, con palabras mudas que demostró en un contacto con sus ojos rasgados. Idénticos a los suyos. Volteó a Boseon, poniendo todo el odio que traía hacía el depravado en el poder de su mirada Lo fulminó, atravesó con cuchillos y envió al tártaro en una piscina de sangre su alma ennegrecida.

Era satisfactorio imaginarlo, más no merecía la pena cuando el karma sería encargado de juzgarle.

- Vete a la mierda, papá. -Escupió al rostro iracundo antes de correr a la puerta y salir para siempre del calvario disfrazado de hogar.

Rió cuando exhaló la humedad exterior, porque la situación era ridícula. ¿solo eso? Unas cuantas palabras de animadversión contenida y ¿ya no era preso de la mente retorcida de sus progenitores? Parecía una broma del destino.

- Hola, bonito. -Su transporte al infierno había llegado con un sonido estruendoso y Jimin estaba regocijante por montar a la bestia.

- Hola. -Quitó el casco que impedía su paso a los labios del castaño y le atracó en un beso voraz y ansioso. Manos callosas de largos dígitos recorrieron su cintura, masajearon su cuello y tiraron de sus hebras teñidas.

- Me gusta. -Confesó perdido en la mata rubia sobre su cabeza. A Jimin también, se sintió bello, despampanante al echarse un vistazo en el espejo luego de terminar. De haber tenido otra oportunidad, transeúntes hubiesen girado en su dirección y él les hubiera recibido campante con su ego a rebosar.

Subió a la motocicleta de un salto, sintiendo el cuero bajo sus muslos, dándole la bienvenida de nuevo. Te extrañé, parecía susurrar el motor. Cerró sus pestañas de mariposa e inclinó el cuerpo para sostenerse del chico que conducía, con la frente sobre su hombro, absorbiendo ese aroma propio de Jungkook, lamiendo su esencia. Sabía a satisfacción.

FORTE ❃ o.s「𝒌𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏」  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora