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desperté muy temprano, mis padres se habían ido de vacaciones y la casa quedó completamente sola para mi, casi nunca invitaba a alguien que me acompañe. Mi abuela Marita era la que siempre venía pero en este momento ella seguía muy ocupada con las nenas que ella cuida, esas nenas son las hijas de Romina, quizás la habrán escuchado nombrar en muchos canales de televisión e incluso la habrán visto en uno de los programas más famosos del pais, GH más buen Gran Hermano, hace ya casi 4 meses que ella sigue en la casa y por ende mi abuela tiene la obligación de cuidar a las nenas, ella ama a esas tres criaturas, a veces lograba ir a la casa de Romina y ayudaba a mi abuela con alguna cosa de la casa, sobre todo a cuidar a las nenas más pequeñas, Felicitas y Nina, Mia era como una hermana a la cual a veces ayudaba con esas típicas cosas que te suceden a en la pre adolescencia, según ella, era como una gran compañía, inclusive le hacía recordar lo mucho que extrañaba que Romina la escuchará y la aconsejará como madre.

Cuando tenía tiempo, como hoy, decidí ir para la nueva casa en la que las nenas más su padre, Walter, estaban actualmente viviendo. Sabía que mi abuela estaba allí porque básicamente vive las 24 horas del día en esa casa. Al llegar, los guardias de la entrada me reconocieron rápidamente, por ende no tuve que mostrarles la invitación.
Llegué y note que la camioneta de Walter no estaba, fue un alivio porque no me gustaba tanto su presencia, cuando el estaba trataba de ser lo más respetuosa posible, este trabajo para mi abuela era importante y supongo que para ellos también era importante tenerla a ella, pero aún así, todo lo que él hacía era y es cuestionable aunque trate de no hacerme la cabeza pero sin sacar la vista de él y sus acciones. Apenas toque la puerta, y mi abuela ya me se había asomado, se imaginaba que estaba apunto de llegar.

— Jazmin! Sabía que ibas a venir. Pasa, Walter no esta.— me dijo abriendo paso para que pudiera entrar.

— Me di cuenta, abue.

Entre y las nenas estaban desayunando, Mia se levantó y corrió a darme un abrazo.

— Jaz! Te extrañe mucho, tendrías que venir más seguido.— me dijo Mia aún abrazándome.

— Ay si! Me encantaría poder hacer noche de chicas pero eso lo deberíamos de hablar con...

— Uh si...— hizo una mueca de desagrado, ella sabía exactamente a quien me refería.

Me acerque a Feli y a Nina que estaban muy sonrientes al verme, sentía que tenía una conexión con las 3, estoy segura que si mi abuela no quisiera trabajar más, estaría yo en su lugar.

Estuvimos toda la mañana juntas, hasta que llegó Walter. Apenas entro y ya estaba con su mejor cara de ya sabemos que, hasta que vio que no estaba solo mi abuela y las nenas; mi abuela estaba acostumbrada a verlo así, años y años trabajando acá, pero ella amaba a las nenas y sabía que Romina era una mujer con la cual podía contar siempre.
El entro y me saludo muy sonriente, yo trataba de fingir que me gustaba que él estuviera ahí.

— Jazmin, tanto tiempo! Tendrías que venir más seguido.— reía.

— Si, la verdad que si, quiero mucho a las nenas y me gusta ayudar a mi abuela.

— Quien te dice que podrías venirte a vivir acá también!.— se seguía riendo pero sus gestos eran rarísimos, me perturbaba un poco su forma de decirme las cosas, seguro las decía con otro sentido o quizás solo era yo la que creía eso.

Sin darle más importancia, salí al patio con Mia, quien estaba muy bajon.

— ¿Que pasa, Mia?.— le pregunté mientras nos sentábamos en el césped.

— Extraño a mi mamá, siento que mañana va a salir de la casa...

— Entiendo. ¿Te alegra la idea de que salga?.

— La verdad es que si, quiero que vuelva, necesito que este con nosotras, aunque me da miedo que...— mira hacía el gran ventanal que daba a la parte de adentro, justo se encontraba Walter mirando la tele.

— Hmmm, ya se a que te referis. Entiendo, aunque no se puede hacer nada hasta que tu mamá salga y ella decida que hacer con... bueno, ya sabes.

— Si, es verdad, aunque con ella hablé varias veces de esto y siento que me comprende pero al mismo tiempo... No sé, solo quiero que sea feliz.

Me acerque a Mia y la abrace, entendía lo mucho que quiere a Romina y la forma en la que quiere cuidarla, ella sabía cosas pero yo no podía meterme en ese lugar.

sábado por la noche, obte por quedarme a cenar con ellos, ayude a mi abuela a cocinar y luego de comer, yo ya estaba por retirarme, tenía que volver a casa. Estaba muy de noche y no sabía como volverme pero a alguien se le ocurrió una gran peor idea.

— Te llevo yo, jaz.— me dijo Walter aunque me negué y seguí pensando en alguna posibilidad.

En fin, no encontré ninguna y tuve que ceder, menos mal que Feli quiso acompañarlo, no me sentía tan sola después de todo.
Llegué a casa, despedí a Feli con un abrazo, hasta que me tocó despedir a Walter, trate de ser lo más fría posible y baje rápidamente de la camioneta.
Al entrar a casa, fui directo a la cama y me recosté, solo podía pensar en lo que Mia me había dicho, yo tampoco que quiera que pase lo que hace ya casi 11 meses no pasaba, que era el regreso entre ambos, yo sabía algunas cosas pero no me atrevía a saber más, se que fue difícil para Romina y las nenas esta separación, y la verdad que detestaria la idea de que volvieran a estar otra vez.

Estaba muy cansada pero recordé que tenía pluto en mi televisor y decidí ver un poco de lo que estaba pasando. Justo ahí, estaba Romina, cocinando, a ella le encanta cocinar, rara vez porque si, casi nunca podía ir a su casa por mis estudios, pero cuando podía, ella siempre tenía algo de lo que cocinaba para compartir con las visitas, me encantaba su carrot cake, inclusive ella me había enseñado hacerla. La vi comer, la vi limpiar, y la vi irse a dormir, al ver la hora, me di cuenta que me había casi casi desvelado, pero me dio gusto verla otra vez, ella siempre me pareció una mujer muy atractiva y muy dulce... Cuando Mia me dijo que quería que saliera mañana de la casa, porque si, será la gala de eliminación, me puse un poco ansiosa, la verdad es que quiero seguir conociendola, si bien mi abuela algunas veces me regalaba hacerme la manicura, ella siempre elegía que fuera con Romina, yo cedía, sabía que era buena en ello aunque a veces, ella me preguntaba o me hablaba de muchas cosas y la sentía un poco intimidante, dulce, pero a mi me ponía un poquito nerviosa pero me gustaba tenerla cerca...

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora