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Hola, antes que nada, quiero decirles que está historia no tendrá mucha relación con la trama de la telenovela (de hecho nada, a excepción de lo personajes jaja).

Ojalá les guste y de ser así, por favor ayúdenme a compartir para que otros tengan la oportunidad de apreciarla.

Gracias.

-Elen.

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Juliana POV.

Unos meses atrás, mi madre y yo nos mudamos desde San Antonio, Texas hasta la Ciudad de México. Al principio nuestra situación era algo complicada pero con el pasar del tiempo nos fuimos acomodando poco a poquito.

En un inicio vivíamos en la casa de una señora llamada Milagros, ella nos rentaba una pequeña habitación por un precio bastante alto a decir verdad; me costó algo de trabajo convecer a mi mamá de entrar a trabajar para poder rentar una mejor vivienda y doy las gracias por haber encontrado un empleo con una buena paga, así y a lo mejor puedo continuar con mis estudios.

...


Me desperté temprano para ir a la oficina de mi jefe, quién es el encargado de darnos a cada uno de los empleados un un montón de periódicos, los cuales debemos repartir en las colonias asignadas. Siempre voy por el mismo rumbo, las mismas calles, los mismos edificios, casas y las mismas personas. Sin embargo, esta vez no fue así.

—Buenos días, Juliana —dice mi jefe al verme llegar.

—Buenos días —respondo.

—Te tengo una noticia —hago un ademán para que continúe —Hoy irás a las residencias del lado norte.

—¿Es neta? —pregunto asombrada. Nunca había ido ahí.

—Así es, y más vale que te apresures porque esa gente es muy madrugadora —asiento con la cabeza y él me entrega el montón de periódicos.

Salgo de la oficina y dejo los papeles en la canasta de mi bicicleta, me subo en ella y pedaleo en la dirección norte.

Las calles por las que voy son bastante diferentes a las que acostumbro recorrer. Estas son más refinadas, digo, se ve que la gente que vive aquí es de lana.

Prácticamente, lo único que hago es hacer un rollito con cada periódico, sujetarlo con una liga y lanzarlo por los aires calculando la fuerza necesaria para que el papel entre a la propiedad de las personas que están suscritas.

Normalmente entrego sólo cuatro o cinco periódicos en cada colonia, pero en estas residencias no hay ni una que no esté suscrita a nuestra imprenta. Ya más de media hora y aún me queda un poco más de la mitad de los papeles que tengo que distribuir.

Decido detenerme un instante, esto de pedalear sin parar es algo cansado, y aprovechando el momento, me pongo los audífonos y en mi celular pongo la música en aleatorio. Vuelvo al camino y lo único en lo que me concentro es en lanzar los periódicos.


tus ojos gigantes
y el olor a una flor que respira.

Y como si en este instante la naturaleza estuviera a mi favor, el aroma de las flores frescas entra por mis fosas nasales.


tu risa dormida
y el vapor que vino del volcán
trae la brisa.

—¡Ey! ¿Qué pedo, wey?

Esperen, cómo que eso no queda en la canción, ¿No?

Giro mi cabeza buscando el lugar de donde proviene aquella voz y me encuentro con una chica de cabello castaño claro y unos ojos tan azules que podían notarse a la distancia. Viste una bata de dormir color rosa mexicano con bordes negros, la cual se ve un poco ¿Mojada?

Valentina Carvajal (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora