Te Encontraré. #segundo Libro

capítulo 2

****** Tres semanas despues**

La sangre escurria por mis manos y mi ropa manchada de sangre era al complemento perfecto al repugnante lugar donde estaba.
El calabozo de la mansión, dos prisioneros importantes, mi abuela y Zafiro.

Sonreí cuando Zafiro empezó a sollozar con fuerza mientras yo jugaba con la daga entre mis dedos apoyado en la mesa lleno de instrumentos de tortura cubiertos de sangre.

- ¿Por qué haces esto?

Pregunto con la voz quebrada.

- Me traicionaste querida Zafiro.

Dije sin ningún interés y lance la daga a su frente, pero falle.
Mi bestia pedia, no, demandaba sangre.

La misma repugnante satisfacción de sentir una vida apagarse en mis manos, no debería darle tantas vueltas pero es que no estaba loco ni era un psicópata.
Mi lobo y mi conciencia gritan que Victoria no querría esto.
Pero la oscuridad se impone cuando la luz se pierde.

- Yo solo quería sobrevivir, esa cosa me tento.

- Mi mate murió por su culpa, para ser sinceros me complace mucho hacer esto.

Dije y lance una navaja que impactó en su frente haciendo que muriera.

Saudí mis manos y llame a unos de los guardias para que sacará el cuerpo y trajera al siguiente.

- Alfa.

Yo mire al chico y gruñi para que dejará mi siguiente víctima en la misma pared cubierta de sangre e humedad.

- Hola querida abuela.

Quite el sacó que cubría su cabeza haciendo que sus colmillos salieran.

- Sueltame en este instante Alex Drake.

Una sonrisa malvada nació en mis labios. Los recuerdos junto a ella se reprodujeron en mi cabeza haciéndome gruñir.

- ¿Alguna razón por la cual debería hacer éso?

- No naciste para Matar Alex, yo me di cuenta de ello cuando te obligaban a entrenar con Cristal.

Era verdad, yo siempre resolvía todo con diálogos, pero la gente buena se cansa de la maldad y se vuelven tiranos.

- Abuela, Abuela ¿qué se sintió matar a tu propio hijo?

Pregunte quitando mi chaqueta y tomando el primer cuchillo.

- Se que tu mate murió.

Mi cuerpo se tenso y tiré el cuchillo haciéndolo impactar en su pierna, ella gritó de dolor haciéndome sonreír.

- Tu repugnante boca no puede hacer referencia a ella de ninguna manera.

Dije poniendo una mordaza entre sus colmillos.
Tome el siguiente objeto, una hermosa daga dorada.
Empezó a balbucear enojada.

- ¿La daga del alfa? Se que la haz estado buscando por años en la familia pero ¿adivina que? Mi padre me la dio a mi.

Era una daga de oro con un mango en una piedra muy difícil de conseguir, fue construida para los alfas, solo se utilizaba para matar a los peores crímenes contra la manada.
Sus colmillos rompieron la mordaza.

- ¡YO MERECÍA ESA DAGA!

Yo sonreí con suficiencia.

- Abuela, es una simple daga, además está daga solo es merecedora de personas justas.

Ahora fue su turno de sonreír.

- ¿Crees que lo que haces lo es?

Yo negué con la cabeza.