Luces de colores

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De nuevo estaba allí, y odiaba estarlo porque sentía sofocarse entre tanta oscuridad tan densa.

La habitación donde se encontraba era gigante, había ruido por todos lados, dejándolo más descolocado que antes. No podía ver más que el cigarrillo encendido a centímetros de su cara, sintiendo el ardor de vez en cuando al caer la ceniza en la piel de sus brazos.

No podía hacer nada, era obligatorio no moverse ni quejarse. Ya estaba acostumbrado a aquello.

—Te dije que necesitaba más clientela, un pobre muchacho no mantendrá mi negocio, Park.

Exclamó una voz grave muy cerca de su oído. No lo veía, pero sentía cómo aquel hombre no dejaba de rodearlo en su asiento.

—Es tan miserable lo que traes.— Elevó su voz, lanzándole a su cara los pocos billetes que Jimin ganaba para él.— Me das vergüenza, Park, a este paso nunca podrás soldar la cuenta de la escoria.

Jimin acalló un sollozo que amenazaba con salir de sus labios, agachando su cabeza sintiéndose fracasado.

No era justo, no cuando a él no le tocaba vivir aquello. No era su culpa la irresponsabilidad de otra persona, no era su deuda y aún así la estaba pagando de la peor manera.

Una mano fuerte reposó en su mentón, al principio sólo se mantuvo allí, pero luego jaló de él, alzando su rostro de una manera dolorosa para su cuello.

—Mirame cuando hablo, pequeño.— Amenazó demasiado cerca para su gusto, ahora veía el diente de oro brillar en la habitación... Era lo único que podía ver.— Tendrás que averiguar la manera de conseguir dinero suficiente si este negocio no es lo tuyo. Anda... Es hora de trabajar.

Una fuerte cachetada llegó a su mejilla, luego una caricia como acto final.

Jimin juraba que aquél desagradable hombre tenía en sus labios una horrorosa sonrisa de satisfacción. Hacerlo sufrir lo entretenía tanto que Jimin ya no tenía el valor para detenerlo.

Simplemente esperaba que el infierno acabara pronto.

Una luz al final de aquella oscura habitación se coló bajo la puerta, se abrió completamente frente a él, dejándolo cegado a la gran claridad de ahora.

Pudo ajustar su vista rápidamente, viendo como los trabajadores grandes y demasiado fuertes una vez más se harían cargo de él... Una vez más.

🌙

Jungkook entregó su tan elaborado proyecto, teniendo de las mejores notas de la facultad.

Se sentía libre ahora que su semestre estaba culminando. Había sido un poco rudo, los estudios más el trabajo llegaban a agotarlo, pero Jungkook era alguien bastante emprendedor, el cansancio sólo lo impulsaba a conseguir lo que quería.

Su turno en la cafetería había acabado, y como recompensa de una semana agitada, pasó por la plaza a comerse un delicioso helado.

La brisa de primavera revolvió sus cabellos, recordándole que hacía un poco de frío como para comer su tan ansiado helado, pero le restó importancia.

Se dispuso a comerlo, degustando el sabor dulzón posado en su paladar, sentado en una banca de la plaza detalló tranquilamente su alrededor. Era de noche, y aunque en el barrio la gente era bastante calmada esa noche de repente las personas decidieron salir de sus casas a tomar un breve paseo en la plaza.

Algunos niños pedían deseos en la fuente mientras lanzaban monedas con sus ojos cerrados, ancianos rodeaban las mesas de ajedrez viendo a sus amigos en algún rápido torneo, y algunas personas como él se dedicaban a ver el paisaje frente a sus ojos.

Addict ➳ Kookmin •☽•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora