Yang

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Chan siempre pasaba por el mismo camino para ir a su casa. Todo era igual. Nada emocionante que contar, seguia estando la misma tienda con el cartel de veinticuatro horas abierta, la señora mayor barriendo a la misma hora y el perro grande que usualmente ladraba al cartero que volvia a pasar todos los días. Era una rutina.

Una que se vio rota cuando cerca del lago vio a un pequeño chico un ovillo. Chan a veces resultaba ser un alma caritativa, al menos cuando estaba de humor, y esa vez lo estaba. Había obtenido una buena nota en el examen y pronto tendrían un juego importante con el equipo de futbol y claramente jugaria, porque sus notas no habian bajado, y su puesto como capitan no estaba en riesgo.

Así que, con ese animo, descendió hasta donde estaba el menor, debía ser unos cuatro años menor, quizá tres. No lo sabia del todo porque no podía ver su rostro, solo podía escuchar como lloraba.

ㅡHey, ¿que pasa?ㅡPreguntó pero tal vez su tono de voz debió ser demasiado porque el chico se encogió en su lugar. Y Chan curiseo en lo que podía haberle ocurrido.ㅡ¿Que tienes?ㅡVolvió a intentar con un tono más suave. El niño negó con su cabeza y el mayor pensó en que parecia tener cinco años.

Entonces de la nada se levantó sorbeteando su nariz y comenzó a buscar por todos lados desesperadamente. Pareció ver algo y corrió hasta ahí, tirandose al piso frente a la mirada completamente confundida de Bang. El niño volvió a lloriquear.

Pero Chan comprendió la razón cuando aquel pequeño,-lo confirmaba, tenia que ser menor que él pero no sabia por cuanto-, volvia con un cachorro de gatito bastante lastimado.ㅡEllos lo hicieron, son malos, yo los vi.

Él no era de piedra. Amaba a los animales por sobre muchas cosas y la rabia le invadio el cuerpo. ㅡ¿Quien lo hizo?

ㅡUnos chicos, tres, intente defenderlo pero eran muchos, pero esta vivoㅡLa voz del pelinegro era baja y apenas podía ver sus ojos por su grandes gafas y por el cabello que le caía por sobre estos, haciendole preguntarse como si podía verㅡ. Yo no puedo llevarlo a casa, mamá es alergica a los gatos, me mataría. Pero no puedo dejarlo aquí solo, y necesita un veterinario.ㅡLo observó divagar, hablando más consigo mismo, pero Chan podía escucharlo.

El no tenía mascotas, su madre tampoco era alergica, estaría menos de dos años más en casa y luego seguro iría a vivir solo. Y era un cachorro indefenso, no era veterianario pero no superaba más de los tres meses.

ㅡYo me lo quedare.

ㅡ¿En serio?ㅡAhora el otro chico le prestó toda la atención del mundo y, cuando recibió un asentimiento de su parte, sonrió mostrando sus dientes chuecos y unos hoyuelos pequeños marcando sus mejillas.

Era adorable.

ㅡ¿Como te llamas?

ㅡYang Jeongin.

ㅡBueno, ya que tu salvaste al gatito. Su nombre será YangㅡLo que no se esperaba es que el pequeño Jeongin se lanzara a sus brazos, y que su dulce aroma terminaria por inundarle por completo.

Luego descubiría que el aroma se asemejaba a la fresia.

El aroma de una flor capaz de entorpecer tus sentidos y llenarte de vitalidad.

Tambien posteriormente sabría que Yang Jeongin tendría brackets y que iba en la misma escuela que él. Que se convertiría en el blanco de sus amigos y, por ende, suyo. Y que terminaría por volverse en una especie de perdición.

Fresia ▬ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora