Las constantes preguntas de Harry no paraban de brotar, una tras otra. Era impresionante como Catherine tenía la suficiente paciencia como para responder cada una de ellas.—¿Por qué nunca hablaste en la escuela? —se atrevío a preguntar Harry tomando asiento en la cama de Catherine, ella le miro de reojo y abrazo una de las almohadas que tenía.
—La escuela me traía malos recuerdos —respondió ella desviando la mirada. Harry la miro inconforme por la respuesta y mordió su lengua—. La mentira de Sara y Gregory, la descubrí antes de mudarnos. Ellos no eran mis padres y me ocultaban las cartas que mamá, papá y mis hermanos enviaban —exclamo con velocidad como si Harry, en su deseo de saber más sobre Catherine le obligará a sacar la verdad a la luz—. Aún duele.
La pelirroja tapó su boca sorprendida y abrió los ojos de par en par. Harry frunció el ceño confundido, no lograba entender que había pasado o por qué había dicho todo sin querer. De golpe.
—Increíble —susurro Sara detrás de la puerta. Había estado espiando al dúo desde el momento en que subieron a la habitación de Catherine. A paso lento y cauteloso volvió a la sala para anotar sus descubrimientos.
Volviendo con los jóvenes. Ambos se veían asombrados, petrificados. La sensación que Harry había provocado en Catherine al momento de decir todo aquello de golpe era inefable, era como sí un hilo invisible atravesará su pecho y a su vez la uniera a Harry.
Se sentía bien hablar de lo que sentía, un peso se le había quitado de encima, aunque no era con Harry con quien Catherine quería y necesitaba desahogarse, se lo había querido contar a Fred o tal vez a Ginny, con quienes solía hablar a menudo por medio de cartas. Aún sabiendo que ni contandoselo a mil personas se sentiría tan bien como se sintió con Harry.
Volvió a la realidad y forzó una sonrisa, que pareció más una mueca. Paso su mano por su enmarañado cabello y se sintió avergonzada por llevarlo así, podría jurar que lo había peinado esa misma mañana antes de ir por Harry, aunque tal vez lo pudo haber olvidado.
—¿Como hiciste... eso? —se atrevió a romper el silenció levantándose de la cama y buscando un cepillo para así aparentar estar de lo más tranquila. Harry acomodo sus lentes y miro cada movimiento de la pelirroja.
—No... No lo sé, solo quería preguntar pero no lo hice porque ya había echo muchas preguntas antes —respondió Harry nervioso, Catherine tomó su cepillo y volvió a la cama mientras cepillaba su cabello—. No quise fastidiar.
—No vuelvas a hacer eso... —pidió Catherine pérdida en sus pensamientos—. Se siente... feo —susurro.
Harry deseo prometer que jamás volvería a suceder lo mismo, sin embargo, lo cierto era que ni él sabía cómo había pasado todo o por qué sintió tanta cercanía a Catherine.
La pelirroja por otro lado creía saber porque había pasado lo que sucedió, se sintió temerosa a esa probabilidad, misma razón por la cual no le sorprendió después de analizarlo bien, es cierto, se limitó a pensar Catherine hipnotizada. Y después de quince minutos decidió que no hablaría más del tema con Potter.
—Dudley es tu primo, ¿cierto? —intento romper el silencio incómodo aún sabiendo que la relación de Harry con Dudley no era buena.
Harry se acomodo mejor en la cama de la escarlata sintiéndose incómodo, tal vez más que cuando sucedió lo de la verdad repentina que soltó Catherine. Froto su brazo y miro la colcha azul que cubría la cama de la chica.
—Es incómodo, ¿no? —hablo de nuevo Catherine al no escuchar una respuesta por parte de Harry. Ninguno de los dos se había atrevido a mirarse por lo que ambos tenían la mirada al frente.
—¿El qué? —pregunto Harry mirando el perfil de la pelirroja, quien aún miraba al frente.
—Toda nuestra... "conversación" —respondió haciendo comillas con sus dedos y por fin atreviéndose a girar su cabeza y ver a Harry.
—Sí —susurro Harry—. ¿Qué tal si comenzamos de nuevo? —Catherine arqueo una ceja y sonrió asintiendo—. Me llamo Harry Potter —exclamo Harry extendiendo su mano derecha.
Era increíble como ambos podían entenderse de cierta forma, eso le hacía sentir tranquilidad a Harry miéntras que a su compañera le inquietaba bastante la idea de tener como amigo al joven Potter.
•Narra Catherine•
—Un gusto, mi nombre es Catherine —dije sin poder contener la risa, nuestra presentación fue de lo más tonta. Harry no se quedo atrás y me siguió.
Ambos seguimos hablando por un par de horas más, parecíamos dos viejos amigos que se encuentran después de tantos años, y no era que me incomodara en lo más mínimo, sí no, más bien me inquietaba saber que todo el juego de la maldición si tenía cierto grado de realidad. Me atemorizaba que las especulaciones de Sara no fueran más que un chiste.
—¿Por qué jamás hablamos en clases? —me pregunto Harry mirando mis figurillas de porcelana que estaban bien acomodadas en una repisa.
En un par de horas Harry ya se sentía como en casa, incluso había tomado una de esas figuras que guardaba con tanto recelo sin recibir alguna queja por parte mía.
Me encogí de hombros: —No tengo idea, supongo que siempre me concentre más en escribirle a mis padres que en hacer amigos —respondí restándole importancia.
Harry se giro dejando en su lugar la figurilla y volvió a sentarse a mi lado.
—Además creí que me odiabas... al igual que el resto de tu familia —añadí recordando el apodo que Dudley me había puesto, niña rara. Harry frunció el ceño y negó repetidas veces.
—Claro que no... bueno, yo no lo hago —me dijo desviando la mirada—. De hecho, me alegra ahora poder ser tu amigo.
—¿Amigo? —pregunte confundida—. Yo nunca había tenido amigos, mucho menos amigas —respondí recordando lo crueles que habían sido conmigo las niñas muggles de la escuela.
—Ahora tienes uno —afirmo Harry sonriendo, como si hubiera sido capaz de ver mi pensamiento reflejado en mis ojos.
•••
Holas mis amados lectores, hasta aquí el capítulo de hoy.
Los amooo <3
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Mi Unico Propósito (Harry Potter y tu)
Teen Fiction- ¿La historia de Harry Potter? -inquirió una anciana, analizando las facciones del joven sentado frente a ella. -Así es... Si no le molesta -respondió con serenidad. La anciana acomodó sus gafas. El joven sin duda era extraño, su cabello alborotado...