Capítulo 34

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Mientras Kaminari, Mina y Katsuki se encuentran frente a la taquilla del cine comprando los boletos, Kirishima, junto a Sero y Shinsō, yacen en la dulcería consiguiendo algunas chuches para disfrutar la función.

Posteriormente, ya todo arreglado, ingresan a la sala designada y suben las escaleras hasta llegar a la fila donde sus asientos se hallan. Katsuki se sienta en la esquina y, de manera inconsciente, Kirishima se decide por sentarse junto a él, sin embargo, la única fémina del grupo se le adelanta. El pelirrojo le quita importancia con rapidez y se acomoda en otra de las sillas acojinadas libres.

La película no es la gran cosa; uso excesivo de screamers, iluminación demasiado oscura, historia sin sentido, personajes vacíos e idiotas, etc. Lo único que lo hace ameno son las bromas tontas de Sero, Mina y Kaminari, además de que este último se ha estado asustando de vez en cuando por su distracción. Kirishima desde hace un rato que se ha sumergido en una conversación con el muchacho de cabellos morados. Katsuki es el único que verdaderamente le ha estado prestando atención a la película, no porque le guste ni nada, es solo que ha pagado por verlas y eso es lo que planea hacer.

Bakugō agradece a un ente superior por haber sobrevivido a una película tan absurda y aburrida, justo en cuanto los créditos aparecen en pantalla. Así, todos se levantan de sus asientos y evacuan la sala. Denki va veloz hacia al baño luego de haberse bebido una soda tamaño grande, pues siente que la vejiga le va a explotar. Al mismo tiempo, el resto de los jóvenes discuten qué hacer a continuación, decidiendose por ir a comer algo ya que la botana durante la película les ha abierto el apetito. Luego de que el muchacho de quirk eléctrico se les une, todos se dirigen a la zona de comida en donde se dividen para ir a pedir sus respectivos alimentos.

Ashido, pegada a Bakugō como casi siempre, sigue al rubio hacia un restaurante de comida rápida donde afirman que sus platillos son los más picantes de Tokio.

—Te he dicho que dejes de seguirme a todos lados, Ashido— habla el muchacho, con su mirada rojiza clavada en el menú que cuelga de la pared—. Es molesto.

—Yo no hago tal cosa.

—Claro. Tampoco te metes a propósito entre Kirishima y yo.

—Ah...— habla la muchacha rosada, con una sonrisa nerviosa como una niñita a quién han atrapado a mitad de una travesura—. ¿Te diste cuenta?

—¿Me ves cara de imbécil? Por supuesto que me di cuenta. No te dije nada antes porque pensé que te cansarías de eso eventualmente, pero continuas haciéndolo. Es jodidamente irritante.

—Es que estoy preocupada por ti.

—Pues no tienes por qué. Ya te lo dije, estoy bien.

—¿Seguro?— pregunta ella y al fin Katsuki se gira a mirarla con cara de desinterés total—. Es que sé que es doloroso sentir un amor unilateral, sobre todo cuando ves que esa persona está con alguien más. Pensé que lo mejor era que te tomaras un espacio entre Kirishima y tú. Quería que dejaras de pensar en él para animarte.

—No necesito tu ayuda— gruñe el muchacho, haciendo que Ashido se encoja en su sitio y se balancee suavemente hacia adelante y hacia atrás, con las manos en la espalda—. No necesito la estúpida ayuda de nadie. ¿Cuántas veces tengo que repetirtelo? Estoy bien. Ahora, deja de preocuparte innecesariamente por mí y deja de interferir porque no tienes razón para hacerlo.

—Sí. Supongo que no ha estado bien. Lo siento. No lo haré más.

—Perfecto— Katsuki, suelta un bufido y, contra todo pronóstico pensado por Mina, revuelve su rosado y esponjoso cabello—. Gracias. Pero no hagas algo tan estúpido como cockblocking de nuevo o juro que te haré explotar la cara. Ahora, vete a comprar de una buena vez y déjame pedir mi maldita comida que realmente tengo hambre.

Sentimientos por la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora