Para ti, mi plan maestro inexistente.
Liz
Tengo 17, honestamente el semestre pasado reprobé literatura, en el fondo siento que no debería de escribir esto y que es una ofensa para cualquier buen escritor o erudito de la materia. Dicho eso, sólo quisiera añadir que esta obra es meramente ficción, todos los personajes, lugares, eventos y mentadas de madre son ficticias.
Conocí a Liz en una de esas fiestas masivas esas llamadas "Raves", estaba hasta el tope de alcohol y alguna que otra droga que le debió de regalar algún tipo que probablemente se la quería llevar a su auto y tener una sesión sexual de escasos 5 minutos, lo que para él sería agradable y podría contar al día siguiente a alguno de sus perdedores amigos. Afortunadamente (al menos para Liz) el tipo debió de haberla olvidado, quizá divisó otro par de piernas que le parecieron mejores o la técnica que había aplicado con ella la tenía con otras dos o tres y alguna cayó antes que Liz, que suerte.
Tal vez no era su mejor momento, pero mientras veía cómo expulsaba todo ese alcohol y drogas recargada en una barda de aquel terreno no podía dejar de pensar que era algo, así que me acerque a ella y recogí su cabello, pues ella estaba tan perdida que por poco manchaba su cabello café oscuro, tome una de las pulseras que tenía en su muñeca y con el mayor cuidado posible le hice una cola de caballo seguido por las primera palabras que le pronuncié en la vida, "¿Vienes seguido por aquí?" Le dije con un tono medio burlón. Ella se quedó callada un rato pero después de unos minutos y de terminar de vomitar dijo: "Llevo mucho viniendo a estas fiestas, pero nunca había probado el LSD y la mariguana combinadas, es todo un viaje". Ella esbozaba una sonrisa como si unos minutos atrás no hubiera estado vomitando y tosiendo descontroladamente, no puedo mentir, eso me gusto, yo sabía de personas locas y de ambiente fiestero, pero realmente nunca me había topado con una en persona. Después de quedarme mirando un rato su rostro sonriente, me presenté con ella. "Me llamo Jaime, pero mis amigos me dicen James. ¿Cuál es tu nombre?". "¿Qué nombre te gusta?"-Dijo ella en un tono vacilador- Puse una cara de duda, ella sonrió y dijo-"Dime Liz".
Después de un rato de una plática lo suficientemente absurda como para escribirla, ella se fue, no me pasó su teléfono, dirección, escuela o siquiera su perfil de Facebook, no podía evitar pensar que había hecho o dicho algo mal, algo que debió de quitar cualquier interés posible hacía mí. Las siguientes cuatro semanas no pude pensar en algo más que en aquella conversación. ¿De verdad soy tan aburrido? ¿Será que no le gusté? ¿Platicar que prefieres ver National Geographic en vez de MTV está mal? ¿Acaso había fingido todas las risas que le provoque? Todas esas ideas estaban torturándome hasta esa tarde del 25 de marzo de 2012.
Antes de continuar con lo que tal vez piensen fue la mejor historia de amor jamás escrita en la historia déjenme decirles algo... Ella iba de la mano con un tipo. Bien parecido, muy delgado y un poco chaparro, ellos venían hacia mí, yo no sabía qué hacer, mi cabeza estaba hecha un lio, llego el momento, estábamos a unos 5 pasos de distancia y sólo pasaron, así de simple, no hubo miradas cruzadas, no hubo un "Hey tú estabas en aquella fiesta del fin de semana", no hubo nada, probablemente ella ni siquiera recordaba mi existencia. Me sentía traicionado, aunque sabía perfectamente que no tenía por qué, los siguientes dos meses estuvieron llenos de frases y sensaciones típicas de un adolescente, tales como: "El amor vale mierda" "No creo en el amor a primera vista" "No quiero una relación, eso es sólo una atadura innecesaria" y demás, es gracioso como nos llegamos a deprimir por algo que ni siquiera sucedió, pero es por eso, porque no sucedió, cómo sea, siempre puedo masturbarme con su recuerdo, aunque sea asqueroso, deprimente y moralmente incorrecto.
No soy la mejor persona del universo, pero al menos no creo serlo.