Capítulo 8: "¿Asustada? No, no. Asombrada antes de tiempo."

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Pasaron unas semanas y uno de los primeros días de Febrero, Lucy, Gemma, Ruth y yo decidimos ir al local de Allan. Llegamos a la calle dónde se suponía que debía estar su establecimiento y lo buscamos entre los locales. Entonces divisé una pequeña tienda entre dos edificios altos de apartamentos. Ahí estaba. Como decía el letrero, no era una tienda.

"JONHSON'S ACADEMIA DE BAILE, CANTO E INSTRUMENTOS VARIADOS".

Nos acercamos a la puerta que estaba repleta de niños pequeños con mochilas/fundas de instrumentos a sus espalditas. Esquivamos como pudimos a los escolares y nos colamos por la puerta. Al entrar tropecé con un escalón, pero sin llegar a caerme, porque simplemente no lo vi. Gracias a los grandes reflejos que me han concedido, conseguí poner el pie derecho como apoyo mientras el izquiero se doblaba y me producía dolor. Me incorporé con algunas risas infantiles de fondo.

—¡Odio los niños! —Susurré para mí misma.

—¿Has visto un billete de 10 libras en el suelo o qué? —Bromeó Ruth, ya que al.parecer fue la única de mis amigas que se dio cuenta de mi tropiezo.

—No, pero seguro que tu cerebro es igual de fino que uno de esos.

—¡No te pases, Stuart! —Dijo riendo.— ¡Cómo las devuelve la niña!

Gemma y Lucy ya estaban delante del mostrador de recepción, nosotras las alcanzamos enseguida entre risas y manotazos de broma.

—Habla tú, que es tu tío el que es su amigo. —Me susurró Lucy.

—Vale —le contesté—. Hola, perdone, estábamos buscando a Allan Johnson.

—Si quieren apuntarse a algún curso o taller, yo mismo puedo atenderles y resolver sus dudas. —Me respondió el chico joven que segundos antes fijaba su vista en el ordenador.

—No, verá —como se ha podido notar, mantuvimos la cortesía, tanto yo como él, durante toda la conversación. Por experiencia, sé que si quieres quedar como una persona educada y culta, debes mantener el respeto ante toda la gente que no conozcas o con la que no tengas confianza—, venimos a tratar un tema más personal que cualquier curso. Es más, mi tío, Paul Green, nos recomendó que viniésemos.

—Está bien. Esperen un momento aquí mientras yo lo aviso.

El pelo castaño del chico desapareció por una puerta de detrás del despacho de recepcion, dónde nos encontrábamos. Pasados unos minutos, el que suponía que era Allan apareció por esta puerta seguido del chico recepcionista.

—Hola, yo soy Allan Johnson. —Nos estrechó la mano una a una.— Encantado de conoceros.

—Yo soy Anne Stuart, ella es Ruth Parker, ella Gemma Mars y ella Lucy Smith. —Nos presenté con una sonrisa.

—Encantada de conocerle. —Dijeron mis amigas.

—Tuteadme, por favor. ¿Qué tal si hablamos sobre lo que se os ha perdido por aquí mientras tomamos unos cafés en la cafetería de aquí?

—Eso sería genial. —Contestó Gemma.

Rodeamos la recepción y seguimos hacia delante por un pasillo hasta llegar a dicha cafetería. Imaginé que estaría allí para entretener a los padres mientras sus hijos terminaban sus clases, ya que la cafetería estaba llena de adultos.

Allan se acercó a una mesa y tomó asiento invitándonos a que le imitemos, y así hicimos.

—Bueno, soy todo oídos. —Confesó alegremente Allan.

—Está bien, antes de nada, queríamos decirte que venimos de parte de Paul Green, mi tío.

—Ah sí, el gran Paul. ¿Es tu tío?

—Sí, lo es. Bueno, empecemos por el principio. Nosotras nos conocimos en el instituto en el que estudiamos actualmente. —Empecé nuestra historia.

—Todas estamos en el mismo curso, excepto Gemma que es un año mayor. —Añadió Lucy. Una camarera dejó cinco tazas de cerámica que contenían unos cafés ardientes y repletos de cafeína en la mesa.

—Y entonces —seguí—, nos hicimos muy amigas y un día caluroso del verano pasado las invité a mi casa, para que nos bañasemos juntas en mi piscina. Después de nadar un rato, estuvimos un rato hablando en mi habitación y Ruth —la señalé— nos enseño un vídeo de unas chicas de You Tube cantando.

—Entonces, pensamos que podríamos hacer lo mismo. —Terminó Gemma.

—Pero sólo queríamos cantar y ver qué pasaba. —Comentó Lucy.

—Y aquí estamos, con dos vídeos subidos a Internet, pero estamos demasiado perdidas. Nos gustaría que alguien nos diese clases de canto para mejorar y que nos "guiase" en esta industria. —Hice gestos de comillas en la palabra señalada.

—Está bien. ¿Qué canciones habéis interpretado hasta ahora? —Preguntó Allan, después de un silencio de unos cuantos segundos que me puso muy nerviosa.

—I Kissed a Girl de Katy Perry y Poker Face de Lady Gaga. —Respondió Gemma.

—¿Todo a acapella?

—Sí, aunque respetando los tiempos musicales y los espacios instrumentales. —Dice Lucy.

—Lo primero que vamos a hacer, si os parece bien —las cuatro asentimos antes de siquiera saber de qué estaba hablando Allan—, será ver los vídeos y corregirlos, añadirles cosas o comentarlos, mejor dicho.

Allan se disculpó un momento y caminó hacia un despacho. Cuando volvió, trajo consigo un portátil blanco. Le enseñamos nuestros dos vídeos y él fue nombrando uno a uno los fallos que cometimos. Eran bastantes. "¿Ves? Aquí te has ido del tono." "Aquí estás forzando demasiado la voz." "Ahora tú has hecho un falsete y la canción original no lleva falsete en esta parte." "No puedes hacer esto, no es bueno." "Has vuelto a desafinar."

—Está bien, no os voy a mentir. Estáis verdes, demasiado diría yo. Aunque es cierto que unas más que otras. Son voces desentrenadas y deseducadas pero puedo corregirlas. Sin embsrgo, tenéis bastante rango y eso es bueno. —Calificó Allan.— Mirad, ahora mismo tengo un aula libre, podemos pasar y os enseño como calentar la voz... —Se queda en el aire.— ¿A que cantásteis sin calentar la voz previamente?

—Sí. —Pronunciamos todas.

—Eso no es bueno. Venga venid —se levantó—. Pasad por aquí.

Pasamos a una clase de paredes blancas. A la derecha de ésta había un estudio de grabación. Mi boca se abrió. Nunca había estado en uno. Me impresionó de tal manera que fui incapaz de cerrar mi bocaza.

—Esto es genial. —Dije.

—Pues este es bastante pequeño los hay más grandes y... —Dejé de escuchar a Allan.

Allan y las chicas siguieron hablando entre ellos. Yo sólo me limité a pensar y observar.

No puedo describrir cómo me sentía. Sólo estaba... No sé como estaba, sinceramente... ¿Asustada? No, no. Asombrada antes de tiempo.

Allan nos inició un poco en la música profesional y nos dió una charla de las discográficas más importantes de Inglaterra y de Europa. Cantamos un poco para él mientras él nos corregía con gestos. Pasamos la tarde aprendiendo a entrenar la voz.

—Seguiremos otro día, habéis tenido suficiente por hoy. —Nos despidió.— Practicar en casa es la mejor forma de mejorar. Volved a cantar las canciones que subísteis a Internet, os iréis dando cuenta de vuestros errores y nunca más los cometeréis de nuevo. Cada vez que veáis las actuaciones pensaréis más veces: ¿cómo pude hacer esto?

—Gracias por todo, Allan. —Dijo Gemma y nos fuimos de allí después de eso.

El Susurro de AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora