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Minutos después ambos aún respiraban entrecortadamente

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Minutos después ambos aún respiraban entrecortadamente. Christopher aún seguía dentro de Joel y éste estaba con las manos apoyadas en los costados del castano, inclinado hacia atrás, con los rizos pegados a la frente con sudor.

Ninguno de los dos lo había notado antes, pero ahora que normalizaban sus ritmos cardíacos y respiratorios, escuchaban la fuerte lluvia que caía en la fría ciudad de Londres.

Joel se levantó, des-penetrándose y se paró algo incómodo.

-Eso sí que ha sido fantástico.

-Tienes razón- concordó Christopher aún tirado en la cama.

-Creo que debería irme- -dijo el hombre-gato mirando todo que no fuera el castaño. Intentaba no mostrarse nervioso, pero su cola se movía nerviosamente en el aire.

-Está lloviendo como si no hubiera un mañana y tú no tienes tu auto. ¿Quédate hasta mañana?.

-No lo sé...- dudó.

-Oh, vamos, ¿no se supone que a los gatos no les gusta el agua?

Joel frunció el ceño.

-Oye, eso es un estereotipo.- se cruzó de brazos

-Así que te encanta la lluvia y mojarte como si fueras un pez- afirmó.

Joel bufó, derrotado.

-Touché- admitió.

-Voy al sofá- informo el de ojos color almendra. Se levantó, tomó sus bóxers y se los puso antes de que el hombre-gato lo detuviera.

-No, no, no. Aquí el gato soy yo y puedo dormir en donde sea.

Dicho esto, tomó su ropa, salió del cuarto y cerró la puerta, sin dejar a Christopher decir nada más.

Se vistió nuevamente y se acostó en el sofá.
No mucho tiempo después, los truenos comenzaron.

Un trueno. El rizado tomó un cojín y tapó su rostro con él.

Otro trueno. Todos los recuerdos volvieron a su mente como una película, haciéndolo sollozar y morder su labio.

Uno más. Se levantó del sofá, aún con el cojín en la mano, y se dirigió a la puerta de la habitación del menor lo más silenciosamente que pudo.

Se deslizó por ella hasta quedar sentado en el suelo con la espalda apoyada en la cálida madera.

Apoyó una oreja en ella y agudizó el oído lo más que pudo. Oía la respiración del palido , más no era tan lenta como la de una persona dormida, era normal, por lo que dedujo que el castaño estaba despierto.

Otro trueno lo tomó por sorpresa y le hizo soltar un grito ahogado. Rápidamente se llevó la mano a la boca para intentar acallar los sollozos y tapó su cara nuevamente con el almohadón.

De repente, la calidez y la dureza de la puerta fueron retirados de su espalda.

-¿Qué sucede, Kitten?- preguntó

Joel sólo se abrazó al almohadón y negó con la cabeza.

-¿Le temes a las tormentas?

No obtuvo respuesta alguna, sólo más sollozos.

-Tomaré eso como un sí, ven, puedes dormir conmigo ¿si quieres?.

La única respuesta que obtuvo por parte del rizado fue que los sollozos fueron bajando de intensidad hasta sólo ser algunos hipidos.

-No piensas moverte, ¿verdad?

Sin respuesta.

-Bien, si eso es lo que quieres...

Lo tomó en brazos y lo levantó. Joel se pesaba sólo un poco más, ya que estaba hecho bolita. Lo llevó hasta la cama y lo dejó sobre el colchón. Tironeó del cojín para quitárselo, pero Joel lo tenía firmemente agarrado.

-Vamos... suelta... deja... el... puto... cojín...- decía mientras intentaba zafarlo de las manos del ojimiel, quien negaba con la cabeza enérgicamente-. Está bien, quédatelo- gruñó. Volvió a acostarse en la cama y cubrió a ambos con las sábanas.

Otro trueno se escuchó por todas partes, haciendo que el hombre-gato volviera a llorar.

Christopher lo abrazó cómo pudo e intentó calmarlo.

-Shh... está bien. Estoy aquí. Duerme.

-Tú no vas a abandonarme en una caja de cartón, ¿verdad?- se oyó la voz del ojimiel, amortiguada por el cojín.

"¿Qué le habrá sucedido?" Se preguntó Christopher.

-No. tranquilo, no voy a abandonarte.

Minutos después, cuando el menor creyó que el rizado se había quedado dormido, oyó su voz nuevamente:

-Joel.

-¿Qué?- preguntó.

-Joel. Es mi nombre- explicó, reteniendo su labio inferior con sus dientes.

Sí, ninguno, hasta el momento, conocía el nombre del otro. Nunca había surgido el tema.

-Es muy bonito. Es biblico, ¿verdad?

-Mhm.

-Mi nombre es Christopher.

No quiso darle importancia el rizado. No debía.

-Duerme, Joel. - la falta de interés del rizado le molesto un poco al castaño.

-No puedo.

-¿Por qué no puedes?

-Las tormentas me traen recuerdos traumáticos- explicó sencillamente.

-Bueno, yo voy a ayudarte a dormir.

-¿Cómo?

-Bueno, mi segundo gato, Bodie, era muy travieso, entonces lo hacía dormir así...- comenzó a rascar suavemente la base de las orejas de Joel.

El hombre-gato comenzó a ronronear armónicamente.

-Se siente muy bien...- susurró.

-Duerme, minino...- siguió rascando un poco más hasta que notó que el cuerpo del rizado se relajaba notablemente. Ya se había dormido- Buenas noches, Joe , dulces sueños...- le susurró casi inaudiblemente antes de caer totalmente rendido a los brazos de Morfeo.

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Meow?😻 † Adaptación †Donde viven las historias. Descúbrelo ahora