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Durante el tiempo que le tomó hacer el viaje de su trabajo hasta el centro comercial pensaba que no tenía razones para hacer lo que hacía y sentir lo que sentía, era injusta, con ella y con todos a su alrededor, merecía ser llamada escoria pero todo lo que recibía era amor, estaba fastidiada de tener que intentar hacer las cosas correctas, pero no saber exactamente cuáles eran. 

Lo vio, en el mismo lugar de siempre, pensó de nuevo lo mal que estaba haciendo para los demás...pero no para ella. 

Sonrió en su dirección como tantas otras veces,  se acercó a él impaciente por recibir el mínimo calor de sus fuertes brazos. 

  —¿Te noto distraída?— Mencionó con una sonrisa y los ojos entrecerrados, era más una seña de afirmación y la intriga de saber porqué. 

  —Un poco cansada, tuve unos problemas con una clienta— Esa siempre había sido la respuesta, mencionó nuevamente, intentando guardar sus problemas para ella misma. 

Él asintió, sabiendo el modo en que aquello hacía decaer el animo en ella, le dio un vistazo, su larga falda, sus neutros colores, su cabello esponjoso y la silueta de toda una dama, suspiró, aún habiendo compartido tantos momentos juntos no sabía bien cómo tratarle. 

Se dio cuenta, lo sabía, estaba alimentando el enredo que no sabía bien cómo comenzó, eran amigos, amigos que compartían amigos, amigos que sino fuera por los contactos nunca se hubiesen conocido, amigos que no tenían una razón para encontrarse sin sus demás amigos, amigos que comenzaron a hacerlo por una extraña sensación que surgió y que nadie quiso quitar, sino alimentar. 

Un teléfono sonó, ella rebuscó en su bolsa que colgaba de su hombro, miró el contacto y un revoltijo de sensaciones la recorrió. 

  — ¿Cariño?— Dijo neutral al descolgar el teléfono— ¿Es urgente?, estoy con Teo, no...de acuerdo, llego en quince minutos, te amo.

El silencio tardó sólo unos segundos.

  — ¿Me dejas acompañarte?— Había suplica en su mirada, desde hacía tiempo esperaba el poder pasar un tiempo contigo, le dio la mano, esperando en ser tomada— Te compro algo en el camino, anda.

Y con esa sonrisa cómo iba alguien a negarse, tomó su mano, sintiéndose pequeña, tomaron camino al estacionamiento, subiendo al coche polarizado, parando en un lugar de autoservicio para pedir dos helados, en silencio mientras que a modo veloz el sol comenzaba a bajar, dejando el panorama de tonos anaranjados. 

  —¿Quieres pasar?, a Luis le vendría bien compañía amistosa, ha estado trabajando demasiado— Mencionó con la cabeza gacha, lo escuchó afirmar, volviendo la sonrisa de agradecimiento hacia él.

Subieron cuatro pisos en ascensor, recordando la vez que los tres se creían atrapados en ese reducido espacio, recordando internamente cómo cada uno tenía cierta  sensación de incomodidad, pero con un Luis presente ninguno nunca mencionó nada al respecto. 

Sacó su llave de la bolsa y les hizo pasar, encontrándose con un momento muy común últimamente. 

Ella se acercó a su pareja quien se mantenía en el escritorio entre papeles, le dio un beso en la mejilla en manera de saludo, tomó sus hombros y le giró para tener su atención. 

  —Teo vino a pasar el rato, por favor, intenta relajarte un poco— Le habló de manera dulce mientras él asentía y besaba delicadamente sus labios, se giró para guardar su avance en la computadora y se levantó para recibir a su amigo. 

  —Wendy dice que te has fusionado con el trabajo y sabes que no dejaré que sigas así— Se saludaron como siempre, un apretón de manos y risas de por medio. 

Mientras los dos amigos tomaban platica en la sala de estar, Wendy les miraba de lejos, sonriendo satisfecha, le gustaba escuchar de nuevo esas risas, entonces fue a hacer por lo que la necesitaban, se dirigió a la cocina mirando los ingredientes que necesitaría para preparar a tres personas. 

  —Mi amor, iré a la tienda, me hacen falta unas cosas— se acercó a ellos,tomando su bolso—¿Quisieran algo más?

Luis se puso de píe, tomándola de la cintura y de forma juguetona besando su cuello, ella sonrió satisfecha por el contacto y su invitado reflexionaba sus acciones en ese momento, arrepentido por las sensaciones en su interior. 

  —¿Qué tal unas cervezas?, que te acompañe Teo mientras me doy una ducha rápida, es la primera vez en dos días que me despego del computador— Se rió, dando un último beso y sacando dinero de su cartera para entregárselo a su pareja, desapareciendo en la puerta de su habitación. 

Se miraron desapareciendo cualquier rastro de diversión, con algo de incomodidad cada quién tomó su abrigo y salieron fuera del apartamento. 

  —¿Hice algo mal?—Fue la pregunta que salió de los labios de Teo, hace una hora estaban felices con la compañía del otro, y ahora parecieran completos extraños.

Ella negó repetidas veces, suspirando y volviendo a sonreír, se odiaba tanto. 

  —Me quedé pensando solamente, creo que debería dejar la cafetería por un tiempo, Luis está infestado de trabajo y yo siento que necesito estar cuidando de él o se pondrá mal, no come, no duerme, apenas sonríe y ya no...— detuvo sus pensamientos, le miró avergonzada—No importa, sólo pediré un descanso de 10 días y dejaré de estresarme yo también.

La miró sin saber muy bien qué hacer o qué sentir, se quedaron así unos minutos, ambos con la mirada en otro lado menos entre ellos, hasta que sintió una presión alrededor de su pecho, la abrazó pues sintió que era lo mejor,  por eso y porque sabía que no podría tener más ese contacto tan cálido y que sólo hasta ese momento se dio cuenta de lo mucho que le encantaba sentir el frágil cuerpo contra el suyo. 

  —Está bien, tranquila, somos amigos y sabes que te apoyo si lo necesitas. 

Ninguno quería dejar el cálido contacto, cada uno lo sabía pero nunca quisieron decir nada, no era bueno, no tenía porque ser y nunca sería, no se lo permitirían, ellos eran amigos, amigos que no tenían porqué verse sin sus demás amigos. 



Primer capítulo de no sé cuantos más. 

¡Cuales podrían ser esas dos canciones y vídeos que motivaron esta enredada historia? 


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⏰ Última actualización: Jan 11, 2019 ⏰

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