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Miro como Arthur sale de la bañera salpicando un poco de agua hacia mi.

-¿Cómo estás? -se gira para mirarme mientras se seca-.

-Mejor, la fiebre ha bajado un poco... -digo mientras me quito el pañuelo húmedo de la frente-.

-Me tienes preocupado.... No has dejado que me quede contigo para cuidarte.

-Arthur puede ser una enfermedad contagiosa... No puedo exponerte, no quiero que os pase algo...Sabes que pronto tengo que irme a Irlanda... Allí hay buenos médicos, conozco gente...

-Pequeña, te prometí no dejar sola... ¿Por qué no puedo ir contigo?

-Cariño, ya te he explicado que no sé cuánto tiempoz voy a estar fuera, además serán muchas reuniones... -siento como la fiebre me impide hablar-.

La puerta de la habitación se abre dejándome ver un Thomas bastante preocupado.

-Arthur fuera, tenemos que hablar de un asunto ella y yo -miro a Artur mientras le sonrío-.

-Hazle caso a tu hermano... Por favor Arthur, solo serán unos minutos. Te prometo que si me muero te aviso.

-Evylen no tiene gracia tu comentario -me mira serio antes de irte-.

Thomas se asegura que la puerta está completamente cerrada para sentarse a mi lado y cogerme la mano con fuerza.

-No puedes irte a Irlanda en ese estado Evylen.

-Tommy sabes las obligaciones que tengo con mi organización.

-Sabes que Arthur no se traga eso de los médicos ¿verdad?

-No puedo quedarme, si me quedo los matarán.

Seis meses después

Llevo medio año combatiendo en Irlanda a pesar de mi enfermedad. Estamos encasillados en la  parte del norte de Irlanda ya que ejercito inglés no quiere darnos esa parte del país. 

Llevo unos meses enviándole cartas a Thomas, tengo ganas de recibir su respuesta de la última carta que le he enviado, expresándole lo mucho que los echaba de menos, sobre todo a mi Arthur. Me sentí más mal al mentirle sobre mi viaje, pero era lo mejor para él.

-¿Ha llegado algo? -pregunto a mi Segundo al mando-.

-Nada... ¿Estás segura de que le llegan las cartas?

-Eso me han dicho...

-Dentro de poco tiempo volverás a verlos tranquila -asiento mientras me tumbo en mi cama-.

-No sé si volver a Birmingham si no contesta a la carta, no quiero problemas después de lo de O'Conell, estamos jodidos a pesar de ser la inteligencia de la organización. 

-¿Has pensado en dejarlo? Puedes retirarte, no estas completamente curada por lo que puedes comunicarles que quieres dejar tu puesto y encontrar un negocio donde tu quieras.

-Necesito pensar un plan mientras tanto, necesito ayuda, la necesitamos...

-¿Tienes algo pensado? Sabes que los hombres leales te seguiremos y te ayudaremos. 

-Dame unos días para pensar en algo -él asiente sentándose en la silla que hay frente a mi cama-. 

Birmingham, casa de los Shelby.

Narrador omnisciente.

Grace mira como la ama de llaves, de la nueve y lujosa casa de los Shelby,  recoge las cartas mientras habla con el cartero.

La mujer, camina de nuevo hacia la casa sin darse cuenta de que la reciente mujer de Thomas Shelby la observa desde la ventada del gran salón de la casa. Abre la puerta de la casa encontrándose a Grace Shelby mirándola con una sonrisa.

-¿Han llegado nuevas cartas?

-Sí, pero todas son para el señor Shelby, las dejaré en su despacho.

-Tranquila Greta puedo dejarlas yo -la pequeña ama de llaves sonríe pensando en la buenas intenciones de la nueva Shelby-.

-No se preocupe es mi trabajo -Greta da unos pasos para alejarse de la rubia pero esta se interpone en su camino-.

-He dicho que ¡yo! se las llevo a mi marido.

-Sí señora -la castaña baja la cabeza mientras le entrega las cartas a Grace-.

La rubia camina con rapidez hasta el despacho de su marido, posa con rapidez las cartas en el escritorio de su marido mientras mira todas las cartas hasta encontrar la carta que andaba buscando, la carta recién llegada de Irlanda. Sin cuidado alguno la abre, la lee y al terminarla busca un mechero para quemar la carta.

De lo que no se dio cuenta es que su marido está observando todo desde el primer momento. Tommy Shelby entra cerrando la puerta antes entreabierta, asustando a su mujer que deja caer el mechero al suelo.

-¿¡Desde cuando lees mis putas cartas!? -grita cogiendo la carta ante la tentativa de quemarla por parte de su mujer- ¡Contesta!

-¿Quién es esa mujer? ¿Qué tienes que ver con vosotros?

-¡Nos has echo creer que la habían matado! ¿¡Cómo te atreves!?

-¿Te la follabas? 

-¡Arthur se ha casado con otra puta mujer! ¡Por tu culpa!

En el frío Invierno ACTUALIZACIONES LENTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora