CAPÍTULO 29

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- Están increíbles – sonreí agradecida por el elogio de Mateo del departamento de maquinarias.

- Muchísimas gracias. Allí están las de tu departamento, si falta alguna avísame con tiempo – asintió – Nos vemos, que pases buena tarde.

Caminé hacia el elevador en el segundo piso y continué hacia mi oficina, ya más tranquila por haber terminado todos los preparativos para la fiesta. Saludé a Gabriela, quien como siempre estaba hablando por teléfono. Ingresé la tarjeta a mi oficina, buscando la invitación de Don Gruñón.

Cuando la tuve en mano, salí hacia donde estaba Gabriela, indicándole con gestos si podía entrar. Ella solo asintió y caminé hacia su oficina. Toqué un par de veces en la puerta y entré. El señor Britt estaba totalmente guapísimo en su traje gris, dándole un aspecto más juvenil y menos serio con su barba un poco más crecida de lo habitual. Carraspeé para indicarle que estaba allí, captando de inmediato su atención. Me acerqué a su escritorio y le extendí la invitación para la fiesta de Navidad, su rostro reflejaba sorpresa.

- Acepte la invitación. Usted decida si irá o no – le dije, aún con su expresión sorprendida. Se veía muy tierno, pero aparté esos pensamientos de mi cabeza.

- Le había comentado que no me agradan estas festividades– respondió ahora cambia a serio, su tono firme y directo contrasta con la imagen relajada que proyectaba momentos antes.

- Lo sé, señor Britt, pero como es una tradición anual de la empresa, sería un honor contar con su presencia – respondo con profesionalismo, manteniendo la compostura a pesar de la tensión en el ambiente.

El señor Britt examina la invitación detenidamente antes de responder. Parece meditar cada palabra, como si estuviera evaluando cuidadosamente sus opciones.

- Está bien, Janine. Iré a la fiesta – finalmente dice, y su rostro muestra una expresión que no logro descifrar completamente.

- Me alegra escuchar eso, señor Britt. Será una buena oportunidad para que todos compartamos un momento agradable fuera del entorno laboral – comento con sinceridad, tratando de aliviar la rigidez del momento.

El señor Britt asiente con un gesto leve y guarda la invitación en su escritorio.

- Gracias por traérmela, Janine. Eso es todo por ahora – indica con un tono más amable, lo que me sorprende gratamente.

- De nada, señor Britt. Si necesita algo más, estaré en mi oficina – me despido con cortesía antes de retirarme.

Salgo de su despacho sintiéndome aliviada por haber completado la tarea, pero también intrigada por la reacción del señor Britt. Camino de vuelta a mi oficina, reflexionando sobre la dinámica peculiar que siempre parece rodear nuestras interacciones. Alguien toca la puerta.

- Caramba, ¿qué sucedió allá dentro? - me mira Gabriela riéndose.

- ¿Por qué lo dices?

- No dejas de sonreír - reímos.

- Me retiraré un rato, tengo una cita con el médico. Por si sucede algo o el señor Britt necesita algo, me llamas.

- No te preocupes, ve tranquila – asiento

Busco mi cartera. Salgo del edificio y tomo un taxi, indicándole la dirección. Respiro entrecortadamente, muerta de nervios. Sé que esto es bueno para mí, me repito varias veces.

"Hemos llegado, señorita"

Me saca de mi trance el taxista. Pago la tarifa, bajo y me quedo en shock al ver el hermoso edificio frente a mí. Respiro hondo para reunir valor y entro, encontrándome con una señora de tercera edad en recepción. Le sonrío, le comunico sobre mi cita y qué doctora me toca. Ella con gusto me indica todo lo que debo hacer antes de entrar al despacho.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora