Todos los alumnos se encontraban en el aula aún, era la última hora de un Viernes, y por fortuna para la clase la última hora estaba destinada para anatomía.
No es que fuese una clase entretenida ni especial, no, ni siquiera les gustaba a ninguno de los ventiocho alumnos, sin embargo había algo en aquella clase que parecía captar el interés de todos ellos, el profesor.
Y es que el profesor Jeon no era cualquiera.
Era más joven que cualquiera de los profesores de aquel instituto, ya que había acabado la carrera mucho antes que el resto, y a diferencia de los demás profesores del instituto a pesar de estar siempre serio y firme nunca era desagradable y respondía a todo de forma amable, nunca gritaba a sus alumnos ni los solía exceder de trabajo, por lo que era el favorito de muchos de los alumnos...pero dejando aparte su personalidad había algo más, algo que hacía que sus alumnos no dejaran de prestarle atención en toda la clase, y no era solo por su grave voz que recorría todo tu cuerpo en forma de escalofrío cada vez que hablaba, tampoco por su mirada que parecía poder atravesarte y ver hasta tu alma...No, era por la simple razón de que el Señor Jeon siempre mantenía una postura firme y recta que te hacía respetarlo, y parecía tener un físico hecho mismamente a mano, su cabello liso y oscuro que le daba profundidad a su mirada, su espalda recta, la posición de sus hombros, sus tonificadas piernas que a veces parecían luchar por salirse de los pantalones de traje que solía llevar, y por supuesto no hay que pasar por alto el hecho de que al llevar siempre camisas se produjese el maravilloso milagro de que al darle la luz del sol se produjese una leve transparencia, por la cual si estabas lo suficientemente atento, y normalmente sus alumnos lo estaban, lograbas ver su torso, o como cada vez que se quitaba la chaqueta y dejaba ver su camisa ser apretada por sus fuertes brazos...sin duda una imagen digna de ver...
Sin embargo, el Señor Jeon sólo parecía prestar atención extra para uno de sus alumnos, Park Jimin, quien era perfectamente consciente, ya que Jungkook atendía primero sus dudas, siempre le ayudaba en todo lo que le pudiese llegar a costar, o por el hecho de que constantemente le dedicaba profundas miradas, quizá por aquella vez que le llamó para ir a su despacho a hablar sobre un examen y le dio un repentino beso en los labios el cual el menor no dudó en corresponder ya que su profesor le atraía de muchas maneras, o por el hecho de que cada Viernes Jimin llegaba tarde a casa siempre con alguna excusa del instituto, al menos eso creía su familia.
A pesar de ello ambos sólo eran profesor y alumno, nada más.
Tocó el timbre, indicando que la clase había acabado, pero antes de que nadie se levantara Jungkook miró a Jimin con su natural mirada seria.
-Jimin, tenemos que hablar.-Dijo en tono firme.-El resto puede irse.
Se escucharon algunas quejas y suspiros llenos de celos, pero al final todos acabaron saliendo de la sala, a excepción de Jimin que seguía sentado.
El Señor Jeon despidió amablemente a todos sus alumnos deseándolos un buen fin de semana, y al ver que todos se habían ido y comprobar que no quedaba nadie en los alrededores cerró la puerta con llave y se volteó con una leve sonrisa acercándose a Jimin, quien aún no se había levantado.
Caminó hacia él quedando a su lado, y el menor no se extrañó al sentir los labios de su profesor contra los suyos. Le correspondió el beso subiendo una de sus manos al hombro del contrario, y con la otra le agarró la corbata tirando de ella y haciendo que sus rostros se juntaran más, intensificando el beso.
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•One Shot | 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫 𝐉𝐞𝐨𝐧 [𝐊𝐨𝐨𝐤𝐦𝐢𝐧]•
Short Story𝐏𝐚𝐫𝐤 𝐉𝐢𝐦𝐢𝐧 𝐞𝐬 𝐮𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐝𝐢𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞, 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐚𝐭𝐫𝐚𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐢𝐝𝐚 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐮𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐟𝐞𝐬𝐨𝐫𝐞𝐬, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐮𝐧 𝐝𝐢́�...