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Acepte.
Accedí a jugar adivinanzas,por chocolate.
Era una débil.
No creo que te afecte tanto porque sigues comiendo El chocolate que te dio.
Después de dar el sí al dichoso juego a primera hora en mi banco había un enorme chocolate amargo y una nota con un signo de interrogación que abarcaba el trozo de hoja de color.

Alucinante.

Era la única palabra al encender la pantalla de mi teléfono.
Horas más tardes estaba en los jardines baldíos, me gustaba estar ahi Porque encontraba florecillas...¡Alucinantes!. Busque con la mirada a alguna persona cerca pero no veía nada, seguí recorriendo el lugar y encontré un bulto de hojas,era una enredadera, tenía más flores y formaban una torre y en el centro una flor blanca, era hermosa, me senté sobre mis rodilla sin importar que me llenaría de tierra y humedad el gastado pantalón y enfoque mi cámara. Se veia increíble.
El teléfono vibro. Una foto apareció era yo de perfil enfocando la enorme torre hecha por las enrredaderas.
Caminar todo el campo de fútbol no era mi parte favorita y menos rodearla. Al descubrir desde que punto me había tomado la foto fue una faena y al llegar no había nadie. Y mi teléfono vibro

¿Que tiene dientes y no come y tiene barba y no es hombre?

El elote

Muy bien.
Pista 1. Me gusta hacerte enojar

Se notaba.
Mi dia no volvio a continuar de forma tranquila. Demasiadas personas y sobre todo chicos, empezaron a sacarme de mis casillas, mi cordura estaba llegando a su límite.
–Alex, cállate por amor de dios, tu voz me fastidia–el entorno los ojos y siguió hablando.
–hola Meredith–un sonriente Francisco se sento a mi lado mientras yo masticaba un puño de papas con algo de rabia contenida
–¿Que le sucede?–pregunto a mi compañero que muy tranquilo contó mis desgracias después del receso. Cada una de ellas.

Mi desastre de trabajo de equipo. Que el torpe de mi compañero rompiera mis trazos. La mancha de agua de Jamaica en mi camisa blanca. Las preguntas irritantes de unos mocosos de primero que conocía. El quedarme sin la mitad de mi almuerzo gracias a un despistado. Y la lista continuaba...en otro momento lo dejaría pasar, pero no, se veia su intención de cada desastre, lo podía notar como respondían de forma "torpe" al accidente y la frase monótona de cada uno de ellos ¿Estás enojada?, Peor aún, a cada uno de ellos conocía de una manera u otra y eso era lo que más me frustraba.

Cuando Alex termino con contar todo, una sonora carcajada rebotó en mis oídos, que me hizo hervir, me levanté de mi sitio y dando zancadas me largué, escuchaba mi nombre a algunos metros pero no me importaba en absoluto. Estaba enojada.
Un agitado Francisco llegó hasta mi sitio, con voz entrecortada pronunció lo que esos momentos menos deseaba–¿Estás enojada?–aquel tono de voz, se estaba burlando de mi.

Estalle, literalmente, me abalancé sobre el para darle un buen golpe pero fue mas rápido y me detuvo en el aire.
–Calmada fiera–aun tenía esa sonrisilla traviesa que solo lograba quererle safar los dientes uno a uno
–sueltame Francisco–sise en respuesta
–¿O que Meredith?–lo dijo tan despreocupadamente que me irritaba, como estaba tan tranquilo cuando quería golpearlo. Respire profundo, no iba a calmarme si seguía sonriendo
–¿Estás enojada Meredith?–volvio a preguntar.
¡Si! Si estoy enojada, si estoy hirviendo en cólera.
Pero ninguno de mis pensamientos salió por mi boca en ese momento
–te ves muy linda cuando te enojas Meredith–añine mis ojos más, niñera momento que hiciera ese tipo de comentarios,¡Estaba enojada!, la sangre empezó a situarse en mis mejillas–y también cuando te sonrojas– poco a poco, su agarre se volvió más ligero hasta soltarme por completo, tenía aire contenido en mis mejillas, en eso parecía una cría haciendo un berrinche pero no tenía manera de cómo sacar mi coraje y empecé a tomar aire y hacer mofletes. Francisco empezó a sonreír de oreja a oreja si eso se podía –eres tierna–y pico mis mejillas, primero una y luego otra, no sabía que planeaba pero empecé a sonreír
–¿Porque lo haces?
–no te han dicho que tienes una sonrisa contagiosa–negue
–que mal,ven–jalo mi brazo y me llevo de nuevo a la cafetería
–¿A qué venimos a la cafetería?
–¿sigues enojada?
–no tanto, ¿Porque vinimos a la cafetería?
–para hacer que se te quita lo enojada–solo asentí.

¡Me compro comida!.
Yo seguía devorando las patatas fritas con entusiasmo mientras él estaba a unos metros de mi, prefirió perder una clase para acompañarme ya que tenía una hora libre yo para seguir comiendo.

–te ves más feliz–asenti mientras masticaba–eres algo chiflada–hice un pequeño mohín que logró hacerlo reír
–estaba molesta, argumento que “la comida es el mejor remedio para todo”–el asintió.

Te Lo Digo Por Un ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora