Refranes y Proverbios

Parte de historia sin título

Solo a veces

A veces digo más de lo que pienso y en ocasiones no digo nada de lo que pienso. El cuerpo te pasa factura por tantas cosas acumuladas porque mucho de algo hace daño. Todos tenemos un momento, un lugar, al que llamamos nuestro. Ese que es especial y nos lleva al olvido momentáneo de los problemas y preocupaciones. Lo usamos con frecuencia después de aflicciones buscando consuelo, pero no cualquiera puede dárnoslo. Necesitamos con urgencia una calma mental. Yo me quedo con el paisaje, con ver el cielo y escuchar el canto del océano. Pero el sentimiento sigue. Ese dolor que es causado muchas veces por nuestros hechos. Cada uno sabrá de lo que es responsable y de lo que llevará.

Por unos instantes se siente bien estar relajados como una hoja que flota en las olas del mar, sin memoria alguna, sin dolor. Pero como una enorme roca atada a nuestra garganta somos arrastrados hasta el fondo del mar sin que alguien nos extienda la mano. Mientras poco a poco esa luz que vemos al final se hace cada vez más pequeña y nos sentimos solos.  Ahogándonos en el olvido, en este mar lleno de palabras y sentimientos enterrados que nos golpean una y otra vez como olas violentas en una tormenta. Sin poder recuperarnos del golpe cuando la siguiente nos estremece.

 El  ser humano como persona compleja tiene la habilidad de sentir  muchas cosas una después de otra. No todo será felicidad, no todo será un día soleado lleno de paz. No todo será como planeamos al embarcarnos sin un mapa del camino. Sin saber cómo estará el mar. Aunque nuestro barco sea envestido por una tormenta desprevenida y estemos solos en el fondo del abismo, con una roca atada a nuestra garganta que impida pedir a gritos ayuda, tendremos siempre puesta nuestras esperanzas en que por doloroso que sean los impactos de las olas sin dejarnos ver el paisaje, tarde o temprano la corriente nos llevara a la orilla. Nos llevara a nuestro destino, Por lo que empezamos y embarcamos.

 

 

 

 

Cielo

 

Las caricias del viento en mi piel me hacen relajarme. Con inquietud intento buscar las respuestas para preguntas que no necesitan solución. Mi piel se eriza cada que siento el frio de la noche, la soledad. Tantas cosas que tiene el mundo y no me detengo a admirarlo. El cielo por ejemplo. Esta noche luce radiante. Nunca vi las estrellas brillar con tanta intensidad. Al mismo tiempo me hace reconocer lo insignificantes y pequeños que somos en este vasto universo lleno de maravillas. Mis lamentos me agobian y no me dejan en paz. ¿Qué hago con mi vida? Una pregunta que ya está deteriorada con el pasar de los segundos. Vivimos en una inmensa monotonía, esclavos del vivir sin saber cuál será el porvenir. Aquí estamos todos, en este mundo estamos. Otra pregunta sobresale del montón ¿Estaremos solos en el universo? Eso es algo que no le corresponde contestar a nadie.  ¿Lo estaremos? ¿Qué pensarían de nuestra raza? ¿Por qué sentirnos mal de nosotros? solo sabemos sentir lástima de otros. ¿Serán de esta manera o peor? Cada uno ha firmado un contrato y sé que en algún lugar más allá de lo terrenal, mi contraparte se siente desalentado por todas mis acciones. Sería lo justo puesto que yo lo estoy conmigo mismo. Perder el tiempo no es una opción. No me juzgues sin conocerme. Puedes estar abatido y todo gracias a mí, pero te pido que entiendas. Si hay en ti una parte de mi te pido que sea esa la que me juzgue y tome represarías si es necesario. De lo contrario te pediré que observando te quedes mientras los segundos devoran mi vida y solo hasta que llegue el día de saber la verdad podre saber si en realidad existes. Saber  si solo fuiste un espejismo más en mi imaginación. Mi contraparte perfecta ligada a mí ser terrenal. Aunque nuestra conversación haya sido en mi imaginación me ha ayudado a pensar. Es absurdo prolongar mi juicio final, ya que al prolongarlo solo acumulare lo que ya está dicho para mí. La decisión ya está tomada ¿Qué haces tú de tu contrato?