Capítulo I

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Noelia saco su maleta de la maquina y pronto comenzo a arrastrarla por los pasillos de aeropuerto, estaba asustada pero motivada. Hace cinco minutos había llegado a Chile, hace cinco minutos que había comenzado su nueva vida, su oportunidad para iniciar sesión en su vida. Su primo estaba afuera esperándola, así que caminaba siguiendo las señales que indicaban la salida. Se detuvo en seco dejando que las puertas se deslizaran, respiro profundo y salió.

— ¡Noé aquí! —exclamó Max al verle salir.

La chica sonrió al ver a su primo y corrió para abrazarlo del cuello mientras soltaba su maleta y quedaba colgada de su primo unos segundos antes de separarse de Maximiliano.

— ¿Has viajado cómoda?—preguntó con una sonrisa alegre.

—Sí, aunque es extraño estar en Argentina y Chile el mismo día—admitió emocionada.

— ¿Tienes hambre?—preguntó preocupado, mientras tomaba su maleta para caminar a la salida.

—No, almorcé con Gaspar antes de tomar el avión—contestó emocionada—. Papá mandó a preguntar si empiezo mañana mismo la escuela.

—Sí, mañana mismo. Te iré a dejar en auto esta semana para enseñarte el camino, pero luego debes ir caminando—advirtió con una sonrisa.

—Entiendo. Será genial—exclamó emocionada.

Maximiliano tomó la mano de Noelia, sabía que era raro debido a que su prima ya tenía 16, pero era una costumbre de pequeños, siempre tomaba la mano de Noelia cuando estaban en un lugar nuevo para ambos o uno de los dos estaba asustado. Noé sonrió, hace mucho tiempo que no se sentía en familia junto a su primo.

Le había extrañado en Argentina desde que se vino a Chile hace ocho años a estudiar, solo podía verle en vacaciones de verano por un periodo de un mes antes de que este volviera a sus estudios. Y ella tenía que volver a asumir su papel de hermana mayor con Gaspar, y esperar a Maximiliano once meses más para volver a hacer la hermana menor nuevamente. Maximiliano estaba feliz, a pesar de que eran primos, Noé y Gaspar eran sus problemáticos hermanos menores.

Noé se subió mientras su primo dejaba la maleta en la parte trasera del auto. Sonrió, hace ocho años su primo se había negado a aprender a manejar diciendo que viajaría al fin del mundo siempre en bicicleta y ahora no podía estar sin su auto.

— ¿De qué te ríes? Ponte el cinturón por favor—pidió, sentándose en el asiento y poniéndose el cinturón de seguridad.

—Es que recordé cuando te negabas a manejar y ahora no puedes estar sin el auto—comentó, imitando a su primo.

— ¿Tienes algún problema con Aleb?—preguntó, prendiendo el auto para sacarlo del estacionamiento y viajar hasta su casa.

— ¿Aleb?—preguntó sorprendida— ¿Así nombraste a tu auto?

—Sí, es un nombre especial que siempre me recuerda una bella historia—comentó con una sonrisa.

— ¿Qué arruinaste con tus estupideces?—preguntó con curiosidad.

— ¿Qué tienen que ver mis estupideces?—contestó con otra pregunta.

—Es que cada historia bella la arruinas con tus estupideces—dijo con una sonrisa burlona.

—Que simpática—comentó irónico—Mejor doblo para volver al aeropuerto y que regreses a Argentina.

—No, está bien. No diré nada más—prometió, escuchando la risa burlona de su primo.

Sonrió, extrañaba volver a reírse con su primo. Prendió la radio del auto y se dispuso a mirar por la ventana mientras su primo se metía en la autopista para llegar más rápido a casa. Le gustaba el sube y baja de Santiago, odio el taco, pero fue divertido cuando su primo paso por el McDonald y tuvo su juguete con la caja feliz, también cuando se fue a probar el uniforme, le gustaba esa falda negra y la camisa blanca y ese polerón de igual color, le gustaron las tiendas y la cara que puso su primo cuando vio que no saldría del lugar hasta unas dos horas después.

Conoció su hogar en el atardecer, llego al complejo de departamentos y su primo estaciono el auto, le ayudó con las bolsas y la maleta, entraron al edificio para tomar el asensor. Se sintió nerviosa cuando vio las puertas del ascensor abrirse, Maximiliano tomó su mano y la guió dentro.

—Esperen, no cierren—se escucho una voz que puso a Maximiliano nervioso, Noé lo sintió cuando la mano de su primo apretó la suya.

Maximiliano marcó el número 8 cuando la chica entró al ascensor y se les quedó mirando sorprendida. Noé le miró curiosa y apretó la mano de su primo cuando sintió un escalofrió recorrer su cuerpo con la mirada fría de la chica. Jamás había sentido un silencio tan incómodo como ese ¿Qué les pasaba a esos dos? Suspiro aliviada cuando la chica salió del ascensor en el mismo piso que ellos y entró en el departamento al frente de ellos.

— ¿Quién era esa chica? Me dio terror su mirada—preguntó, dejando las bolsas en la mesa.

—Olvídala, no es mala, pero si da mucho miedo—dijo sacando las cosas para comenzar a ordenarlas.

— ¿Por la mirada, puedo deducir que fue la de la bella historia?—preguntó con una sonrisa deductiva.

— ¿Quieres ducharte?—preguntó, evadiendo el tema.

—Como evadiste el tema, supondré que sí. Era guapa ¿Cómo se llama?—preguntó, viendo como su primo hacía como que no la escuchaba—Le diré a un amigo que tengo una novia para él

— ¡No la ofrezcas!—reclamó Maximiliano, quitándole el teléfono.

Noé le miré sorprendida, vio como Maximiliano le devolvía el teléfono y sonreía nervioso para volver a ordenar las cosas. Sonrió, el estúpido seguía enamorado de ella, pero no se atrevía a solucionar el problema.

—Iré a ordenar mis cosas a mi cuarto y luego dormiré—aviso, tomando su maleta y las bolsas de su uniforme.

— ¿No quieres comer o ducharte?—preguntó Maximiliano arrepentido.

—No, comí cinco hamburguesas, una cajita feliz y estoy cansada. Además debo levantarme temprano—dijo en la puerta de su cuarto—Y prometí llamar a Gaspar, para tener una vídeo llamada con él.

Maximiliano dejó de guardar las cosas y suspiro, no había reaccionado bien ante la broma sin sentido de su prima. Observo la puerta de entrada de su casa con nostalgia, le había alegrado encontrársela en el ascensor y ver su mirada por unos segundos. Se apoyó en el mueble de la cocina, debía admitir que extrañaba los pequeños dolores de cabeza que le provocaba Noé, pero estaba más contento de volver a vivir con ella, solo tenía que esperar un poco más y también podría traer a Gaspar.

Y al fin los tres podrían estar juntos como se los prometió ocho años atrás.



Encrucijadas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora