El éxito es tan peligroso como el fracaso y la esperanza es tan hueca como el miedo.
No nos atrevemos a decir lo que en realidad pensamos por el simple hecho de aterrorizarnos por la respuesta que vamos a obtener de la otra persona o la idea que tendrá de nosotros.
Crisis en todas partes, el exterior del pueblo regido por los hombres, donde el miedo es un sentimiento común en las mujeres, porque no podemos salir sin estar acompañadas del brazo de un hombre, no podemos tener hijos sin criarlos sin una figura paterna, no podemos usar vestidos a las rodillas porque no es la imagen que una mujer debe mostrar ante la sociedad. Donde no te puedes divertir ni salir con nadie porque serias una ramera.
Vivimos en una sociedad limitada en la que una mujer puede ser criticada por lo que no hace o por lo que quiere lograr.
Las mujeres tenemos derecho a callar y vivir bajo la sombra de la voz de los hombres.
Yo soy Alessia vivo sola con mi hija Sara, y eso me ha demostrado como los hombres al paso del tiempo se han hecho una idea completamente errónea sobre la mujer y de lo que somos capaces, yo la eh criado, enseñado valores, diferentes idiomas, matemáticas y muchas otras cosas que mis padres me enseñaron a mí. Ya que no la puedo enviar a la escuela porque no tiene padre y eso daría una mala presentación hacia las otras familias del pueblo.
prácticamente Sara no existe, no es nadie, no somos nadie.
Cada 7 días el ejército registra todas las casas en busca de alguna aberración y en caso de encontrar alguna, son dirigidas a un fusilamiento o te mueres poco a poco en un calabozo con una porción mínima de comida donde te bañan a mangerasos con agua fría desnuda con todas las demás mujeres.
1 de septiembre de 1979
-están llegando- Sara me aviso, cerro las cortinas y voltio a todas partes mirando si hay algo que nos pueda delatar, ella estaba nerviosa yo lo podía sentir, así como cada vez que se repetía.
-tranquila Sara, todo saldrá bien como siempre ha salido- le dije mirándola a los ojos para mostrarle que yo estaba segura de lo que decía.
-ya no quiero hacer esto mami, me da miedo- dijo dándome un abrazo
La abrasé y le di un dulce besito en sus hoyuelos que se le hacen en su mejilla, pero esto no era una despedida.
Ella se fue con lágrimas en sus ojitos.
*puerta sonando*
Intentando despabilarme un poco me pare enfrente de la puerta, me limpie la cara y respire profundo.
-buenas noches, caballeros- me dirigí más o menos a los 5 guardias que estaban en mi puerta cada uno con un bate por si las cosas se salían de control.
Uno de ellos entro subió las escaleras y me miro, fue un silencio muy incomodo.
Quería que me acostara con él. Así es, aquel hombre que hizo un juramento por la patria se quita las ganas con una mujer que como no está con un hombre es un trapo sucio que no tiene palabra, lo único que se hacía en ese caso era callar y obedecer.
Cuando se sintió satisfecho se levantó y se vistió, soltó una risa infame y se puso su sombrero.
-nos vemos- me dijo
Yo estaba entre las cobijas sintiéndome cada vez más sucia por ser el trapo de aquel hombre que protege nuestro pueblo, entonces ¿Quién nos protege?
Se escuchó un ruido que venía de abajo y gritos.
El corazón me palpitaba muy rápido, el bajo corriendo, me puso una bata que estaba a la mano y baje caminando calmando mis pensamientos porque en lo único que pensaba era si le harían daño a Sara. El camino de las escaleras para bajar, nunca se me había hecho tan largo en toda mi vida.
Cuando baje, tenían a Sara agarrada de los brazos, ella estaba muy asustada, llorando y gritando.
No sabía lo que le iban a hacer, mi niña, me la iban a quitar.
-dejenla!!- les grite corriendo hacia ella
Me golpearon con uno de sus bates que traían, me hizo caer al piso, pero yo no iba a detenerme, no iba a dejar que a mi hija la hicieran victima de otras de sus necesidades.
Me hice para atrás y agarre un arma que tenia escondida, con cuidado la iba sacando, mientras un hombre ya se estaba quitando su cinturón, todos se reian y mostraban cara de extasiados, que le podían ver a una niña de solo 14 años.
Me volví a levantar y volví a gritarles, pero esta vez me pegaron más veces.
Saque la pistola y le dispare al que se estaba acercando a mi hija junto con otras 4 balas más, prefería morir defendiéndola que dejándola.
Solo se escuchaban los gritos de Sara, mirándome, pero advirtiéndome.
-todo estará bien!!- le grite
-mamaaaa, nooo- fue lo último que le escuche decir a Sara
Hasta que sentí que alguien me golpeo en la cabeza.
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¨Una historia olvidada¨
RandomEl ejercito me arrebato a mi niña de mis brazos. Las sufragistas son mi única esperanza para recuperar a Ara. Quien tendrá el valor de luchar contra el gobierno, de creer en lo imposible para terminar con las ideas erróneas que tienen hacia la muje...