Tú Puedes [Bakugō Katsuki]

¿Quien diablos es "Kacchan"?

El festival deportivo de U.A había llegado, el evento mas esperado del año. Me sentí feliz por poder asistir pues este año tengo una razón para verlo en directo, solo hay un problema: voy llegando tarde. Como puedo logro colarme entre el gentío del tren bala para dirigirme a mi destino.

Luego de salir de la concurrida estación corro para lograr llegar a las instalaciones de U.A. Miro el edificio que se alza frente a mi encontrándome con las puertas de la prestigiosa academia de héroes, sigo el camino que me indica un jefe de policía para llegar a mi destino final. El estadio donde se enfrenta los de primer año.

Desde afuera se escuchan los vitorees hacia los estudiantes. Si esto es así no quiero imaginar los del segundo y tercer año. Pensé.

Noté como varios estudiantes salían del estadio para dirigirse a la cafetería donde ya se encontraban sus compañeros. Los murmullos de los estudiantes que se encontraban en el lugar fueron interrumpidos por un ringtone, el cual procedía de mi teléfono, rápidamente lo tome y conteste. Era mi padre.

¿Ya llegaste?

Preguntó nada mas descolgué.

Sí, tan solo tuve un pequeño contratiempo. No es nada.

Me alegro...

Escuche como alguien le llamaba al otro lado de la linea.

Te hablo luego ¿si?

Entiendo, te quiero.

Yo también.

Colgué para seguir con mi camino, de repente choco con alguien. Perdí el equilibrio, hubiera caído de no ser porque alguien me sostenía del antebrazo evitando mi contacto contra el pavimento.

—Lo siento —dijo el chico peli-verde, regalándome una pequeña sonrisa nerviosa.

—No te preocupes Midoriya-san, estoy bien.

Cuando Midoriya-san soltó mi brazo alguien paso por su lado empujándolo con el hombro, tan solo pude apreciar una cabellera rubia alejarse.

—Ni siquiera se disculpo —dije con el ceño fruncido.

—E-eh... eso no importa —dijo buscando cambiar de tema— ¿que haces aquí?¿no deberías estar en las gradas?

—¡Oh cierto! —exclamé— suerte Midoriya-san.

Con esto me despido del pecoso y me adentro al estadio, lo observe completamente asombrada, estaba tan acostumbrada a verlo desde la pantalla de mi televisor que jamas me imagine el como seria ver la arena de batalla a tan solo unos metros de mi. Con la mirada busque un asiento libre, por suerte había uno cerca. Me acerque a preguntarle a un chico si el asiento estaba reservado para alguien, tan buena era mi suerte que no lo estaba.