Capítulo 13

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Me siento estúpida, rechazada, como si me hubieran dado miles de golpes en la cara y todo porque él no respondió el beso. No lo hizo y ahora no tengo valor para alzar mi vista y mirar su cara llena de confusión.

— Yo... lo siento, de verdad no quería hacerlo pero solo... me dejé llevar —sin más, me di la vuelta y agarré mi mochila para encerrarme en mi habitación.

¿Cómo pude hacerlo?

No saldré de esta habitación para nada, solo para ir a la universidad y ya. Dejé mi mochila sobre la cama y luego me metí a la ducha para recuperarme de este golpe.

Mi ánimo está por los suelos y solo me queda hacer mi tarea para dejar de pensar en Henry, en su reacción tan inexpresiva, llena de confusión y por ese estúpido acto que cometí.

Nunca escucharía a Verónica Wesley cuando se vuelva a poner en el plan de dar consejos como una psicóloga. Aunque bueno, nunca me dijo bésalo y es ahí donde yo tengo la culpa.

Me siento fatal... ¿qué pasará ahora?

(.....)

Después de tres horas o mas terminé todo, quedé exhausta de tanto escribir y leer.

Escuché como tocaban la puerta y mi corazón se paralizó. ¿Será para decirme qué me vaya o para reclamarme? No, yo no tengo donde o con quien ir.

— Cassie, por favor ábreme. Llevas horas allí dentro —dijo con voz suave pero no, yo tengo tanta vergüenza.

— Yo... siento mucho lo que hice. Y... entiendo que me quieras echar de... tu departamento.

— Oh por Dios, ¿cómo crees que haré eso? Abre, te traje algo.

Algo dudosa me acerqué a la puerta y la abrí pero no sabía que hacer, por eso me senté en la cama escuchando sus pasos acercarse. Vi como pone un plato y un vaso de jugo en la mesita de noche y ahora me doy cuenta de la horrible hambre que tengo.

— Lo qué pasó me tomó por sorpresa... —se arrodilló frente a mí, poniéndome nerviosa y solo quería que la tierra me tragara —. Me dejaste como un idiota ahí parado...

— No volverá a pasar.

— No lo creo — dice y de repente toma mi rostro entre sus manos y me besa.

Al principio me quedé un poco confusa pero le supe seguir el ritmo. Sus labios son tan suaves y ahora más que él me está respondiendo. Siento que voy a explotar, porque cuando él se alejó para conseguir aire o quizás para que yo respirara siguió su camino por mi cuello.

Pero... ¿cómo terminamos acostados? No lo sé.

Al sentí su mano por debajo de mi pijama me hizo inclinarme más a él y lo sentí sonreí entre mis labios. Todo lo que yo hacía era involuntariamente porque mi cuerpo extrañamente responde al de él.

No se mucho de estas cosas.

Su teléfono empezó a sonar, interrumpiendo y lo agradezco.

— Demonios... —susurró por lo bajo y quise reír pero me aguanté.

Me senté en la cama viendo como Henry salía con el teléfono en la oreja.

Todavía siento sus labios en los míos y ese raro cosquilleo en mi interior que no se va, de hecho, se va extendiendo por cada centímetro de mi cuerpo.

Ya ni siquiera sé de que estoy hablando.

Me paré para ir al baño pero escuché susurros que más bien parecían gritos. Fui a la puerta la cual se encontraba cerrada y la abrí un poco, viendo a Henry como se pasa la mano por su cabello lleno de frustración.

— ¡...te dije muy bien lo que tenías que hacer pero claro! Nunca haces caso por tu ineptitud pero te diré algo; esto no volverá a pasar —y colgó tirando su teléfono a la pared.

Me asusté, esta es la primera vez que lo veo tan enojado y por un momento pensé en volver a encerrarme en la habitación pero no lo hice. Mi padre siempre me dijo que cuando una persona está enojada que no te le acerques porque puede ponerse agresivo por el enojo.

Pero él nunca me haría daño, de hecho, me cuida.

— ¿Estás... bien? —no quería mostrar miedo pero mi voz me traicionó.

— Si, y perdón si te asusté es que el trabajo puede ser... estresante y frustrante —dijo más calmado.

— ¿Pasa... algo malo?

— No, nada que no se pueda arreglar. Tranquila —en unos segundos lo tuve frente a mi y no supe que
hacer

¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Besarlo? ¿Abrazarlo? ¿Sonreírle? ¿Irme? ¿Quedarme? No lo sé...

Quizás debería irme. No supe cuando su mano agarró la mía enviándome electricidad por todos lados. Mi corazón se aceleró tanto que la respiración me faltó por unos segundos.

¿Qué está pasando?

— Volveré un poco tarde —me besó como si fuera de costumbre hacerlo y me gustó porque lo hizo como si me necesitara.

Esa noche lo esperé, no me importaba nada más que verlo llegar con bien. Su trabajo es peligro porque estoy segura de que ser policía no es fácil. Pero bueno, él no llegó, me dormí en el mueble y a la mañana siguiente él no estaba.

En El Olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora