CAPÍTULO ÚNICO

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Jeon JungKook estaba harto de la situación.

Sabía que el haberle dicho a JiMin que vivieran juntos a pesar de que sólo llevaban un mes de novios, había sido algo muy apresurado, pero es que cuando conoció a JiMin en aquel colegio en donde su hermanita estudiaba, quedó totalmente enamorado de él.

O eso creía hasta hace poco.

La convivencia en tan sólo treinta días los había llevado a mas de una pelea. JungKook era tan frío como la misma heladera que tenían en la cocina o al menos ese era el calificativo que le daba JiMin. Por otro lado, JiMin era tan cálido como el horno donde cocinaban los postres. Eran totalmente diferentes y lo único que tenían en común era la debilidad que se tenían el uno por el otro.

JungKook conoció a JiMin una mañana que fue a dejar a su pequeña hermanita al colegio. Su madre le había llamado diciéndole que estaba enferma y que si podía hacerse cargo de la pequeña por unos días. Él aceptó feliz, pues debido a su trabajo no pasaba mucho tiempo con su hermanita, así que aquella noticia le cayó super bien. El primer día que llevó a la niña al colegio, un joven pelinaranja los había recibido.

JiMin era el maestro de música y se encargaba la mayoría de veces de recepcionar a los alumnos. Era tan dulce como un pastelito, según las personas a su alrededor y aquella mañana, Jeon se llevó la misma impresión. Se detuvo en la puerta a ver a ese hombrecillo de cabello naranja, como si fuese una zanahoria o una malteada de mandarina. Vio sus bellos ojos, bajó su mirada por el puentesito de la nariz de JiMin y llegó a esos labios abultados e igual de rosados que un algodón de azúcar. Finalmente recorrió el cuerpo del maestro de arriba hacia abajo, quedando anodadado por la delgadez y curvas de este. Ese chico era digno de envidia, cualquier chica hubiera muerto por tener una cintura como la de él, esa cintura que estaba envuelta por una camisa demasiado ceñida y un delantal demasiado gracioso.

O tal vez demasiado delicioso.

—Emmm oppa, tengo que entrar al colegio —dijo la niña jalándolo para que saliera de su trance.

—Que no soy tu oppa niña ¿cuántas veces te lo he dicho? —le dijo sin apartar la mirada del maestro.

—Eres mi hermano mayor ¿cómo se supone que deba llamarte? Se les llama oppa.

—¡No!

—Está bien, camina ratón.

—¡¿Qué?! —exclamó JungKook ofendido.

—No querías que te llame oppa, pues entonces ratón. Tienes cara de ratón, iugh —mencionó la niña divertida. Jeon estuvo a punto de reclamarle e iniciar una pelea con una menor de siete años, cuando el chico que antes había estado observando  o más bien, que había estado comiendo con la mirada, se acercó.

—Disculpe, la niña tiene que entrar a clase —dijo suavemente. JungKook quedó embelesado por su voz. Incluso eso era perfecto en aquel pelinaranjo, pero él no se dejaría envolver por el maestro. Tenía que ser el de siempre, tenía que ser JungKook, el gran conquistador.

—Claro guapo, la mocosa entrará sólo si tú me das tu número —susurró seductoramente.

—No lo creo, si deseas mi número pregúntalo en la dirección académica, ahora tengo que entrar con la pequeña —respondió triunfante—, adiós guapo.

—Uy ratón, tremendo gol que te metieron —habló la pequeña y tomando la mano de su maestro, entró al colegio.

JungKook se había quedado en shock debido a lo que había pasado. ¿Desde cuándo su hermana era tan atrevida? ¿Desde cuándo su técnica de conquistador había fallado? ¿Desde cuándo su seguridad y frialdad habían sido despojados? Desde que el dichoso maestro apareció delante suyo, era obvio. La única pregunta que no pudo responder era sobre su hermanita, quien se había comportado totalmente diferente a la dulce niña que él creía que era. Pero eso ya lo resolvería luego, ahora tenía algo más importante que hacer.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2023 ⏰

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ᴍᴀɴᴜᴀʟ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora