【 Capítulo 29 】

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La chica estaba de pie perfectamente como una estatua. Era increíble el parecido que tenía con Dabin. Era la misma persona, jamás hubiera creído que aquella mujer de melena dorada era su madre. Lucía como toda una princesa, el porte, la cadencia con la que se movía y la mirada solemne que mostraba.

—Hola—respondí sin dejar de mirarla. La chica abrió los ojos sorprendida y pronto recordé que tenía el rostro hecho un asco—¿Qué necesita?—pregunté agachando la cara para evitar a toda costa que me viera en aquel estado tan horrible y lastimero

—¿Qué te paso?—fruncí los labios sintiendo un enorme nudo en la garganta

¿Debía decirle que su padre, o mejor dicho nuestro padre, me habían mandado a castigar por el espectáculo que hice el otro día? ¿Era una buena forma de iniciar una conversación? Lancé una mirada a Zhaarí en busca de una respuesta a la pregunta de la princesa. La pequeña mujer me miró con ojos severos y movió levemente la cabeza en negación. No podía decir nada.

—Déjanos solas—ordenó la chica con voz seria. Tanto Zhaarí como yo la miramos con duda

—No creo que sea buena idea—me apresuré a contestar. Mi media hermana mantuvo su mirada serena y por un momento creí estar frente a Dabin

—No fue una pregunta—sonreí completamente sorprendida del parecido que tenían. La chica no solo lucía como él, también era arrogante—espera afuera mientras hablo con ella—Zhaarí resopló y se enfocó en mi

—Ten cuidado—asentí y la vi desaparecer por la puerta

Nos quedamos ahí de pie, una frente a la otra, mirándonos sin molestarnos en disimular. Un claro ejemplo de La bella y la bestia, obviamente ella era la princesa y yo el horrible monstruo que nadie quería. La chica parecía estar de acuerdo, sin darse cuenta levantó la barbilla en señal de superioridad, justo como hacia Dabin. Ella era idéntica a él, pero también a Jell, a causa de eso comencé a sufrir un serio revoltijo de emociones. La detestaba por ser como su padre y sentí la enorme necesidad de abrazarla y decirle que la protegería. ¿Alguna vez se preguntaron si podían amar a alguien y odiarla al mismo tiempo? Pues les informo que si se puede, y no se siente para nada bien.

—¿Entonces eres mi hermana? —dijo por fin, y no pude evitar tener un deja vú, sonaba igual que Dabin cuando le dije que era su hija. Incrédulo, divertido

—¿Esperabas algo mejor?—una sonrisa amarga cubrió mi rostro y no fui capaz de seguir mirándola, no si quería que la conversación durara un poco más—Si, esperabas algo mucho mejor que la persona que tienes enfrente. Algo más principesco ¿cierto?—di media vuelta y caminé hasta mi cama, donde me senté con aire casual—¿Qué se te ofrece?—pregunté desde la comodidad de mi colchón. La chica me miró y avanzó con paso lento pero firme

Su perfecto vestido color carmín con bordados en tonos platas se ceñía casi perfectamente a su esbelto cuerpo. Era el cuerpo de una adolescente, delgaducha, con senos pequeños aun en crecimiento, caderas angostas y un rostro suave pero afilado a la vez. Su melena negra azabache estaba peinada en una muy elaborada trenza que le llegaba a la cadera y de la cual guindaban algunos adornos de plata.

—Quise venir a hablar contigo para aclarar algunas cosas—incluso su voz no había cambiado, era aguda y suave, como el ruido de un cascabel, adorable al principio, fastidioso después—y como respuesta a tu primera pregunta, no, no esperaba que existieras

—Una respuesta bastante grosera, considerando que le hablas a tu hermana mayor—el rostro de la chica se endureció y rápidamente cuadro los hombros, una clara señal de que estaba a la defensiva—¿Qué? ¿Dabin no te dijo que soy la mayor?—la chica desvió la mirada enfurecida y no pude evitar sonreír

Atrigeos I : EsenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora