Primera y única parte.

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Cuando tu mente cierra sus ojos y las lágrimas vienen a hablarte la tristeza ya no es sólo tuya, así que ahora, tomaré tu mano fuertemente. Recuéstate en mí sin decir nada y, suavemente, cierra tus ojos. Tu delicado respirar te hace preciosa. Eres la única que me hace feliz.

Pequeñas lágrimas se escapaban de unos ojos café de una chica rubia, sin poder detenerlas. Cada vez que sucedía no podía dejar de hacerlo y necesitaba desahogarse de alguna manera. Nuevamente, los problemas estaban llegando y como era de esperarse, ella estaba allí, sufriendo una vez más por culpa de ellos. Necesitaba descansar alguna vez, lo deseaba y adoraba internamente. Sus sollozos cada vez eran más sonoros, cada segundo su vista se nublaba por las lágrimas que escapaban y caían por sus mejillas. Mantuvo su cabeza gacha en lo que su cuerpo estaba pegado a una pared luego de haberse presentado junto a sus amigas y compañeras de grupo.
Unos suaves pasos resonaron por el lugar, cosa que no escuchó al estar tan metida en sus cosas. Segundos más tarde sintió la presencia de alguien sentándose a su lado, sin emitir ningún tipo de ruido. Sus sollozos dejaron de escucharse en ese momento para levantar la mirada y encontrarse con un muchacho bastante apuesto que le miraba tan seriamente. Él al verla, le sonrió tan cariñosamente que sintió su corazón estrujarse, unos hoyuelos aparecieron en su rostro y sin decir nada. Dejó que éste le abrazara y se recostó sobre su cuerpo, sin querer hacerle daño alguno. Su gesto había sido realmente lindo y no le pareció que iba con malas intenciones. Los dedos del contrario buscaron su mano y entrelazó sus dedos, tratando de consolarla. Vaya que lo necesitaba.

—Choi Minki, un placer.— Dijo con una voz cálida, quedándose la chica un tanto estática, sin poder respirar siquiera hasta que volvió a la realidad.

—Lisa, Lalisa Manoban.— Le respondió unos segundos más tarde, perdiéndose en los ojos del chico. Sentía que lo había visto alguna vez, pero no sabía exactamente en qué lugar.

—Lo sé, te conocí gracias a un baile que hiciste en un programa de variedades.— Confesó con una pequeña sonrisa que seguramente era dueño de muchos corazones.

Varios meses pasaron después de aquél encuentro tan extraño, que cada vez que se veían en algunos premios, se saludaban. En ningún momento intercambiaron contactos, solo esperaban tener un pequeño momento en algún premio para poder hacerlo pero ninguno de los dos se atrevía. Exactamente, llegaron a encontrarse justo en unos premios, cosa que los alegró y tuvieron tiempo para intercambiar números y hablar. Lo que no sabían era que se estaban enamorando del otro sin darse cuenta.

Bebé, sólo un beso por amor, un beso por nosotros. Cuéntame tu historia muy suave sobre mis labios. Bebé, sólo un beso por amor, un beso por nosotros. Por siempre en mis brazos.

Sin darse cuenta, en aquella oportunidad, se fueron acercando tan lentamente, olvidándose del mundo en un abrazo que se sentía como estar en casa. Sus labios rozaron tan lento que el mundo de ambos tembló y las murallas creadas por el daño anterior, cayeron, derrumbándose por completo. Estaban tan sumidos en sus pensamientos, los ojos de la chica fueron los primeros en cerrarse y segundos más tarde los del muchacho al ya sentir los labios ajenos sobre los suyos. Llevaban un compás tan perfecto que cualquiera que los viese se daría cuenta del amor que florecía en ellos cada vez más.

Cuando la noche cae dormida y el día viene a verte, soy feliz porque aquí estás tú, quien empieza la mañana con una brillante sonrisa.

Ya era la primera vez que quedaban y como la noche estaba llegando, tuvieron que quedarse en el hogar de la más joven. Al ser que ninguno de los dos deseaba que aquello se mal interpretara y además de no tener ropa para el chico, tuvieron que arreglárselas. Las unnies de la rubia, después de presentarse y ver de que se trataba de un muchacho, intentaron cubrirlos a ambos, ya que querían a su maknae feliz. Todos se divirtieron hasta que se hizo tarde y allí fue cuando tuvieron que compartir habitación e incluso cama. El rubor en ambos rostros era notable y los corazones de ambos se escuchaban tan fuertes que cualquiera podría oírlos.

ONEKIS2 | Renlice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora