Capítulo 1

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Miro hacia la habitación, tan blanca. Si no fuera porque sé que es un hospital, me gustaría el lugar. Pero no es así, y todos los doctores me odian, porque siempre hay personas en mi cuarto. Ellos dicen que no son reales, y que debo tomar mis medicamentos. Mis amigos dicen que debí hacerlo, para curarme. Sobre todo, Anastasia.

Me gusta leer, también. Es lo único que realmente me dejan hacer por mi cuenta. A los doctores no les gusta que lea, y creo que es porque ahora sueño con Charlie todas las noches, y es difícil saber si en serio se llama o es Charlie, o si no es más que parte de mi imaginación. Opté por lo segundo, ya que las enfermeras dicen que no existe el tal Charlie, y que no es más que una creación de mi "creativo" cerebro. Obviamente, no fue creación mía; pero juro que el chico se ve real. En serio que se ve real, ¡lo juro! Y es muy frustrante...

Hoy Anastasia me dijo que escuchó a los doctores decir que viene un chico para "ayudarme". No sé porqué, Anastasia es la única enfermera que me agrada. Tal vez porque es mi "cuidadora", y sólo tiene veinticinco años, ya que está en la universidad y su tesis -por así decirlo- soy yo. Ella es agradable, porque no trata de agradar. Ella al principio sólo llegaba, me decía lo que haría, y se iba. A la segunda semana, le pedí que se quedara conmigo, y ahí y así se convirtió en mi "cuidadora". No puedo evitar pensar en este nuevo chico, y creo que ya debo estar loca. Se supone que yo no debería pensar en nadie, porque puedo afectar todo en mí... O eso he entendido. La verdad, yo no entiendo mucho mi enfermedad. Sé qué es mental, sé que a veces no distingo lo real de lo imaginario, sé que lo llaman "esquizofrenia"; pero estoy segura de que es más que eso. En mí, los medicamentos no funcionan. Me dijeron que; a demás de ser esquizofrénica, estoy deprimida, y tengo otra cosa más, que no sé qué es. En otras palabras, mi mente es un mundo sin descubrir. Entonces pienso, ¿en dónde estoy? Veo paredes blancas. Es un hospital. El hospital para personas con problemas mentales.

«Isa, vamos a tirarnos por el balcón», oigo a alguien decir. Me volteo. Se supone que nadie excepto Anastasia y los doctores pueden entrar. Y también este chico que me "ayudará", pero no veo a nadie. «Isabella, ¿no es mejor si te suicidas? ¡Quítale trabajo a Anastasia y muere! ¡Eres inservible!» Me llevo las manos a las orejas... No, no de nuevo. ¡NO DE NUEVO! Empiezo a gritar que se calle, pero escucho esas voces...

«¡Mátate», escucho a alguien decir. Pero luego escucho a alguien gritar:

«¡Déjenla!» y, de repente, todas las voces se callan, abriendo paso al ruido de unos zapatos. «Soy Isaac, Isabella. Veinte años. Esquizofrénico.»

«¿Eres esquizofrénico? ¿Podías escuchar esas voces?» Él negó.

«Sé lo que se siente escucharlas, Isabella. Pasé por eso.» Yo sólo lo miro.

«Tus ojos son marrones», le dije. «Me gusta que tus ojos sean marrones, y no una clase extraña de azul, o verde, o gris. Me agradas, Isaac.»

«¿A una esquizofrénica le agrada alguien a la primera?», dice, en tono de broma, «Bien, eso es nuevo.»

«Puedo jurar que es más que sólo esquizofrenia», respondo. «Creo que es una mezcla de depresión con un montón de cosas más. No me hagas caso.»

«Y eres lista, algo más que agregar a la lista de COSAS-QUE-ME-GUSTAN-DE-ISABELLA.»

«Tomaré eso como broma.»

«No deberías, ¿sabes?» Y, por un momento, pensé que tal vez Isaac era de mi imaginación, porque no había razón para que una persona me agradara tanto a la primera.

Pensé que, si me acercaba y lo tocaba, no sentiría nada; pero entonces recordé que en mi imaginación PUEDO sentir todo lo que sea de mi mente. Y me asusté, y empecé a sentirme frustrada. Gracias al cielo llegaron Anastasia y uno de los tantos doctores, para presentarme a quién ya conocía.

«Isabella», dice Anastasia. «Veo que ya conociste al nuevo inquilino.» Isaac la mira, horrorizado. Tal vez piense que no debió decir eso.

«De acuerdo», contesto. Isaac me mira, sorprendido.

«¿De acuerdo?», pregunta Isaac. «Isa, deberías saber que yo no duermo tan bien que digamos y...»

«No la llames Isa», dice el doctor. «No le...»

«No, está bien», les digo. Y me miran extrañados. «Me cae bien, puede llamarme como quiera. Isa, Bella, Isabella... Son nombres, y él me agrada. Está bien», el doctor me mira, confundido, y luego sonríe.

«Van a tener que dormir en una misma cama, Isabella. ¿Que opinas de ello?», menciona Anastasia. Yo sonrío.

«Que no van a escuchar gritos en buen tiempo.»

Isaac sonríe.

.

Miro hacia afuera. Ventajas de una habitación grande con una ventana enorme: aire fresco, hermosa vista. Desventajas de UNA habitación grande con UNA ventana enorme: le ponen rejas, y tienes que compartirla con alguien más. Dato importante: me agrada la persona con la que comparto cuarto Y ventana. Siento a alguien tocando mi hombro, y escucho a alguien susurrar «Aléjate», así que me acerco más a Isaac.

«¿Ocurre algo?», pregunta.

«No», contesto, «sólo que, pues, sentí a alguien decir "Aléjate", y, uh, me dio miedo.»

Él me mira, detenidamente, y yo bajo la cabeza.«No es cierto. Seguramente sí escuchaste las voces; pero no te acercaste por miedo. Tú colapsas, no temes de ellos... Entonces, las probabilidades de las razones por las que te me acercaste son: Uno, porque querías; lo que nos lleva a dos, porque querías desobedecer, ya que seguramente crees que "tienes" que alejarte de mí.»

Lo miro un pequeño tiempo, así que sólo digo: «No sé.»

«Yo tampoco», contesta él.

.

Pasamos la noche mirando a la ventana, y siento que me toma de la mano. No la quito, porque tengo frío. Siento que me está mirando; pero yo observo la noche, y veo la ciudad. ¿Saben ellos qué es este lugar? Porque no pareciera que supieran que hay gente aquí, y que hay gente solitaria. Mientras ellos pasean por ahí, felices y sonrientes; nosotros estamos aquí, escondiéndonos de todo. Luego, recuerdo lo que Isaac me dijo.

«¿En serio hay una lista de las cosas que te gustan de mí? ¿Aun sin conocerme del todo?» Pregunto.

«Sí, y la primera cosa es tu voz.»

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora