Recostada en su bañera, Kaghome no podía dejar de pensar lo que había ocurrido hacia unos minutos atrás. Había tomado la decisión de tomar un baño relajante, para poder quitarse todos esos sentimientos que tenia en su interior, pero no estaba surgiendo efecto alguno. Hasta parecía que la respiración cada vez se le hacia mas pesada.
-Tengo que dejar de pensar en lo ocurrido – Se regaño a si misma, pero sin obtener resultados.
***
La pequeña azabache estaba buscando a su hanyou por el bosque, ya que desde que le había pedido que la dejase volver a su época por tres días, había desaparecido muy molesto. Suspiro con pesar. Siempre era lo mismo.
-Inuyasha ¿Dónde estas? – El ruido de unas ramas se dejo oír, y la azabache enfoco su vista hacia allí, encontrándose con ese bulto rojo.
- Aquí – Le respondió con su típica voz de enojado.
- ¿Por qué te molestas? Hace mucho que no vuelvo a mi época, Inuyasha – Le susurro, una vez que él salto a su lado.
- Porque retrasaras nuestra búsqueda nuevamente – Le respondió sin tanta importancia, intentando ocultar sus verdaderos sentimientos. La verdad era que detestaba que se aleje de su lado. En ese tiempo se había vuelto un loco dependiente de ella y no quería dejarla ir. No podía dormir si ella no estaba a su lado, pero era muy cobarde como para decírselo.
Un desagradable aroma a decepción y tristeza llego de lleno a su nariz, haciendo que la mirase con sorpresa. ¡Demonios! La había cagado otra vez.
-¿Solo por eso me necesitas? – Oculto su mirada con su flequillo, y apretó sus manos en un puño. Esas palabras le habían dolido mas que cualquier ataque que recibió en todo ese tiempo.
A pesar de que Kikyo ya descansaba en paz, le dolía saber que ella nunca llegaría a ocupar ni siquiera una pequeña parte en el corazón del hanyou. El amor que sentía por la sacerdotisa muerta iba mas allá de su entendimiento.
-Kaghome... Yo... No es lo que quise decir... - Quiso tomar su brazo, pero ella lo alejo de un movimiento brusco. Odiaba cuando no le permitía que la tocase. Lo habían rechazado mas veces de las que recordaba, y no quería que su dulce y tonta Kaghome también lo haga.
- Entiendo muy bien que solo estoy aquí por los fragmentos. Ahora que solo faltan dos, nuestro camino se termina, al igual que mi misión, por eso necesito pasar esos exámenes. Una vez que termine mi tarea aquí, volveré a mi época y yo... Yo... - Su voz se quebró por la tristeza. No podía soportar mas sus lagrimas, pero no quería llorar delante de él – Tengo que irme – Giro sobre sus talones, intentando irse, pero antes de que pudiera dar siquiera un paso, sintió como la abrazaba por la espalda, apretándola contra su cuerpo – Inuyasha – Susurro por la sorpresa. Él nunca era así de cariñoso, mucho menos demostrativo, ¿Qué le ocurría?
- No te vayas – Le susurro en su oído, mientras escondía su rostro en su cuello – No te alejes de mi.
- Inuyasha – Volvió a repetir bobalicona. No sabia que mas decir. ¿Qué responder ante semejante pedido de la persona que mas amas?
- Yo... Te... Te necesito a mi lado – Volvió a susurrarle, sorprendiéndola aun mas. Nunca había escuchado a Inuyasha decirle semejante confesión. Lo mas cariñoso que le dijo fue que le gustaba su aroma, la primera vez que lo vio convertido en humano.
- ¿Qué ocurre, Inuyasha? – Se giro con algo de dificultad en sus brazos quedando, inesperadamente, a escasos centímetros de sus labios.
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Puro amor.-
RomanceInuyasha no se imaginaba que el viaje a la casa de Kaghome, para pedirle disculpas, terminaría tan, pero tan bien... **** Esta historia es de mi autoría, solo que anteriormente la publique en otra pagina y me dije a mi misma "Mira maldita, dejas en...