O.S

28 0 0
                                    

Siento frío en los pies y ahora no paro de arrepentirme de haber traído un miserable vestido corto y medias sólo por sentirme arreglada y formal esta noche. He pasado bastante tiempo maquillándome y ya ni hablar de lo mucho que me he comido la cabeza por no saber qué ponerme. Y me arreglo por mí, para sentirme bien y cómoda conmigo misma, pero no voy a negar que lo hago también para poder lograr que fijes tu vista en mí y pienses ''Oh, por dios, ¡qué guapa está esta noche!'' De todos modos, sé que no lo harás y hace que me sienta patética creer de algún modo que puede que me equivoque al pensar esto. 

Un coche negro para frente a mí, tú y otros dos amigos venís a recogerme para llevarme a la fiesta de una amiga, que está en un pueblecito cerca del mío.  Al subir saludo de manera general, y me inquieta saber que estoy subida en tu coche, en el asiento de atrás junto con Jamie, y que en el asiento del copiloto está Kike, cuando creía que el coche era de él. Tras ponerme el cinturón, Jamie me invade a preguntas, pero no puedo siquiera concentrarme bien en contestarlas, pues tengo que mantener la compostura y tratar de esconder que no estoy bien del todo, siendo que la estúpida razón que me impide el completo bienestar es saber que estoy montada en tu maldito coche negro y saber también que la primera vez que me ofreciste montar era aquella tarde que me dijiste que cuando quedáramos solos a la semana siguiente, podrías acercarme a casa. Pero eso ya no volverá a pasar, porque sin razón alguna he pasado a ser sólo una cara más en la multitud, una piedra más en el monte, un grano de arena más en la playa, sólo alguien más a pesar de que hace un tiempo fui alguien muy importante para ti.  Y me consume el hecho de que estemos juntos en el mismo coche y que tú y yo no podamos hablarnos porque ya hemos perdido toda relación. 

Kike sube el volumen de la radio, sonando  una versión de la que no logro reconocer el autor de ''No puedo vivir sin ti'' dándome a conocer que estás reproduciendo tu playlist de canciones de pop español del 2000. 

No puedo evitar cantar y creo que he subido demasiado la voz, aunque siendo sincera quiero aprovechar que la gente me diga que canto bien para que tú me escuches cantar una de tus canciones favoritas, como siempre soñé hacer si alguna vez estábamos los dos solos (y lo estuvimos, pero nunca me atreví a cantarte aunque el momento en el que te tumbaste en mi pierna fuera la ocasión perfecta). 

Mientras miro la ventana noto una mirada clavada en mí, pero al ver que Jamie está mirando por la ventana izquierda tarareando por lo bajo y que Kike está haciendo compás con sus dedos mientras también taladra la ventana con la vista, sé que eres tú a través del retrovisor interior. Te devuelvo una mirada tímida, como dándote a entender si necesitas que pare de cantar pero, para mi sorpresa, me regalas una sonrisa sincera, tanto con la boca como con los ojos. 

Te sonrío de vuelta, y en verdad me aterra saber qué cara te he puesto. Vuelves un segundo la mirada al volante y seguidamente, fijas tus verdes ojos en los míos. 

Un escalofrío me recorre la columna vertebral. Al igual que hace unos meses atrás, me estás volviendo a confundir. Dábamos vueltas el uno alrededor del otro, nos queríamos y no lo hablábamos, no sabíamos qué decir en persona pero luego hablábamos hasta que amanecía por mensaje, casi me besas y después de que a las semanas nos confesáramos y decidieras que era mejor no  empezar nada conmigo por no perderme a pesar de que me querías, decidimos tratar de ser amigos y pero no nos funcionó porque de la nada dejaste de hablarme. Y unos días eran muchas muestras de cariño y otros días huías de mí como si el mundo no tuviera fin. Y estás volviendo a aquellos tiempos donde, a pesar de la confusión, éramos sólo tú y yo.  Y no sé cómo sentirme, porque a pesar de todo el daño recibido y de saber que me he llevado la peor parte, sigo queriéndote. 

Continuamos mirándonos el uno al otro a través del retrovisor y Kike tiene que pedirte que por favor centres la vista en la carretera, a lo que tú alegas riéndote "pero si es lo que estoy haciendo'' y que seguidamente él conteste ''no quiero saber qué está pasando aquí en este ambiente, pero no me apetecería morir en un accidente de coche''. Tú y yo soltamos una ligera risa y siento que la complicidad de enamorados que teníamos hace medio año está volviendo. Y me siento feliz, a pesar de que no debería. 

Cuando menos me lo espero, ya hemos llegado. Jamie está nervioso por ver a la chica que le gusta, que resulta ser la amiga que nos acogerá en su fiesta. Pero a pesar de todo eso, me echa una mirada extrañada, como no entendiendo qué ha pasado ahí dentro, y es que él sabe toda la historia que tú y yo hemos tenido. Y tras muchos bailes, mucha charla y bastante alcohol por parte de todos menos por la tuya, se pasa la fiesta y es hora de volver a casa. 

Vuelvo a subir en el asiento trasero y esta vez, Kike se sienta conmigo. A diferencia del viaje anterior, esta vez nadie canta las canciones que se reproducen y quizá es porque estamos demasiado cansados. 

Te miro a través del retrovisor, pero tu cara se mantiene seria y además, muy fija en el volante y tengo la sensación de que te has arrepentido de cómo me has estado tratando esta noche, porque los dos sabemos que lo nuestro ya tuvo su punto final. 

Llegamos a mi casa. 

Doy las gracias por traerme y me despido. 

En mitad del camino mientras busco las llaves en mi bolso, se representa una escena donde Jamie te echa la bronca diciendo que me lo digas, que igual aún no es tarde. Y tú, aunque reniegas, te bajas del coche y me sigues hasta casa, donde me pides perdón por haberte comportado como un idiota estos meses y me confiesas que aún sigues queriéndome para después besarme bajo mi umbral mientras yo aún palpo las llaves en mi mano derecha. 

Pero nada más abrir la puerta y sacar la llave, tu coche desaparece en la noche sin que Jamie te regañe y sin que tú bajes de él para pedirme que retomemos lo que este verano construimos. Porque ya no sientes eso por mí. Porque ahora te soy completamente indiferente. Y tristemente, yo sigo esperando algo tuyo. Una señal de que te importo, una muestra de cariño o algo que me haga saber que no estamos perdidos completamente. Me confunde tu mirada a través del retrovisor mientras cantaba, aunque creo que era más bien una mirada de aprobación. Ya no sé ni cómo interpretar nada de lo que haces, no sé cómo interpretarte.

Ojalá todo fuera más fácil.

Ojalá tú lo hicieras más fácil. 

Ojalá saber qué pasa por tu mente respecto a mí.

Ojalá que no me importase, que ya va siendo hora de que deje de hacerlo.

Ojalá no te quisiera más

 y, sobretodo, 

ojalá no te echara tanto de menos. 


Echar de menos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora