No quiero dar mi nombre, dejemos esto en el anonimato.
Fui secuestrado, torturado y abusado, por la persona que jamás creí capaz de lastimarme.
No puedo respirar con tranquilidad desde que él me ha arrastrado aquí.
Las ventanas permanecen cubiertas...
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En mis oídos escucho mis latidos golpeando con violencia, y luego, resuenan sus pasos; llevo una mano temblorosa a mi boca, intentando que mi voz no me delate.
Me ha visto, solo juega a que no lo ha hecho.
Contengo un sollozo, pero mis lágrimas corren libres por mis mejillas, sigo sentado en el frío piso detrás de un dañado escritorio, tratando de seguir en silencio. No dejo de escrutar la oscuridad a mí alrededor.
-No te escondas-. Su voz me hace saltar, pero evito hacer ruido-. Prometo ser amable si sales ahora -parece feliz y tranquilo, pero sé muy bien que está molesto.
Escapé ante la primera oportunidad, corrí sin la esperanza de llegar tan lejos y no sé qué más hacer.
Ya no pude evitar sollozar contra mi mano, bloqueo mi vista cuando sus pasos se acercan. Intento contraerme más en el reducido espacio.
Lloro sin contención cuando veo su cara asomarse a mi escondite, él sonríe tenebrosamente al ver nuestras miradas encontrarse. El juego ha terminado y he perdido.
-Ven aquí -me llama-. Te llevaré de regreso.
Mi rostro se llena de terror mientras niego frenéticamente, como si eso ayudara en algo. Él continúa acercándose, me arrastro para alejarme pero me sostiene del tobillo con fuerza. Atrayéndome de regreso.
-No, por favor, déjame ir... no diré nada -mi voz es un susurro y, al igual que el resto de mi cuerpo, tiembla.
-Shh -me calla como si intentara dormir a un niño-. Tranquilo, todo estará bien-. No puedo dejar de llorar, suelta mi pierna y continúa acercándose. Lo tengo arrodillado frente a mí, me mira con bondad fingida-. Ahora, vámonos, sabes que irte sin avisar está mal.
-No me lastimes -consigo decir claramente.
-Debiste seguir las reglas -me recuerda-. Te advertí que no escaparas o habría consecuencias-. Lloro más alto, no puedo controlarme-. Shh...
-Por favor... -ruego.
Una de sus manos recorre mi rostro, le observo mostrando mis ojos humedecidos y sin ocultar mi miedo. Me sostiene de la cabeza con fuerza y la estrella contra la pared hasta la que me ha acorralado.
Veo mil luces volar frente a mí, luego todo se vuelve oscuro... por fin, me desmayo.
