XVII. Silvania

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Lucas estaba destrozado, no dejaba de decir incoherencias y no respondía a absolutamente nada de lo que yo hacía para hacerlo reaccionar.

—Hago todo lo que puedo mami... —Balbuceaba con voz temblorosa.

Ya lo había abofeteado, gritado y nada funcionaba. Por eso me arrodillé frente a él, tomé su cara llena de lágrimas entre mis manos y besé sus temblorosos labios.

Esperaba que me gritara algo como "Que perro asco, estúpida". Que me empujara o incluso que no reaccionara...

Jamás pensé que me fuera a devolver el beso. Lo sentía desesperado, como si besarme fuera la única manera de mantenerse atado a la realidad para no caer de nuevo en ese extraño ataque que tenía, enterró sus manos en mi cabello y yo podía sentir claramente como sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas. Me estaba quedando sin aire y el calor de mi estómago se extendía por todo mi cuerpo, apreté su suéter en un puño y él me acercó más dejándome arrodillada entre sus piernas. Cuándo me abrazó por la cintura y nuestros pechos se juntaron me di cuenta de que su corazón estaba tan agitado como el mío.

—Tengo miedo Silvania —dijo en medio del beso con la voz temblorosa.

—Vas a estar bien Lucas, lo prometo —respondí yo antes de volver a besarlo.

Cuando por fin nos separamos para tomar aire no tuve la fuerza suficiente como para alejarme, dejé que mi frente descansara apoyada en la suya y cerré los ojos.

—Si querías besarme pudiste haberlo dicho antes, en vez de esperar a que tuviera un ataque de pánico.

Abrí los ojos de golpe y quise apartarme molesta, pero él seguía abrazándome de la cintura. Sonreía a pesar de las lágrimas en sus mejillas y el muy maldito se veía bien.

Aunque debo admitir que me encantó que volviera a ser él mismo.

—Fue un último recurso —repliqué rodando los ojos y poniendo los brazos sobre su pecho lista para empujar a la mínima pendejada— no reaccionabas y...

—Gracias —me miró con tanta intensidad que me dió hasta un poco de miedo, pero entonces sus ojos bajaron a mis labios.

Yo no podía dejar que eso volviera a pasar, ¡Estaba saliendo con Trent! Ya haber besado una vez a su mejor amigo estaba mal, ni hablar de dos. Pero me descubrí queriendo volver a hacerlo, hacía tanto tiempo que no me sentía tan viva.

Con Trent los besos eran tan simples, tan pacientes, no transmitía esa ansiedad que Lucas había mostrado... Pero no, Lucas era un chico al que había conocido colándose por mi ventana, Lucas necesitaba ayuda psiquiátrica y tenía problemas más grandes como para disputarse una chica con su mejor amigo.

Me levanté y me senté en otro puff, más lejano que en el que estaba antes. Él me miró con el ceño fruncido y ladeó la cabeza, sus ojos estaban tan rojos cómo sus labios.

—Respecto a lo que te dije... —Comencé teniendo cuidado de no causar otro ataque— ¿Irás a verte con un médico?

Sus manos empezaron a temblar de nuevo, pero sujetó una con la otra, cerró los ojos y respiró hondo antes de continuar.

—Lo haré... Si tú terminas la escuela.

Abrí la boca dispuesta a protestar cuando él acercó su puff al mío y a una velocidad impresionante tomó mi cara apretando mis mejillas con una sola mano.

—Y si no te inscribes yo no iré con ningún doctor, esa es mi oferta —Aseguró sonriendo con burla.

¿Cómo podía ser tan bipolar? Supuse que era por su misma condición psicológica rara y rodé los ojos. De todas maneras ¿Qué podía perder?

—Está bien. Acepto. Pero no iré al prom, se suponía que iría con Jackie y... Me trae malos recuerdos.

—Entonces iremos juntos al baile de bienvenida, el punto es que quiero que participes en una actividad social —él pareció pensarlo— sin alcohol, por supuesto.

Suspiré, Lucas se escuchaba muy animado (a pesar de su ataque anterior) y no quería romper su burbuja. Así que acepté y seguimos mirando Black Mirror, aunque sentía una tensión rara siempre que nuestras manos se rozaban o que nuestras rodillas chocaban.

Quería besarlo de nuevo. Pero las consecuencias que eso podría traer me frenaban en seco.

—Silvania lo de hace rato... —dijo Lucas de repente— no... No fue nada importante para tí, ¿verdad?

¿Lo había sido? No estaba segura. Realmente lo había disfrutado y quería más, tenía que aceptar que algo se había agitado en mi interior pero si me preguntaba eso era porque para él no había sido importante ¿no? Mi cabeza estaba hecha un lío así que solo contesté lo más práctico.

—Fue solo un beso, imbécil... Un beso no significa nada.

Esperaba una expresión, una reacción de su parte o que al menos me discutiera.

—Me alegra que por una vez estemos de acuerdo en algo, estúpida —replicó sonriendo de lado y apretándome la mano.

Pero que se lo tomara así tal vez fue lo que hizo que decidiera que realmente ese beso no había importado.

No había importado nada en absoluto.

Tres razones para no matarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora