único

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Park Jimin, un cachorro omega de 17 años con un embriagante aroma a durazno.

Su padre era un hombre lleno de poder, ambicioso y perseverante, siendo el líder del clan más poderoso. Al enterarse de su presentación como un omega nunca se sintió más encomendado con la vida de un ser vivo, un hijo omega, un regalo de la diosa luna. Juro protegerle y darle todo, bajarle la luna y estrellas si es que ese era su capricho.

Lo crio rodeado de grandes líderes, encerrado en su caja de cristal donde nadie podría herirlo mientras él estuviera vivo, Jimin creció para convertirse en un omega ejemplar, digno de lo que su padre presumía que era.

A pesar de su estatus, era un chico muy tímido, siendo popular en su instituto únicamente por su procedencia, la sola mención del apellido de su padre era algo que llamaba la atención, Jimin no resaltaba mucho por su cuenta, más allá de su físico, pues pocos eran los privilegiados de llegar a conocerlo a nivel personal. Jimin vivía con la paranoia de estar rodeado de personas que lo buscaran por puro interés, y por lo mismo, casi no tenía amigos.

Esta actitud tan cerrada se ganó el repudio de muchos omegas envidiosos que se sintieron menospreciados por aquel omega de familia rica.

Un cierto día, Jimin estaba siendo hostigado por varios omegas de cursos superiores, si bien solo eran palabras crueles, dolían más que cualquier golpe. Y como si hubiera sido planeado, apareció la alfa que probablemente sería la luz de la vida del omega por mucho tiempo. Jhiyo era su nombre.

"La alfa perfecta para el omega perfecto" —era los que todos decían. Incluso Jimin llego a pensar lo mismo. Era una alfa atenta y fuerte, de gran porte y por, sobre todo, hermosa.

El día en el Jhiyo le declaró su amor ante los ojos de todos, el pequeño sintió como la emoción quemaba sus entrañas, el estómago se le revolvía de los nervios y sus mejillas ardían como el infierno. Se sentía suertudo de que una alfa tan poderosa socialmente lo hubiera escogido. La pareja tenía una dinámica clara, un omega sumiso y una alfa honorable. Perfecto para aquellas estrictas normas de imagen que Jimin debía seguir para poder ser querido en ese círculo lleno de hipocresía.

Un par de meses después, Jihyo estaba distinta, su alfa rechazaba todas sus invitaciones y lucia distante, indiferente. Jimin hizo lo posible para comprenderla, era su perfecta alfa, sin embargo, todos podíamos tener nuestras malas rachas de vez en cuando. Luego de que hubiera sido rechazado nuevamente por su pareja, Jimin decidió salir por sí solo, aclarar su mente, pues por más empático que quisiera ser, la situación con Jihyo no le dejaba ni dormir.

Caminando por un pequeño parque a pocas cuadras de su hogar, tomo asiento al borde de una fuente y se concentró en tomar de la pequeña botella de agua saborizada que había comprado hace poco minutos. Fue entonces cuando sintió un fuerte aroma a madera que le llamo la atención. Dejó la botella al borde de la fuente provocando que está cayera dentro de la misma, pero a pesar de haber escuchado el chapoteo, poco lo importó, estaba más centrado en seguir aquel aroma. Terminó atrás de un árbol, viendo en su panorama a la dueña de la fragancia, su pareja, sentada en una de las bancas que rodeaban un panel de flores, con una de las omegas de su instituto, concretamente Yuna, aunque no pudo ver su rostro en un principio supo que era por su empalagoso olor a miel.

—"No seas dramático Jimin, de seguro solo son amigos..." — le decía su ingenuo omega tratando de convencerse, cegado por ese amor del bueno que tenía por la alfa, siendo en vano pues un rato después las dos terminaron besándose. Quebrando de forma inmediata el dulce corazón del omega castaño.

—¡Jihyo! —gritó saliendo de su escondite.

—¿O-omega, como estas?

La alfa se levantó rápidamente, separándose de la chica y poniéndose de frente al otro omega.

𝖫𝖮𝖮𝖪 𝖠𝖳 𝖬𝖤 | Yoonmin | O.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora