Cuando los reinos son grandes, suelen ser mas deseados.
Cuando la gente es avariciosa, mueve aquí y allá esperando ganar.
Cuando un reinado termina, el reino se vuelve el punto de todas las miradas.
Pero si de dicho linaje aun hay alguien con vida...
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La reina se acerca con mucha calma hacía mí y tuerce una sonrisa mientras sigue caminando.
—Hay tantas cosas que no me quedan claras acerca de ti Arlana, pero no me importan porque sé que pronto te irás de aquí y no volveré a saber nada de tu patética existencia.
Sigo estática en el mismo lugar, por lo cual cuando ella se acerca a mí y pasa una de sus largas y frías manos por mi cara me estremezco.
—¿Quieres explicarme porque Colm ha dicho que no quiere perderte?
—Somos amigos —le digo rápidamente.
La reina chasquea la lengua y menea un dedo frente a mi cara —No, hay algo más y quiero saberlo antes de que sea demasiado tarde.
—Yo le prometo que solo somos amigos —empiezo a sentir miedo.
—Mientes.
—No, de verdad yo —pero no puedo terminar de hablar ya que recibo un rasguño con un material frío en la mejilla que me hace sangrar.
—Eres igual que tu madre, creyendo que con un hermoso rostro pueden tener al hombre que quieran —la reina me escupe aquellas palabras—. Que esa marca te sirva como recordatorio de que con mi Colm no lograras ninguno de tus planes, él merece más que una zorra exiliada.
La reina se da la vuelta y desaparece por el mismo lugar por el que ha entrado. Salgo de mi trance y corro hacía el espejo colgado junto a las espadas, un sollozo sale de mis labios al notar la herida que me mancha de sangre la cara, es una marca, una que dejará una cicatriz permanente.
La tristeza y la oscuridad regresan a mí y arrojo de un manotazo todas las espadas hacía el suelo porque estoy cansada de que la gente se burle de mí, he tenido suficiente de todos.
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Lady Olivia fue la primera en notar el corte en mi cara, saltó de su lugar y corrió hacía mí para intentar tomarme la cara con delicadeza para inspeccionar la herida.
—¡Olivia basta! —gritó entre lágrimas y ella retrocede—. Solo ve por un maldito curador.
