Capítulo 14

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Ayer recogí los pedazos del teléfono de Henry y los tiré porque no tenían arreglo pero guardé las tarjetas para que cuando tenga uno nuevo no pierda los números.

Pero eso no es lo que importa, estoy preocupada por él porque no llegó y tengo tanta inquietud que cuando salí de la universidad pasé por el departamento pero él no estaba así que me fui a la biblioteca.

Cuando tenga dinero suficiente me compraré un teléfono porque enserio que lo necesito. Tengo que hablar con Verónica ya que no fue a la escuela y Ken  estaba en otro mundo porque cuando hablaba conmigo decía cosas sin sentido, aunque el siempre dice cosas que no van al caso.

En fin, me la pasé arreglando libros, las sillas que andaban por todas partes y lápiz inservible. Fue una día tan aburrido que lo único que quiero es darme un buen baño para relajarme.

Espero que Henry esté allí.

Caminar por las mismas calles puede ser algo aburrido pero no puedo quejarme porque es el camino más rápido y por donde pasan algunas personas.

Está oscureciendo y cuando menos me lo espero estoy frente al edificio, solo tengo que cruzar la calle y ya. Apreté más mi mochila y caminé, estoy a punto de entrar pero... mi cuerpo chocó contra el de alguien.

— Lo siento... —dije apenada y cuando alce la vista todo mi cuerpo se paralizó.

Henry.

— ¿Estás bien? —preguntó pasando su pulgar por mi mejilla. Sonreí inconscientemente por las cosquillas que me causa.

— Si, lo estoy —me quedé viéndolo por unos segundo que parecieron eternos —. ¿Tú lo estás? Digo, es que anoche me quedé un poco preocupada y como no te vi en la mañana... pensé que te había pasado algo.

— Lo siento, todo pasó rápido. Pero no tienes porque preocuparte ¿bien? —sus ojos me miran como si fuera un tesoro y puede que me esté equivocando en eso, pero así lo siento y de alguna forma u otra me hace sentir querida.

No quiero pensar que estoy sintiendo cosas por él y que él no corresponda pero... ¿y nuestros besos? Esos que se sentían con ilusión, con necesidad, que te arranca un suspiro, me siento tan extraña de este nuevo sentimiento que estoy empezando a sentir.

Me aterra.

— Eres tan hermosa y única que... es imposible no quererte —susurró cerca de mis labios.

¿Qué dijo? ¡Demonios! ¿Acaso escuché bien?

Tengo una tormenta dentro de mí que me está arrasando de una manera positiva, de hecho, esa tormenta es provocada por sus palabras. Me dejó vacía por dentro, con un nudo horrible sin saber que contestarle. Solo dejé que sus labios rozaran los míos y aunque quise algo más profundo no pude.

Solo escucho disparos, dejándome paralizada y sin poder hacer nada. Henry se lanza encima mío cubriéndome con su cuerpo y el miedo recorre todo mi cuerpo como la misma sangre.

Estoy llorando y no puedo hacer nada, el miedo me consume tanto que no soy capaz de alejarme de Henry. Pudimos cubrirnos de las balas pero estas siguen y siento que mis oídos sangrarán.

Henry susurró algo en mi oído que no escuché nada, solo asentí y luego él se fue sacando una pistola de su espalda.

¿Lo veré en acción?

No, por supuesto que no saldré allí afuera, mi miedo es mucho más grande que mi valentía. Además, ¿qué haré? Nada.

Ahora, la preocupación que siento por saber si Henry está bien o no me quema, y cuando dejé de escuchar los disparos simplemente me puse de pie.

Antes de salir completamente miré para todos los lados viendo como algunas personas miraban por la ventanas de su hogar con pánico. Dios, todo tiene marca de las balas, los autos que están estacionados tienen las ventanas rotas.

Un gruñido hizo que me dirija de donde provenía para encontrarme con con Henry en el suelo tratando de quitarse la camisa. Se ve sofocado y frustrado.

Sin pensarlo dos veces corrí hacia él y cuando llegué me arrodillé.

Le dispararon.

Mis ojos se llenaron de lagrimas de solo pensar que puedo perder a otra persona, no quiero. El miedo me recorre como hace unos momentos y entro en pánico.

Comienzo a llorar, puede ser que suene infantil e incluso ridículo pero tengo miedo. Ahora más que nunca que he podido salir adelante con la ayuda que me da el hombre que está tirado en el piso arrancándose los botones.

— Dios... —fue lo único que pude lograr articular porque mi voz está rota. Me siento paralizada e inútil a la misma vez.

— No... no pasa nada. ¿Tú estás bien? —dejó de arrancarse los botones y se sentó como pudo.

Fruncí mi ceño y lo miré a los ojos, viendo preocupación. Eso es lo que yo debería de sentir.

Aunque bueno, estoy preocupada pero a la vez paralizada.

— ¿Cómo... puedes preguntar si estoy bien cuando a ti te... dispararon? ¡Y por supuesto que si pasa algo! Casi nos matan a los dos —dije mientras lo ayudaba a ponerse de pie —. ¿Si te hubieran matado a ti o a mi? ¿Qué pasa si esos tipos vuelven? Yo no quiero que te pase nada...

— Encontraré a los que hicieron esto y pagarán por haberlo hecho. Te voy a proteger con mi vida y no te pasará nada, te lo prometo —su ceño fruncido pasó a uno más relajado.

Más lagrimas saliendo al escucharlo y lo único que hice fue abrazarlo con cuidado mientras lloraba en su pecho.

(.....)

Pasaron algunos días desde el tiroteo y todavía tengo miedo de que vuelva a pasar, pero eso no me impide ir a la universidad y a la biblioteca.

Abro la puerta del departamento y me dirijo a la sala, cuando alzo la vista un tipo totalmente desconocido está sentado. Estoy seguro de que debe de ser unos de esos tipos que dispararon pero... ¿que hace aquí? Yo no hice nada malo.

Mi grito no salió porque se quedó en mi garganta cuando vi su pistola encima de la mesa, la cual él está muy concentrado mirándola. Tragué en seco.

Su atención cayó sobre mi cuando un sollozo involuntario se me escapó.

— ¿Quién eres... tú? — mi miedo se nota porque no es bueno que alguien desconocido, con pistola y más con aspecto de delincuente esté donde vives.

— Me llamo Alec.

En El Olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora