Aquella anciana caminaba tan lenta y encorvada, que más parecía una tortuga que una octogenaria con hipercifosis aguda. La veía pasar todas las mañanas rumbo a donde quiera que fuera, sentado plácidamente en mi banco del parque, colindante al trabajo que ya no tenía. Intrigado, me preguntaba, cada día, qué importante tarea debía completar aquella anciana, para verse obligada arrastrar, de esa manera tan sufriente, sus molidos huesos. Jugueteaba con la idea de que debía entregar una carta muy urgente. Una que, de no hacerlo, alguien moriría irremediablemente. Después de varias semanas elucubrando, pensé en ir tras ella, y acabar, de una vez por todas, con aquel misterio, pero de haberlo hecho mi imaginación ya no tendría con qué enredarse cada mañana que ya no podía acudir al trabajo. Un día cambió mi suerte. Conseguí un nuevo empleo, pero perdí a mi anciana para siempre.
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La anciana
Short Story¿A dónde irá la anciana todas las mañanas? Microrelato premiado en Literup. Se trataba de crear un microrelato que incluyera la palabra "suerte".