DNA – Kendrick Lamar
Después trabajar, lo mejor es tomarse un pequeño respiro. Y qué mejor manera de hacerlo viniendo al Reed's para tomar algo de forma tranquila y amena. Por eso me gusta pasar tiempo con Tyler. Es sencillo, tranquilo y sabe apreciar los silencios. Estamos en el despacho, tomándonos una cerveza. Joan se ríe de mi cerveza sin alcohol y me da un par de toques en la cabeza, como si fuera un perrito. Yo le hago una peineta mientras bebo y me recuesto en el puf morado mientras ella vuelve a subirse al escritorio de madera vieja, oscura y desgastada.
El dueño no suele venir mucho por aquí, así que ella ha decorado el despacho a su gusto. La luz tenue y los puffs de colores me provocan unas terribles ganas de dormir. Joan está sentada en la mesa, disfrutando de su tiempo de descanso, y balancea sus pies de vez en cuando mientras come de su paquete de Cheetos. Ella me ofrece, pero yo niego con la cabeza.
—¿Fumas, Tyler? —Le pregunta mientras saca del primer cajón del escritorio un paquete de tabaco y un cenicero.
—Sí, ¿me das uno?
Joan asiente con la cabeza mientras tiene ya un cigarro entre los labios y se lo da. Saca un mechero del bolsillo de su pantalón para encender el cigarrillo antes de pasárselo a Tyler.
—Se me ha acabado la marihuana —se lamenta, chasqueando la lengua—. ¿Sabes si Tristan tiene un poco? —Pregunta mirándome y da una calada.
—Lo ha dejado —digo con un suspiro—. Tú también deberías hacerlo.
Guarda silencio, sin responder, y aparta la mirada mientras sigue fumando. Su cuerpo se tensa y su cara se torna ligeramente molesta.
—Por casualidad, ¿no te habrá contado algo sobre un par de gemelas que llevan unos días viniendo por aquí? —Empieza a fumar un poco más rápido, ansiosa.
Joan podría ser mi prototipo de chica ideal, pero su carácter de mierda y sus malos hábitos le quitan todo el encanto que le da su aspecto. Tiene el cabello tan oscuro como los ojos y varios tatuajes en los brazos y alguno que otro en sus finos y largos dedos. Su aspecto rebelde y feroz capta la atención de muchos chicos, lo cual algún día provocará que Tristan termine de volverse loco de celos.
—No —respondo, intentando hacer memoria.
—Esas zorras no dejaban de merodearle —comenta con la mirada perdida. Echa el humo por la boca y un poco por la nariz—. Ya me encargaré de que se le quiten las ganas de acercarse a él.
Tyler y yo nos miramos, pensando exactamente lo mismo; esto va a terminar muy mal. Si no terminan con esa relación enferma por los celos, acabarán con más problemas de los que necesitan. Pero nadie es capaz de hacer que entren en razón, ambos son tal para cual; tozudos e orgullosos.
—¿Ya has arreglado las cosas con la chica esa?
Subo la cabeza rápidamente y miro a Joan con el ceño fruncido.
—¿Con quién? —Pregunto sin estar seguro de lo que quiere decir.
—Ay... No recuerdo su nombre —suspira, cerrando los ojos para hacer memoria. Se pellizca el puente de la nariz con la mano que sostiene su cigarro humeante.
—¿Fiona? —Tiene que ser ella. ¿Quién si no?
—¡Eso! —Exclama con una sonrisa y chasquea los dedos.
Resoplo y echo la cabeza hacia atrás, dejando el botellín en el suelo mientras me concentro en las tablillas del techo.
—No me habla, pero me da igual —digo con desgana—. Me niego a ser yo quien vaya detrás de ella.
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𝐅𝐢𝐨𝐧𝐚 © [F #1]
RomanceLa vida puede ser una jodida perra contigo desde tu miserable infancia y seguir machacándote durante tu adolescencia y tú no podrás hacer nada para evitarlo. Eso te convertirá en un gilipollas con razones, pero a la gente eso no le importa. A nadie...