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CAPÍTULO
VEINTICINCO

          ELLA NO DEJÓ DE PENSAR en la reunión durante los siguientes días que a paso muy lento, iban transcurriendo. Honestamente, quemarse la cabeza pensando en algo como eso era una grandísima estupidez, pero, saber de primera mano que él había asesinado al hermano menor de un hombre, le dejó muy pensativa. Una tontería, claramente, pues, bastante claro que se lo había dejado Tobirama en el pasado, cuando hablaron y le confesó sobre lo dura que había resultado su vida en batalla. ¿Y qué sucede en las guerras? ¡Muertes! Teniendo esto más que claro, ¿qué era lo que le sorprendía? Si él no hubiese asesinado a ese sujeto, Tobirama hubiera muerto en acción.

Tumbada en su cama y abrazando un cojín rosa, la Uzumaki perdió la cuenta pensando en si ella sería remotamente capaz de colaborar con alguien que dañó a su hermano menor. De todo corazón, ¿sería capaz de ayudar a una persona que hizo sufrir a Naruto? La respuesta era negativa. ¡Jamás le echaría una mano a nadie que hirió a su hermanito! Entonces, ¿por qué tenía Madara Uchiha que ayudarles a ellos? Ella lo entendería si era que ese hombre se negaba a brindarles apoyo. Después de todo, fue el mismísimo Tobirama quien le arrebató la vida a su hermano menor.

Parecía un caso perdido y dolía pensar que, una vez más, Tobirama desaparecería. Quería ser capaz de pensar en alguna forma de ayudarle a quedarse a su lado, pero no tenía nada en mente. Lo único que llevaba bastante presente era que lo amaba y que, temía por el futuro de su bebé. Su hijo merecía crecer junto a su padre y a su vez, Tobirama merecía ser feliz junto a su familia.

Él le pidió que confiara, pero en las circunstancias que se encontraban, la fe era a lo único que podía apelar y sin embargo, no sabía si al final del día, esa esperanza acabaría siendo un arma de doble filo. Si se aferraba a la idea de que Tobirama permanecería en el presente y él no lograba quedarse, ella quedaría destrozada. Entonces, parecía más fácil hacerse a la idea que, eventualmente, él se marcharía para siempre.

Seiryū Senju, su hijo, era la prueba viviente de que todo era posible. Y solo por eso, solo por él, albergaría una pequeñísima esperanza en su corazón. Solo por su bebé.

Pensando en ello, se quedó profundamente dormida. Aunque no lo decía en voz alta, porque preocupar a sus padres era lo menos que deseaba, últimamente no se sentía del todo bien; despertaba cada mañana agotada, sus horarios de descanso estaban muy distorsionados y le costaba mucho mantenerse en pie siempre que se daba el momento de entrenar. Antes de viajar al pasado, era conocida por ser una de las mejores kunoichi de la aldea, pero, ahora le estaba costando mucho trabajo el concentrar su propio chakra. Era extraño, pero tampoco se permitía pensar demasiado en eso. Su prioridad actual era su pequeño. Aun cuando deseaba con todas sus fuerzas volver a la acción, necesitaba y debía dedicarse única y exclusivamente a él. Lo amaba. Estaba perdidamente enamorada de su bebé.

La parte positiva de estar en casa de sus padres, era que al bebé jamás le faltaba atención. Cuando ella lograba conciliar el sueño, la abuela siempre estaba muy pendiente de su nieto; le alimentaba, le duchaba, sacaba sus gases y también servía de canguro. La pelirroja no tenía ningún problema en hacerse cargo de su nieto, mientras su hija descansaba. Bien sabía ella lo difícil que era la maternidad y en el delicado ―y extraño― estado en el que Phoenix se encontraba, lo mejor era darle algo de apoyo extra. Francamente, Kushina estaba muy feliz de tener a su hija y a su nieto en casa y negaba a que fuera diferente.

Con el padre de su nieto rondando de aquí para allá, la pelirroja hacía un enorme esfuerzo por no perder la cordura. No es que ella no estuviese contenta de que el anciano finalmente supiera de la existencia de su descendencia, pero su hija estaba sufriendo y eso le ponía los pelos de punta. ¡Literalmente! Mantener una posición neutra era lo más saludable que podía hacer, pero siempre que veía al Senju, sentía su sangre hervir.

tempus . tobirama senjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora