Capítulo 4. La decisión.

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Estaba realmente agotada.

Después de que Bruno me recogiese de clase, nos dirigimos a mi casa porque iba a darme una ducha y a arreglarme para salir a comer. Mi chico tenía días libres y cualquier momento libre teníamos que aprovecharlo. 

Salí de mi habitación colocándome los pendientes que me había regalado mi abuelo de su viaje a Marruecos y me encontré a Bruno sentado en el sofá mirando su móvil.

Me miró y sonrió -¡Wow, estás preciosa!  -se incorporó y levantó las cejas.

Sonreí y me acerqué  para rodear su cuello.

-No hay prisa -susurré rozando mis labios con los suyos.

Posó sus manos en mi cintura y pegó su frente con la mía -¿Me estás proponiendo algo indecente?

Sonreí y me mordí el labio haciendo que mi novio se acercara hasta mi boca y me besara intensamente mientras sus manos apretaban mi trasero, pero el sonido de la puerta hizo que nos apartáramos el uno del otro a duras penas.

-¡Joder! ¿Quién diablos es a esta hora?  -bufó molesto mientras se recolocaba la camisa y se echaba el pelo hacía atrás.

Recoloqué mi vestido, y calmando un poco mi fuego interior, fui a ver de quien se trataba.

-Patrick ¿Qué haces aquí? –pregunte confundida.

-No me llames Patrick, mocosa. Soy tu abuelo -me señaló con el dedo y entró empujando su maleta.

-Abuelo ¿que haces aquí? –repetí.

-He terminado todo rápido y me he venido cuanto antes -sonrió  -¡Hola Bruno!

-Patrick... -saludó mi novio.

-¿Qué tal os habéis portado? ¿Has cuidado bien de mi nieta? - me pellizcó la mejilla y sonreí avergonzada.

-No me ha dado mucho tiempo pero supongo que si. Que le diga ella -me guiñó el ojo y sonrió.

Hice una mueca y asentí.

-Íbamos a comer, abuelo ¿Te apuntas? –cogí de nuevo mi bolso y guardé mi móvil.

-Claro -dijo cogiendo su vieja gorra -Os invito yo. 

Salimos de casa y nos dirigimos al coche para ir  a uno de los restaurantes favoritos de mi abuelo: Riviera. Que era bastante conocido en la ciudad y uno de los más frecuentados por los famosos de país. 

Después de contarnos todas y cada una de sus aventuras, nos invitó a un helado y paseamos tranquilamente por las calles de Palermo.

Cuando llegamos a casa, lo primero que hice fue tirarme en la cama, porque me estaba muriendo de sueño y solo quería dormir por lo menos un día entero. A Bruno lo dejamos en su casa ya que tenía trabajo al día siguiente y mi abuelo había decidido quedarse en el salón viendo una película.

-¡Megan! –gritó  -Ven un segundo.

Me levanté de la cama a duras penas y me dirigí al salón, encontrándome a mi abuelo sentado en el sofá muy serio.

-¿Qué pasa? –pregunté extrañada.

-Siéntate –dijo,

Quizás me tocaba escuchar una de sus largas historias o aguantar alguna regañeta por algo que le habían dicho, pero estaba segura de que no había hecho nada, así que me acomodé en el sofá y lo miré fijamente.

-Me estas asustando abuelo.

Sonrió -No te preocupes, solo quería saber si estabas contenta aquí.

VAS A QUEDARTE. Terminada (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora