No veo nada; ¿Acaso hay algo que ver? Con mucha dificultad intento resquebrajar lo que me estaba sellando y tapando contra el exterior. Me costaba bastante hacerle algo de daño y me estaba quedando sin oxígeno. Rápidamente empiezo a arañar con desesperación lo que me encerraba y una agradable luz empieza a bañar mi cara. Miro a mi alrededor y distinguí como una especie de cerca de madera alrededor de un pequeño campo de pasto. A lo lejos encuentro a una elegante gata de color carmesí que descansaba sobre el pasto.
Su cinturón brillaba por encima del resto de su cuerpo, que parecía muy apagado de tonalidad en comparación. Con las patas temblando, me intento levantar para caminar hacía lo que creo que era mi madre.
Creo que era por la repentina bocanada de oxígeno, pero me sentía muy mareado y débil, haciéndome caer sobre el pasto, pero no me dolió demasiado. Me levanto denuevo y seguía gateando hacia ella, y al cabo de un rato llegué hacía ella.
Cuando la gata me vé, unas lágrimas empiezan a bordear sus ojos, luego me agarra de la nuca con los dientes y me levanta del aire como si no pesase nada. Yo estaba muy asustado, pensaba que iba a morir. Intenté gritar, pero solo salió un maullido de mi boca, lo cuál me avergonzó.
La gata me puso a su lado y me empezó a lamer el pelaje con su áspera, pero húmeda lengua, lo cuál ayudó mucho al relajarme; miré con esperanzas a aquella gata, deseando con todas mis fuerzas que fuese mi madre. Finalmente le pregunto.
— ¿E-Eres mi mami? -siendo sincero, me pareció horrorosa la voz que me había tocado, pero decidí no comentarlo.
Ella, tras oír mi chillona voz, me sonrió y asintió, dandome a conocer su verdadera identidad.
—Hola, mi niño, soy Carla, tu madre. Y supongo que no sabes cual es tu especie, ¿verdad? -me preguntó ella, aunque ya supiese mi respuesta.
—No, no sé mi especie -respondi,apenado.
—Eres un Litten, un pokémon de tipo fuego -dijo Carla. Instantes después, me sonrió-. Yo soy una Incineroar, una Pokémon grande y fuerte que pudo evolucionar grácias al entrenamiento.
Mi cara mostraba sorpresa.
—¿Entrenamiento? -pregunté,incrédulo.
—Si, entrenamiento -me confirmó Carla, con calma-. La gete entran para hacerse más fuerte y poder entrenar -ella me daba alguna que otra lamida a mi pelaje, creo que era para humedecerlo-. Vivimos en un mundo donde... -ella abrió su puño, enseñando su palma-. Derrotas o te derrotan -cierra su puño con fuerza, haciéndolo bastante descriptivo.
Yo me quedé en silencio, con la vuelta rodeando mi cabeza y entrando por mis oídos, quienes la escuchaban atentamente. Me levanté de su regazo, con firmeza.
—¿Cuál es mi nombre, Mamá? -le pregunté con curiosidad.
—Tú nombre será Ascuas, la llama que marca el principio y delimita el final -dijo, como si estuviese recitando un apartado de la Bíblia.
El nombre me sonó glorioso, así que no le puse demasiadas pegas.
—Me encanta, Mamá -le dije mientras le sonreí, alegre de mi nuevo nombre.
Bajé de su regazo, pero ella me recogió nuevamente y me volvió a poner encima de ella.
—¿Debes de tener hambre, no? -me preguntó ella, sabiendo que acababa de salir del cascarón.
Mi estomago rugió, indicándole que ella tenía razón.
—Sí... -respondí, avergonzado.
—No te preocupes -le quitó importancia Carla-. Aquí nos tratan bien y nos dan de comer -en ese entonces, ella coge de una cesta y me la lanza. Yo la cogí con cuidado-. Pero eso será mientras tu amo y maestro no sepa que no eres lo que él quiere.
—¿Entrenador? -pregunté con cierta inocencia, suponiendo que sería esa persona que me "entrenaría".
—Ese entrenador se llama Locke, y es conocido por solo recoger lo mejor y abandonar lo demás. Aparte de que es posible que te venda por tenerme ya a mí.
Juro que en ese momento no me esperaba para nada que mi madre me dijese eso, honestamente.
—¿C-Cómo? -balbuceé, sin creerme que fuese simple mercancía.
Miré con desesperación el lugar donde me encontraba, y en una esquina de la cerca ví una especie de masa morada que no contaba con una forma fija.
—¿Quien es ese, Mamá? -le pregunté con cierto asco al verlo.
Ella se quedó en blanco durante unos segundos, intentando buscar una forma de decirlo, pero no se le ocurrió nada.
—Es... Tu padre -admitió ella, con gran tristeza en sus palabras.
Me quedé en blanco. ¿Esa cosa era mi padre? Empecé a entender que nunca podría llegar a ser libre. Empecé a llorar, lo cual hizo que Carla se preocupase.
—Tranquilo, Ascuas -me dijo ella mientras me daba pequeñas lamidas al pelaje-. Podrás salir de ésta -me tranquilizó como pudo.
Yo respiré hondo, pero lo dejé a médias cuando oí una conversación que se oía desde esa caseta de madera. Ví que mi madre ahogaba un grito de miedo.
Yo estaba sin saber como reaccionar, así que imite lo que hizo mi madre, pero ví como un señor mayor abría la puerta de la caseta que llevaba a la cerca.
Carla simplemente intentó no mirarlo a los ojos, pero ese señor iba directamente hacía mí. Me recogió sin muchos problemas, aunque intentase zafarme de su agarre, aunque fué en vano como ya dije.
Después de unos minutos de esfuerzo inútil, me dejo llevar por aquél anciano, aunque veía simpatía en su expresión, no debería pasarme nada malo, ¿verdad?
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Ascuas (Sin Terminar)
Action¿Estás seguro de hace esto? Quiero decir, sé que te ha costado mucho llegar hasta aquí, pero no todo puede acabar en final feliz, ¿entiendes? Solo... Tómatelo con calma, ¿de acuerdo? Inspirada por @JustAggelos / @GricerM2