Te fuiste así sin más, de un día para otro. No me diste tiempo para tratar de hacerme a la idea de una vida sin ti, de un hogar sin ti.
Muchas personas no entienden el vínculo que el humano puede crear con sus mascotas, y personalmente no lo creía hasta que llegaste tú a mi vida.
Me regalaste cinco años y nueve meses de tu vida en los cuales me enseñaste a amar con todo el corazón sin esperar nada a cambio.
Gracias a ti descubrí el amor sincero, entendí que por más sola que me sintiera, en realidad nunca lo estaba. Gracias por las miradas llenas de amor que me regalaste. Gracias por las noches que pasaste conmigo durmiendo y en vela. Gracias por escucharme parlotear sobre cosas que no entendías. Gracias por cuidarme cuando sentías que yo tenía miedo. Gracias por los masajes con tus patitas y tus ronroneos constantes, por tantos besitos que me diste y tantos más que me dejaste darte. Gracias por todas las veces que me hiciste reír. Gracias por elegirme como tu familia.
Perdón por no haber podido cumplir esa promesa de que nada te pasaría en tanto estuvieras conmigo, pero a veces los humanos hacemos promesas que no podemos cumplir del todo.
Espero que te hayas ido tranquilo, y espero que sepas que no te dejé en el hospital para morir solo, sino para que te cuidaran de maneras en las que yo no podía, ojalá pudiera decirte que más tarde fui a verte y bueno, me recibieron con la mala noticia.
Tu partida nos dejó a todos desconsolados. La casa se siente vacía sin ti, nos dejaste con ganas de un abrazo más, un maullido más. Nos dejaste tus huellitas marcadas en el corazón y por siempre se quedarán ahí.
Fuiste mi mejor amigo, mi compañero, mi gordito.
Te extraño siempre.
-SPJ.
