♡ Sette ♡

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No pudo evitar sonrojarse, a su ama de llaves nunca se le escapaba nada, es cierto el chico es guapo pero qué tal si estaba perdido o en graves problemas. Durante toda la cena, Olivia no podía despegar la mirada del lugar vacío que pertenecía a Timothée. Gina se acercó y recogió el plato, junto con los cubiertos intactos.

-Miren quien llego – dijo mi padre emocionado.

-Buenas noches – saludo Timothée a los presentes, si ninguna explicación a sus padres sobre lo que hizo en todo el día, subió a su habitación. Olivia prefirió saltar el postre y volver a su habitación, su expresión demostraba que estaba de mal humor y era mejor no acercarse a ella.

Al abrir la puerta de su habitación, una pequeña nota se escurría entre el tapete.

"Tienes razón, no se viene a Italia a ver televisión. Posdata: no soy estúpido"

La joven no sabía si reír o comenzar una rabieta, Timothée había estado husmeando en la habitación de la joven. Pero era el primer gesto lindo de él.

A la mañana siguiente, bajo al patio. Timothée se encontraba tomando el sol cerca de la piscina, llevaba puestas sus gafas de sol, que le hacían ver como estrella de rock o un famoso actor de Hollywood. Todos esos pensamientos se le venían a la mente cada vez que se acercaba más a él, pero algo la detuvo y emprendió retirada antes de que Timothée notara su presencia.

-Ayer probé el mejor gelato de mi vida – le dijo, Timothée se quitó las gafas de sol para hacer contacto visual. A la chica no le quedó más remedio que volver hacia él. Los jóvenes tenían mucho que decirse, todo este tiempo estuvieron hablando con sus gestos y acciones. Ellos en serio se agradaban porque no había nada que detestar del otro, así tenía que ser.

-¿De qué sabor fue tu gelato? – resignada pregunto mientras tomaba lugar al lado de él.

-No recuerdo el nombre, pero era de chocolate y trozos de avellanas.

-Bacio gelato, si es muy bueno – le interrumpió la joven, hubo un silencio entre los dos, miraban como las copas de los aboles jugueteaban entre ellas por la briza veraniega.

-Una amiga tuya me invito a bailar, creo se llama –el joven esperaba recordar el nombre de la chica, mientras hacía muecas graciosas como si eso fuera de gran ayuda para recordar-Coco, nos conocimos en la plaza, es agradable.

La cara de la joven expreso desaprobación y asco, sintió que sus tripas se peleaban entre ellas y trato de ocultar esa ceja fruncida rápidamente antes de que Timothée la notara. No comprendía porqué su amiga siempre trataba de hacerse la coqueta con todos los chicos, esa invitación al joven lo tomo como una traición y una declaración de guerra.

-Como sea, esperaba que tú me acompañaras.

Olivia adoraba bailar, y había frecuentado muchas veces el pequeño club de Vernazza donde los jóvenes pasaban las noches. Justo en ese mismo club conoció a Fabrizzio, ella decidió alejarse un tiempo de todo lo que le recordaba a él, esperando que algún día esa herida sanara.

-¿Entonces? – el joven aún esperaba respuesta.

-Si – sin más que decir la chica volvió a su rutina, Timothée se colocó sus gafas de sol, y ambos esperaron hasta el anochecer.

La joven buscaba el outfit perfecto en el armario, cada prenda que descartaba era lanzada con su mano derecha a la cama individual, mientras que con la izquierda sostenía la toalla color melocotón que cubría su frágil cuerpo mojado. Todo eso sucedía al ritmo de la música que provenía del tocadiscos.

Oli era una fanática de todo lo vintage, sus padres usaban el término a "la vieja escuela" para referirse a ella, así es Oli. Al mismo tiempo, el chico de cabello salvaje no se rompía tanto la cabeza pensando que vestir, tomo lo primero del closet y se lo puso. Metió la cajetilla de cigarrillos en la bolsa secreta de su chamarra de mezclilla y su cartera en el bolsillo de sus posaderas. Estaba listo.

Oli, se probó diferentes atuendos, peinados y labiales. Al final nada le convencía, incluso pensó en cancelar la salida. En la sala principal se encontraban los padres de ambos chicos tomando vino y hablando de las cosas buenas de la vida. Timothée miraba impaciente su reloj digital, esperando la aparición de la chica.

Al final Oli opto por un vestido a rallas, ajustado y sus tennis casuales blancas. Lucia su cabello castaño recogido, la hacía lucir elegante y seria, y el maquillaje hacia resultar sus hermosos ojos marrones, al verla todos en la sala guardaron silencio, las caras expresaban impresión de la buena.

Jamás pensaron que la chica que le gustaba estar descalza por el patio o no le importaba mancharse el rostro al comer albaricoques recién cortados podía lucir así de hermosa. Timothée se levantó del sofá y sonrió nervioso a todos los presentes, en especial al señor D'angelo. Se sentía como en una cita y era extraño porque esa nunca fue la intención.

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Il mio amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora