Capítulo cuatro: proteger

27 1 0
                                    

** -Kokujoji-san, le pido que lo piense un poco, Mikoto no debería formar parte del equipo, estaría matando a su propia especie sin saberlo. -

La voz de Rei'si dejaba notar preocupación al no querer que el pequeño pelirrojo tuviese que entrar a luchar contra los demonios, es decir, su propia raza.

-Munakata, tú sabías desde el inicio que esto pasaría. Además, este lugar no es un albergue de niños. -

Juntó las mangas de su yukata para cubrir sus manos bajo la tela y se giró un poco para quedar frente a su colega.

-Mikoto tiene que formar parte del ejército si va a seguir estando aquí... Es un demonio con apariencia humana, son muy fuertes y además ha presentado signos de tener control sobre el fuego, su poder es inmenso, servirá mucho para luchar. -

Le explicó al muchacho de cabello azul quien se veía bastante afligido por la conversación y, sobre todo, por notar que el anciano no tenía la intención de ceder ante su pedido.

-Pero lo estaríamos haciendo matar a su propia especie sin que él lo sepa. -

Rei'si bajó la mirada ligeramente, incluso había olvidado la última vez que algo o alguien conmovió su corazón, tal vez se estaba dejando llevar por querer proteger demasiado al menor.

-Las cosas son muy simples, si Mikoto se queda, tendrá que formar parte del equipo de exterminio de monstruos, no hay otra opción... No quieras saltar las reglas, Munakata. -

Expresó con autoridad y rigidez. Esta vez, y por mucho que intentara, el hombre canoso no cedería.

-Está bien... -

Con una mueca de disgusto, el joven de ojos morados no tuvo más opción que aceptarlo, no había nada que hacer pues Daikaku no daría el brazo a torcer en esta ocasión.

-Desconozco el motivo por el cual estás tan preocupado por ese niño, pero me permito recordarte que él es un demonio, tú sabes más que nadie de lo que son capaces, Munakata. -

Aquel regaño mantuvo en silencio al muchacho. Sí, lo sabía muy bien, el poder de aquellas criaturas era preocupante, por lo que se volvía una prioridad mantenerlas a raya para conservar la calma en el templo y en el pueblo.

-Encárgate de entrenarlo. -

Sin dar oportunidad a seguir hablando, el mayor se retiró de la habitación, dejando a un frustrado Rei'si quien soltó un suspiro de resignación. **

-¡Munakata! -

De repente, una voz sacó al peliazul de aquel recuerdo que se presentó en su mente. Miró a su costado, un monstruo de ojos rojos estaba a su lado con la intención de atacar, pero, antes de que pudiera dar el golpe, fue envuelto por unas llamas carmesí. La criatura comenzó a gruñir con fuerza debido al dolor de estarse quemando. Por otro lado, el muchacho de ojos amarillos dio un puñetazo justo en el rostro de aquella bestia para acabarlo.

-Hm... Si vas a estar en las nubes, no comprometas a los demás con tus descuidos. -

Dijo en un tono bastante rudo y se rascó la nuca ya más tranquilo al haber terminado con los demonios de la zona, sin olvidar que ya quería volver al templo para echarse a dormir.

Mi pequeño demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora