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CAPÍTULO
VEINTISÉIS

          EL CIELO ESTABA ENCAPOTADO. Los frondosos árboles eran frenéticamente azotados por aquellas furiosas corrientes de viento glacial que parecían muy capaces de derribar absolutamente todo a su lado. Una tempestad se avecinaba y los lugareños ya se preparaban para el fuerte impacto; aseguraban sus hogares, compraban provisiones y se protegían de aquel frío tan tremendamente fulminante y paralizador. Otros, mientras tanto, parecían disfrutar del espectáculo.

Sentado en la loma más apartada del pueblo y próxima al bosque, Sasuke Uchiha admiraba los pequeños remolinos formados por el viento, que se llevaban consigo ramitas y hojas sueltas de varios. Su rostro denotaba paz, aun cuando su ceño permanecía fruncido.

Pronto, una mancha naranja se posó a su lado, tomando asiento casi de inmediato.

― Lamento hacerte esperar.

Se trataba de Naruto Uzumaki.

― Me resultó un poco complicado salir de casa ―explicó el rubio, riéndose avergonzado―. Mamá se negaba a dejarme salir.

― No me hagas esperar de nuevo.

― Entonces no me pidas que me encuentre contigo a mitad de una tempestad.

[...]

El bebé de cabellos claros y ojos de océanos, parecía disfrutar de la atención ofrecida por su tío del pasado; dulces balbuceos, gritos eufóricos y suaves patadas significaban mucho para el hombre que, justo en ese momento, llevaba una de sus más hermosas sonrisas, plasmada en el rostro. Hashirama tenía una capacidad sobrehumana para encantador a todos y su pequeño sobrino, no era la excepción. Tan grande era el amor que el mayor de los Senju profesaba al nuevo miembro de su línea sanguínea, que muy dentro de su ser, anhelaba una sola oportunidad para quedarse. 

― Es un bebé muy saludable.

Tsunade hizo acto de presencia, dando un prologando sorbo a su bebida caliente. Al igual que todos, la mujer de extraordinaria fuerza, parecía disfrutar de la presencia de sus abuelos.

― ¡Y precioso! ―clamó Hashirama, depositando una pequeña caricia en la mejilla del bebé―. ¿Puedes creer que nuestro estoico y hostil Tobirama hizo una cosita tan dulce, cálida y suave?

― No le des todo el crédito, abuelo ―rezongó, cruzándose de brazos y rodando los ojos con desdén―. Mi nieta sufrió mucho durante el proceso de gestación, así que, si me lo preguntas, es ella quien debe llevarse todo el crédito de esa criatura ―y sonrió. Porque solo recordar el nacimiento del bebé le hacía sonreír.

― No seas tan cruel con él ―suplicó el primer líder, posando su atención en la mujer junto a él―. ¡Dime si no es maravilloso saber que mi amado hermano tiene una familia! Una familia además de nosotros, claro ―se rio.

― De pequeña, tengo bonitos recuerdos junto a tío-abuelo, ¿sabes? Me hubiese gustado tanto conservar mis memorias junto a ella, en el pasado. Recordar a esa mujer que lo hizo tan feliz... ―exhaló, encogiéndose en su lugar―. Al contrario de eso, solo recuerdo a la bruja de Sora ―soltó aquel nombre con evidente repugnancia.

― Sora... ¡Ah, la joven del Clan Kawahashi! Una muchacha algo interesante, si mal no recuerdo de ella. Hicimos un convenio con su familia para unificar ambos clanes.

― Todos la odiábamos, no era una buena persona. Y lo más importante, ella nunca hizo feliz a tío-abuelo. No recuerdo verle sonreír ni una sola vez, estando al lado de esa mujer. Ahora creo entender por qué.

tempus . tobirama senjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora