Bubalu eres tú

9.3K 670 289
                                    

Sobo su cabeza con delicadeza mientras oigo sin decir nada sus sorbidos por la nariz. Y es que BangChan está recién recomponiéndose del llanto que se ha dado hace no mucho.

Estamos en un pequeño cuartito de limpieza, cerca del salón de clases. Éstas ya han acabado hace más de una hora; todos los demás están en sus casas, aunque probablemente algunos están aún en la institución debido a los talleres. Sin embargo, puedo asegurar de que nadie está rondando por aquí. No es necesario.

Él está apoyado en mi hombro. Su respiración se ha tranquilizado. Me duele verlo así; no es la primera vez que le pasa.
Se desahoga conmigo, siempre que llora lo hace sólo frente a mí. Ante los ojos de los demás, es el chico más temible. Ni siquiera actúa débil en presencia de su novia, esa muchacha que ni se da cuenta de los problemas que está teniendo BangChan.

No la puedo juzgar, a pesar de que sus acciones son completamente erróneas. Hasta puedo decir que la mala de la historia soy yo. Estoy casi cien porciento segura.

—¿Quieres ir a pasear por el parque y comer una raspadilla? —propongo con ánimos mientras le alzo su rostro para que me mire. Luce decaído pero ya no llora—. Yo invito

Lo piensa un rato. Estoy segura que es por su estado. Tengo en claro que, con esa poca alegría, podría decir «no» a mi petición; no obstante, veo que asiente con languidez. Bien, lo siguiente que hace es mostrar una pequeña sonrisa; eso me causa cierta calidez.

—Gracias... —murmura—. ¿Por qué haces esto? ¿Qué razón hay?

Lo observo detenidamente a la vez que sonrío sin mostrar mis dientes. ¿Todavía tiene la descarez de preguntar aquella tontería?

—Porque te quiero y... te amo...

Él, luego de unos segundos, sonríe y se acerca más a mí.
Me da un casto beso en los labios y acaricia mis manos.

—Yo también lo hago

Sí, definitivamente soy una pésima persona. Pero no puedo simplemente negar mis sentimientos.

•^^^^^•

Al final terminó él pagando las raspadillas.

Me negué rontundamente pues yo había sido la de la idea de ir a pasear. Sin embargo, me insistió diciendo que yo estaba soportando todo esto, que no merecía ser la «amante» de la relación. Aunque no podía simplemente ir a su novia y terminarle, a parte porque sería todo un alboroto. Sí, ella y sus amigas harían un completo escándalo. No soportarían ser humilladas por uno de los chicos más manyados de la escuela. ¡Bah! Qué estupidez.

¿Y dónde aparezco yo? ¿De dónde he salido? Bien, fue en un parque. Sí, en el mismo que estamos ahora. Estaba caminando de regreso a mi casa, que estaba cerca, y me encontré a BangChan funesto. Quedé estupefacta al ver por primera vez en mi vida su aspecto. Aunque también estaba confundida. Voy a admitir que en ese tiempo él no me caía del todo. No lo juzgué, dejo en claro eso. No lo conocía.

En ese tiempo sentí amargura y aflicción. Se me hizo raro pues nunca había entablado una conversación con Chris. Nada. Ni siquiera éramos amigos. Lo único que diría sería compañeros. Creo que ni eso.

Cuando me vio, quedó anonado. Parecía que sí me conocía puesto que me dijo mi nombre.

«Si quieres, búrlate». Esas fueron las palabras de él al estar yo cerca suyo.
Por una parte entendía. Literalmente, nadie lo había visto así. Hasta diría que yo era la primera persona de la escuela que lo vio de esa forma. Y puede que lo siga siendo.

Fue extraño. No sabía nada de Chan. Sin embargo, me senté a su costado y le di unas palmaditas en el hombro. Nunca lo juzgué ni me reí. ¿Por qué haría eso? Él no es el típico chico que golpea de la nada a alguien, ni dice palabrotas a otras personas. Simplemente emana ese aura que hace que quieras alejarte del rubio, nada más. No acosa a nadie, no insulta a nadie. No hace nada.

Por eso le sonreí y le consolé, sin saber absolutamente nada de su vida. No obstante, tenía una ligera barrunta. Sentía que él estaba pasando por momentos complicados en su hogar.

Y con el transcurso del tiempo lo pude comprobar. Conforme pasaban los días, algunas veces me lo encontraba en el mismo lugar, con los ojos rojos mientras intentaba armar un cubo de Rubik o alguna otra cosa con la que pudiese entretenerse y distraerse. Yo, discretamente, lo acompañaba en su infortunio. Era la única que sabía su lado sensible y, admitiéndolo, me sentía bien. No de la forma mala sino por poder ayudarlo aunque sea de lo que estaba sufriendo.

Los encuentros se volvieron consecutivos. La mayoría resultaron intensionales para ambos. Nos dimos cuenta que queríamos estar juntos más rato. Y llegó a ser así.

Sabía que estaba mal, lo sabía porque él tenía una relación amorosa con Tzuyu. No me agradaba mucho pero tampoco la juzgaba. Creo que a nadie juzgo, no lo sé.

Pero creo que debería hacerlo conmigo misma. Sé de su noviazgo, y a pesar de eso no pude controlar lo que sentía. No pude controlar el momento en que dimos nuestro primer beso, ahí en el parque, en donde nos conocimos verdaderamente.

Y no me arrepiento, por eso me siento mal. Por no sentir ni un rastro de culpa. ¿Será porque su novia no vale la pena? ¡Ah! No lo sé. Nunca sé nada.

BangChan no quiere problemas porque ya tiene demasiados. No quiere tener problemas con Tzuyu el momento en que le ponga fin a su relación, porque la conoce perfectamente y sabe que puede hacer de todo para que se joda. Se preocupa por ella misma y me duele. Si fuera Chou, lo cuidaría y lo querría por sobre todo. Podría gritar a todo pulmón que soy la novia de Christopher Bang y no la amante, porque amante me suena a una chica de pañuelo de lágrimas, aunque sé que no lo soy, pero igual me duele.

Se ha vuelto una persona muy importante para mí. Definitivamente. Una de las que más amo. Y, por una parte, me siento plenamente feliz por ser correspondida.

Él se ha convertido en mi amor, en todos los adjetivos preciosos y cursis. Aunque yo siempre lo llamo Bubalu. Mi precioso Bubalu.

—Ey, Nita —me llama por el apodo que ha creado él mismo. Me causa gracia puesto que por un maldito juego es que me ha nombrado así. El personaje es una osita linda, dice que me parezco a ella—. ¿Está todo bien?

Lo observo pausadamente a la vez que tengo cuidado de no botar mi raspadilla en el suelo. Él también sostiene su raspadilla a casi terminar.

Me tardo unos segundos en reaccionar. Cuando lo hago, sonrío y asiento efusivamente para robarle otro beso en sus belfos, aunque tengo el impulso de soltarle lo que quiero soltar ahora, quizá desde hace mucho.

—En verdad... —bajo mi mirada—, es que... quiero saber qué somos...

—Sé a lo que te refieres —dice con cierta melancolía. Se siente culpable de lo que está haciendo, sin embargo eso es lo que menos deseo que palpe—. No quiero que pienses que eres la segunda —deja a un lado el vasito y toma mi rostro—. Eres y serás la primera, aunque suene descabellado. Solo déjame que pase un tiempo para que pueda solucionar mis problemas

—No, tú no vas a solucionar tus problemas —acaricio sus manos que están sobre mis mejillas—. Los vamos a solucionar nosotros. Los dos —sonrío, y dejo un beso sonoro en su palma, haciendo que ría ligeramente debido a las cosquillas—. Vamos a salir de esta, no importe cuánto pase

—Gracias, en serio —una pequeña lágrima resbala por su cara, su preciosa cara. Yo, con mi dedo pulgar, limpio esa gotita salada y ahora sobo su piel—. Te juro que tarde o temprano saldremos de todo lo que nos agobia. Solo necesito que confíes en mí

—Y lo hago, no te preocupes

Lo abrazo. Me abraza. Nos abrazamos intensamente. No queremos soltarnos nunca, y no pasará. Nos hundiremos juntos. Saldremos juntos. Intentaremos ser felices, aunque no siempre es eso, habrán momentos complicados, pero juntos podremos superarlos. Como sea la hacemos, porque nos amamos. Amo a mi Bubalu.

Y sé que algún día nos vamos a mostrar ante todos.

Bubalu » BangChan; Stray KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora