TOURNIQUET

El reflejo de su sonrisa en los ojos de los demás, la forma en que caminaba y su cabellera se ondeaban con el viento ,sin duda cualidades que los demás percibían, pero ella pudo ver más allá de eso, miró la tristeza en sus ojos, él vacío en su alma, la desesperanza y por un segundo observó aquella bocanada desesperada de felicidad.
Intentó acercarse sigilosamente cuál persona hacia un pequeño animal frágil y con la lentitud y paciencia con la que se desarrolla la vida, se integró a su mundo, y aquél desierto que era su alma era devastador pero se propuso sembrar todo tipo de plantas y flores, cada día cuidaba un árbol, helecho y flor diferente, las observaba moribundas entre la arena y con devoción regaba cada una, poco a poco los hermosos frutos comenzaban a rodear aquél lugar, la tarea era cansada pero ella creía firmemente que todo valía la pena, miró su ropa manchada y su cara ojerosa por unos segundos en el reflejo del pequeño río que comenzaba a hacerse presente, decidió por un día rodearse de amistades y divertirse pero el llamado de aquél alma en transmutación, la dueña de la sonrisa rota la hizo volver, el paisajes comenzaba a perder su color de nuevo, el aire caliente trajo la palabra perdón a sus oídos y comenzó a renovar todo de nuevo, se culpó por descuidar aquél paraje en construcción y continuó su obra.
6 meses habían pasado cuando ella caminaba por su Edén personal, todo era hermoso a pesar de que en las ahora montañas aún había oscuridad, cuándo pensaba en tomar una siesta bajó la sombra de un árbol, la voz que traía el viento la hizo regar cada planta y flor en el lugar, exhausta por la labor tropezó en aquel ahora enorme río, se miró en las cristalinas aguas percatándose de su reflejó, era vacío, sucio, demacrado, el brillo en sus ojos había emprendido vuelo a un lugar lejano de su cuerpo, sintió pánico, una nueva y débil voz la llamó desde lo profundo de su ser, corrió mientras tropezaba con todo, la voz dueña del jardín le pedía que regresara a gritos pero estaba tan asustada que sus piernas se movían más por miedo que por voluntad.

Escuchó de nuevo esa voz cansada golpear su cabeza ,con la boca seca y lágrimas en los ojos reconoció aquélla voz propia olvidada, gateó hacía su interior, todo yacía destrozado, sin vida, una escena apocalíptica, un ligero viento le susurró desahuciado la palabra olvidada "YO".