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Namjoon.

El sueño poco a poco comenzó a desaparecer y sentí como mis pestañas dejaron de pesar, abrí mis ojos lentamente y baje un poco la mirada para encontrarme con ___ que aún seguía dormida sobre mi pecho, su calida respiración chocaba con mi piel desnuda y sus dedos a lo largo de mi cintura me hacían cosquillas.

No me gusta despertarla por las mañanas ya que algunas veces despierta de mal humor. Intento moverme pero sus delgados dedos se aferran mucho más a mi cintura.

—Nam... —Suspiro sobre mi pecho y me estremeci al sentir su cálido aliento chocando con mi piel tibia.

—¿Estas despierta? —la pregunta puede que suene estúpida pero es muy indispensable ya que ___ suele balbucear mi nombre mientras duerme, y más de una vez me he quedado hablando solo mientras ella simplemente balbuceaba.

—Si, pero no me dejes sola. —Si voz se sentía como un suave suspiro que sin duda alguna hizo que parte de mi piel se erizara ante el suave contacto de su cálido aliento.

—El desayuno seguramente ya está servido ¿no quieres ir a desayunar mejor?— una leve y casi inperseptible queja se escapó de sus labios pero después de unos segundos ella se limitó a asentir.

—Esta bien. —___ fue la primera en salir de la comodidad de nuestras sábanas, jalo sus delgados brazos de un lado la otro sin siquiera importarle que yo la vea desnuda, en cierta forma está en lo correcto ya que estamos casados y el ámbito sexual no debería ser ningún inconveniente en nuestra relación, pero por mi parte me siento incomodo ya que los sentimientos no son iguales, y mucho menos mutuos.

—Me daré una ducha primero ¿Te parece bien? —yo simplemente asentí, después de todo no quería darme una ducha ahora.

Al ponerse de pie ___ saco una de las sábanas tapando por completo su cuerpo, al parecer noto mi incomodidad. Ninguno volvió a decir nada, simplemente la vi de reojo mientras tomaba algo de su armario para luego entrar al baño-y como siempre- dejando la puerta entre abierta.

Al escuchar como el agua de la regadera comenzaba a caer es cuando decidí ponerme de pie. Abrí mi armario y tomé unos bóxer junto a un conjunto deportivo.

Me puse la camiseta de algodón con simpleza y después tomé los boxers.

Al finalizar ate mis agujetas y escuché la puerta abrirse, mi mirada dejó las agujetas y se dirigió justo donde mi esposa se encuentra de pie junto a la puerta, su cabello aún sigue húmedo pero lleva también un conjunto deportivo, del mismo color del mío. Nuestras miradas se cruzan y ambos escaneamos nuestra ropa que es muy similar, ella esboza una tímida sonrisa y yo también lo hago.

—Te sienta bien, —decimos al unísono para luego soltar una pequeña carcajada.

—¿Ese te lo regalo mi madre, verdad? —su pregunta me tomo por sorpresa, tengo mucha ropa pero realmente no se de donde proviene la mayoría.

—Si. —Intente sonar lo las seguro posible, ___ simplemente negó lentamente con la cabeza mientras soltaba una pequeña risita.

—¿Sabes Nam? Lo he estado pensando este último tiempo y quería saber si estarias de acuerdo. —A paso lento camino al peinador donde tenía una cantidad innombrable de brillo labial y esmaltes para uñas, a ___ pocas veces la vi usando un maquillaje completamente exagerado, y lo comprobé cuando me case con ella, brillo para labios y esmalte de uñas era su mantra. Y entre toda esa jungla de maquillaje, un cepillo, un peine y crema para el cuerpo, todo eso mió, suena pobre en comparación a las cremas que tiene ___ ya que creo que usa tres y todos los peines de distintas formas que tienen mi esposa, pero es sufiente para mi.

Ella era Mía |K. NJ| |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora