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katarina parte 2

Al amanecer, con el rostro cubierto de cenizas, el héroe Demetrius lideró un ataque hacia el campamento de su padre, guiado por la sed de venganza. Docenas de soldados noxianos fueron masacrados; entre ellos, la comitiva personal del general. El propio padre de Katarina apenas logró escapar con vida.

Estaba tan furioso que hasta se negaba a mirar a su hija a los ojos. Ella lo había avergonzado, a él y a su apellido. Los mejores asesinos no buscan reconocimiento ni gloria, le recordó él. No esperan convertirse en los predilectos, en la mano derecha de sus maestros.

Abrumada y sola, Katarina emprendió la marcha. Iba a completar su misión original. Demetrius pagaría con su vida. A pesar de su determinación, tenía la mente en otro sitio. ¿Podría algún día perdonarse a sí misma? ¿Cómo había sido tan tonta?

Estaba tan distraída que no vio a su atacante hasta que estuvo a punto de sacarle un ojo.

Tras el fracaso de Katarina, el general Du Couteau había enviado a otro de sus protegidos tras ella; un chaval sin nombre de uno de los gremios de asesinos inferiores. Pero incluso con sangre corriendo por su rostro, los años de riguroso entrenamiento mostraban sus frutos, y empuñó sus cuchillas en un abrir y cerrar de ojos.

Seis horas después, arrojó la cabeza degollada de Demetrius a los pies de su padre.

Le dijo al general que había considerado cortarle la cabeza a él en su lugar, pero finalmente había decidido (por mucho que odiara admitirlo) que había hecho lo correcto al ordenar matarla. Ella había fracasado. No solo como asesina o como hija, sino como noxiana.

Y el fracaso debe tener consecuencias. Recorrió con los dedos la herida profunda que le cubría el ojo izquierdo y pensó en el precio que otros habían pagado por su arrogancia.

Sabía que había perdido el favor de su padre y nunca podría recuperarlo. La reemplazaría con cualquiera solo para herirla. Aun así, juró redimirse a cualquier precio, volver a dedicar su talento al imperio y convertirse en el arma siniestra que siempre quiso ser.