Kled parte 2

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El jinete solitario se puso de pie sobre la silla de su montura. Su arma estaba oxidada, su armadura, raída y su ropa, hecha jirones, pero su ojo bueno transmitía una furia implacable.

—¡Os doy hasta tres para que salgáis de mis tierras! —dijo, pero en vez de esperar una respuesta o contar hasta tres, espoleó a su montura y se lanzó a la carga con gritos furiosos.

Desesperados, hambrientos y furiosos con los nobles, los soldados sintieron cómo los gritos de Skaarl avivaban su cólera. El ejército siguió a Kled y Skaarl, y se abrieron paso hasta el centro de la formación enemiga.

Aquella batalla fue la más sangrienta que la Legión había luchado hasta la fecha. El éxito inicial del ataque sorpresa comenzó a extinguirse cuando las fuerzas de la legión fueron flanqueadas por el resto de bárbaros. La batalla se volvía otra vez contra los noxianos y, con tantos enemigos por todas partes, Skaarl entró en pánico, lanzó a Kled al suelo y abandonó la lucha. Al igual que el lagarto, las fuerzas noxianas comenzaron a titubear y flaquear. Pero, en el centro del meollo, Kled siguió luchando, cortando miembros, pateando bocas y mordiendo caras.

Alrededor de Kled había ya un montón de cuerpos amontonados, y sus prendas estaban empapadas de sangre. A pesar de la gran cantidad de bárbaros de los que había dado cuenta con su hacha larga, la marea tenaz lo empujó hacia atrás. Entonces se puso a proferir insultos más groseros y a gritarlos con más fuerza. Estaba claro que el yordle prefería morir antes que retroceder.

El coraje y la cobardía se contagian tan rápido como una plaga. Cuando los Legionarios vieron la determinación de Kled, se forzaron a continuar. Incluso Skaarl dejó de correr y se giró para contemplar el último contraataque de la Legión.

Entonces, justo cuando la línea noxiana se rompía y Kled caía al suelo debido a la gran cantidad de atacantes, el dragarto volvió y se lanzó a por los bárbaros. Se abrió paso hasta su maestro a gruñidos y a zarpazos. Al haber recuperado a su montura, Kled se convirtió en un verdadero torbellino de la muerte, y entonces fueron los bárbaros quienes huyeron despavoridos.

En aquella victoria fueron muy pocos los supervivientes noxianos, pero fue una victoria. Las tribus de Drugne fueron derrotadas, y sus tierras se anexaron al imperio. Nunca se encontró ni rastro de los nobles ni de sus armaduras.

Con el tiempo, la mayoría del resto de legiones del imperio fueron viviendo historias similares con Kled, una prueba de que la derrota no es definitiva mientras haya un coraje demencial. Se dice que cabalga a dondequiera que vayan las legiones y que reclama los botines de guerra y las tierras para él y Skaarl.

Muchos noxianos dudan de la veracidad de estas historias. Pero en cualquier lugar donde haya estado la legión se pueden ver por doquier carteles de ''Propiedad de Kled''.

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