LeBlanc parte 2

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Durante siglos, LeBlanc ha servido en secreto como consejera para dignatarios extranjeros, apareciendo en muchas naciones a la vez; sus ilusiones han ido sembrando el caos donde antes había orden. Con cada generación surgen rumores de que hay una nueva matrona, lo que solo plantea más preguntas: ¿cuál es la "verdadera" versión de sí misma? Cuando habla, ¿lo hace con su propia voz? ¿Y cuál será el precio de sus promesas?

Boram Darkwill fue el último en conocer la respuesta. Aunque la Rosa Negra había respaldado su intento de llegar al trono, él rechazó el consejo de sus asesores elegidos a mano, lo que obligó a LeBlanc a tomar medidas drásticas. Manipulando a un joven noble llamado Jericho Swain para que revelara la implicación de la secta, LeBlanc dejó que la ejecutaran junto a los conspiradores más prominentes. O al menos eso parecía. Con el tiempo, ella se acercó a Darkwill y descubrió a un gobernante cada vez más paranoico, temeroso de su propia mortalidad.

Después de prometerle el secreto para alargar su vida, LeBlanc envenenó lentamente la mente de Darkwill, incluso mientras le otorgaba poder. Bajo su mandato, la veneración de la fuerza noxiana se convirtió en algo mucho más siniestro, y juntos aseguraron que la leyenda de Swain terminaría en desgracia en los campos de batalla de Jonia.

Pero Swain, envalentonado por el saber prohibido del Bastión Inmortal, hizo algo completamente inesperado y logró arrebatarle el trono a Darkwill, tomando el control de Noxus. A este nuevo gran general no le interesaba su propio legado, sino la gloria del imperio, y a un hombre así no se le podría corromper tan fácilmente. Después de incontables siglos, LeBlanc se preguntó si finalmente habría encontrado a un némesis digno.

Sus acciones han llevado a Runaterra al borde de una guerra sin cuartel en numerosas ocasiones. Tras las campañas desesperadas en Freljord, en los picos de Targon y en los desiertos de Shurima, la magia más oscura ha comenzado a extenderse de nuevo, acercándose en círculos a Noxus. Ya siga siendo la misma pálida hechicera que traicionó a la Pesadilla de Hierro o simplemente uno de sus innumerables reflejos vacíos, está claro que el poder de LeBlanc se remonta a unas raíces ancestrales.

La Rosa Negra todavía tiene que florecer de verdad.

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