Lux parte 2

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Según iba desapareciendo el último rayo de luz por el este, su caballo perdió el equilibrio en una zona de hielo y, al caerse, se rompió la pata delantera. Lux estaba atrapada; demasiado lejos del pueblo más cercano como para llegar antes del anochecer y demasiado consternada por el dolor de la montura como para abandonarla. Sabía lo que habría dicho Garen: matar al caballo rápidamente para acabar con su sufrimiento. Pero Lux no toleraba la idea de matar a una montura que había cabalgado desde que era niña. Mientras se preparaba para una noche solitaria en la montaña, una manada de famélicos lobos dientes de sable salió de su guarida en busca de carne fresca al detectar la sangre del equino.

Cuando cayó la noche y tras ver que Lux no había vuelto a casa, su padre y Garen salieron a buscarla. Buscaron durante toda la noche y al final la encontraron por la mañana, sola y temblando al lado del caballo asustado. Los cadáveres de seis lobos dientes de sable la rodeaban; el pelaje estaba chamuscado y la carne achicharrada. Lux se negó a hablar de lo que había sucedido y le suplicó a su padre que rescatase a su querido corcel. Se envió un carro desde el hogar familiar y el caballo fue rescatado; Lux lo cuidó hasta que recuperó toda la salud.

Desde esa noche, Lux supo que tenía habilidades más allá que cualquiera a su alrededor, habilidades que los contrarios a la magia de Demacia contemplarían con odio. Desde que era pequeña, a Lux le habían enseñado que la magia llevó a Runaterra al borde de la aniquilación. Su propio tío había sido asesinado por un mago y las fábulas demacianas estaban llenas de historias de hechiceras representadas como retorcidas sirvientes del mal. Le habían contado que hasta el corazón más puro puede ser corrompido por la magia. ¿Se convertiría ella en alguien malvado? ¿Era una abominación con la que había que acabar o exiliar más allá del gran muro? El miedo y la duda carcomieron a Lux, que se pasó muchas noches cerrando los ojos con fuerza y apretando los puños para detener la luz que desprendía su piel.

El pánico de saber que podría haber algo malo en ella casi destrozó su espíritu. Pero, tras una extraña noche en la capital de Demacia, cuando Lux tenía 13 años (una noche en la que se dice que un enorme coloso de piedra caminó por la oscuridad) Lux volvió a Meraplata Alta con una perspectiva nueva de sus poderes.Los Crownguard habían dejado a Garen en la capital para que se entrenase con la Vanguardia Impertérrita y Lux solo veía a su hermano en los escasos viajes a Meraplata Alta, por lo que la relación entre ellos se hacía más distante con cada vuelta. Cuando Lux llegó a casa, estaba decidida a aceptar sus poderes, no a temerlos.

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