No sé qué me está pasando, siempre estoy alerta a mi alrededor desde que casi nos matan. Sé que Henry dijo que no me tenía que preocupar más porque no volverá a pasar y que quizás se equivocaron, pero tengo miedo de que se vuelvan a equivocar.
Y este tal Alec parece uno de ellos, tiene la pinta de serlo y no me gusta juzgar a las personas pero con él y la pistola que está en la mesa no me dan buena espina. El es un desconocido.
¿Cómo entró?
¿Dónde está Henry?
Miles de preguntas pasan por mi cabeza y eso hace que quiera salir corriendo.
— Cassie —Henry aparece en la sala y se acerca a mi dándome un beso en mi frente para luego rodear mi hombro con unos de sus brazos —. Te presento a Alec Russell, un amigo —Alec se acercó tendiendo su mano a mi dirección con una leve sonrisa.
¿Será policía igual que Henry?
— Es un placer —dijo y le tendí mi mano.
— Igual —separamos nuestras manos.
— He... —Alec tosió ahogándose con sus propias palabras y Henry se acercó a él para darle unas palmaditas en su espada que más bien parecía que le estuviera pegando.
— ¿Te encuentras bien? —pregunté.
— Si, yo... discúlpame —le dió un manotazo a Henry quien todavía le seguía pegando.
— Está bien. Bueno, los dejo solo —digo con la intención de luego irme.
— No, mejor quédate así nos conocemos mejor ya que desde mañana seré tu guardaespaldas —dijo Alec serio.
No quise reírme pero su humor sobrepasó lo que me mantenía seria. ¿Guardaespaldas? ¿Quién cree que soy? ¿Hija del presidente? Este hombre está demente, ni siquiera llevamos diez minutos de conocernos y ya está haciendo chistes pésimo.
Los dos me miraban como si fuera un bicho raro, y vaya que lo soy. Sus ceños están fruncidos y se miran entre sí mientras yo me estoy riendo en sus caras.
Pestañeé varias veces para que mis lagrimas no salieran.
Henry rió unos segundos para después ponerse serio y ahí fue cuando mi sonrisa desapareció. ¿Están hablando enserio? Yo no necesito un guardaespaldas... ¿para qué?
— Alec será tu guardaespaldas, Cassie —al parecer si hablan enserio.
Pero me niego a tener guardaespaldas, no lo necesito porque a mi nadie me busca, de hecho, nadie me quiere asesinar.
— Te agradezco que te preocupes por mi, pero no veo la razón por la cual yo deba de tener un guardaespaldas, Henry —lo miré pestañeando. Todavía no puedo creerlo.
— Es algo complicado que te explicaré...
— Mira, quizás se te pasaron las cervezas —dije apuntando la que tiene en su mano.
Me miró indignado, como si no pudiera creer lo que acabo de decir y ahora que lo pienso le acabo de decir que es un borracho. Soy una descarada.
— No... quise decir que eres un borracho, Henry —lo miré apenada —. Lo siento. Buenas noches —dije para luego encerrarme con toda mi vergüenza.
(.....)
Salí del baño cuando terminé de trenzar mi cabello. El cual me da un poco más abajo del hombro.
Me dirigí a la ventana para mirar hacia fuera pero el sonido de alguien tocando la puerta hizo que me detuviera. La abrí para encontrarme con Henry, recostado en el marco de la puerta.
— Perdón si te desperté pero... quiero hablar contigo —abrí más la puerta para que pasara y lo hizo.
Todavía me siento avergonzada por lo que le dije, no lo puedo ver a la cara y por eso no lo miro a los ojos.
— Soy policía y tengo enemigos... solo no quiero que te pase algo por mi culpa como la otra vez que casi te matan —rápidamente me acerqué a él.
— No sabías lo que iba a pasar así que... deja de culparte.
— Quiero sentirme más tranquilo sabiendo que tu estarás segura —sus manos acunaron mis mejillas, haciendo movimientos circulares que me da ganas de reír.
— No me...
No pude terminar de responder ya que sus labios se conectaron con los míos como si fueran imanes. Le seguí el beso, perdiéndome en ellos y me gusta porque de alguna u otra manera me hace olvidar de todo y hace que solo estemos nosotros dos.
Sonó ridículamente estúpido lo que dije ya que estamos solos.
Mis manos se enredaron en su cuello tocando parte de sus cabellos. Las suyas apretaban mis caderas como si tuviera miedo de que me fuera a desvanecer. Sus besos pasan de rápidos a unos más lentos, para así recuperar el aire, sus dedos acaricia mi espalda de una forma suave que me hace sonríe sobre sus labios.
Nuestras respiraciones están agitadas pero no quiero parar de besar esos labios tan adictivos que me están volviendo loca y a la vez hace que me aterre.
— ¿Qué está pasando entre... nosotros, Henry?
¿Acaso soy estúpida? Entre él y yo no hay ninguna relación, aunque no sé cómo debería llamarse nuestras relación ya que es complicado. Nos besamos como si fuéramos dos enamorados pero a la vez no somos nada.
Y no sé porqué pero siento miedo de su respuesta. Aunque no tiene que importarme pero cuando sus labios me besan siento miles de sensaciones recorrer mi cuerpo.
Una sonrisa se asomó en sus labios haciendo que mis nervios se tranquilizaran, ya qué tal vez me daría una buena respuestas, pero... ¿qué tipo de respuesta espero?
— Está pasando que te has vuelto la mujer que tanto he deseado. Sé mía, Casandra.
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En El Olvido ©
Cerita PendekCassandra Jenkins sintió que su vida se derrumbaría luego de haber perdido a sus padres y a su hermana pequeña en un incendio. Sentía que ya nada tendría sentido sin ellos y no tenía ganas de vivir. Pero luego llegó él para evitar que se derrumbase...